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Trece rosas rojas para una leyenda del pilotaje

Abc.es 

Rosemeyer era un ídolo para el pueblo alemán de los años 30. Sus inicios en competición habían sido sobre dos ruedas, con las BMW y DKW, pero para la temporada de 1935 le propusieron ponerse al volante de uno de los increíbles monoplazas creados por el profesor Porsche para Auto Union , con motor central posterior. Las primeras pruebas las realizó en noviembre de 1934; frente a los demás pilotos, Bernd tenía la ventaja de no haber llevado otros monoplazas por lo que se adaptó mejor a aquel revolucionario coche de carreras con motor central, nada fácil de conducir. Con un pilotaje que no se había visto hasta entonces–con grandes cruzadas en las curvas–, rápidamente demostró su potencial frente a los grandes de la época como el monegasco Louis Chirón, el italiano Tazio Nuvolari o el también alemán Rudolf Caracciola. Era, a su vez, la lucha entre los Bugatti , Alfa Romeo y, sobre todo, Mercedes y Auto Union, protagonistas, hombres y automóviles, de una de las épocas más inolvidables en la historia del automovilismo. Bernd Rosemeyer logró triunfos que rayaban en lo épico como aquel en Nurburgring, en medio de unas condiciones atmosféricas espantosas y que le valió el sobrenombre de 'Herr Nebelmeister' o 'El Señor de las Nieblas'. En 1936 lo ganó todo y se convirtió en campeón alemán de carretera y montaña y campeón de Europa de Grand Prix (equivalente al Campeonato del Mundo actual). Las luchas en los circuitos entre Mercedes y Auto Union también se trasladaron a los récords de velocidad pura, utilizando las nuevas autopistas alemanas, las famosas 'autobahn'. Y así llegamos a la fecha fatídica. Corría la mañana del 28 de enero de 1938. Auto Union había construido una versión especial del Type C de 16 cilindros capaz de alcanzar los 456 km/h, con una aerodinámica carrocería Streamline. Junto al equipo de los cuatro anillos se encontraba el de la estrella de Mercedes-Benz, con Caracciola al volante. A las 8 de la mañana, Caracciola fue el primero en salir al trozo de autopista cerrado al tráfico, alcanza los 431 km/h y bate el récord del mundo del kilómetro con salida lanzada. Lo hizo a tiempo pues las condiciones meteorológicas se estaban deteriorando. Rápidamente Rosemeyer se acerca a su rival y le felicita; en el intercambio de palabras, el piloto de Mercedes advierte al de Auto Union de que se estaba levantando el viento y podría tener problemas. En vano. «Mi turno ha llegado», contesta Rosemeyer. A mediodía ayudado por los mecánicos se acomoda en el estrecho habitáculo de su coche. El resto es historia. Rosemeyer rueda a 440 km/h cuando llega a un claro del bosque, surge una ráfaga de viento..., y de pronto, el silencio… Cuando pilotos, mecánicos y asistencias de los dos equipos se acercan al bosque, se encuentran con Rosemeyer apoyado en un árbol. Parece que está descansando…, pero su corazón no late. Sus rivales de Mercedes se quedarán de piedra. Caracciola lo explica así: «Parecíamos estatuas. Bernd prácticamente no sabía qué era el miedo, y a veces eso no es bueno. En realidad, todos sentíamos miedo por él en cada carrera que participó». Hoy, el pequeño monumento junto a los árboles del bosque de Lagen, es lugar de peregrinaje para aficionados de todo el mundo. Allí, durante años, trece rosas rojas recordaban el amor de la famosa aviadora y excelente escritora Elly Beinhorn por su marido. El trece era una fecha muy especial para ambos: su boda y muchas importantes victorias fueron el día trece del mes. Elly moría el 28 de noviembre de 2007, pero las trece rosas volvían a estar presentes el 28 de enero siguiente sobre la tumba del gran piloto alemán gracias a su hijo Bernd Rosemeyer Jr.

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