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La psicología del dinero: gastar me gusta, pagar me da ansiedad

Nuestro cerebro registra de manera diferente los pagos en efectivo y los pagos digitales. Cuando pagamos en efectivo, la entrega física del dinero activa áreas del cerebro asociadas con el dolor. Este "dolor" se compara con el malestar físico leve, lo cual nos hace más conscientes del gasto. 

En contraste, con los pagos digitales a través de tarjetas o billeteras virtuales, el dolor se reduce puesto que despersonaliza la transacción. Si, la visibilidad y tangibilidad del efectivo refuerzan la percepción de pérdida, mientras que los pagos digitales se perciben como menos intensos.

En el caso de las tarjetas de crédito, al permitirnos diferir el pago, se distancia aún más la percepción inmediata de pérdida. Esta "anestesia" del dolor financiero, si no se administra con racionalidad, puede producir más angustia, trasladando el total de esa carga al día hábil en que vencen las tarjetas y nos enfrentamos inexorablemente con el resumen.

El concepto de "dolor de pagar" fue desarrollado por Zellermayer, quien observó que las personas reaccionaban de manera diferente según el método de pago: algunas transacciones generaban más angustia mientras que otras no.

Cerebro, tenemos un problema con el billete

Estudios posteriores han demostrado que los seres humanos enfrentamos tres problemas principales al manejar dinero: priorizamos el presente sobre el futuro, las pérdidas pesan más que las ganancias y la cantidad de opciones es abrumadora. 

Si a eso le sumamos que no nos "cuesta" lo mismo el pago en efectivo que el digital, nos encontramos frente a una seria cruzada racional por ordenar nuestras finanzas.

Conocer cómo nuestro cerebro responde de manera diferente al efectivo y a los pagos digitales puede ayudarnos a tomar decisiones más saludables. Aunque las tarjetas y billeteras virtuales presentan excelentes ventajas, sin planificación pueden llevarnos a gastar más de lo planeado. 

Postergar la angustia inmediata traslada esa carga en ansiedad frente a eventos como el control de los movimientos bancarios, el total del resumen de la tarjeta de crédito, o en casos extremos, puede dejarnos vulnerables a estafas, robos y otros delitos financieros que se aprovechan de la ausencia de control y planificación financiera.

Comprender la psicología del dinero y cómo diferentes métodos de pago afectan nuestro comportamiento puede ayudarnos a lidiar con una de nuestras grandes dificultades: planificar y controlar nuestros gastos. 

El ser humano aloja muchas incógnitas, pero de algo estamos seguros: nos gusta la dopamina que desprende una compra nueva, nos angustia pagar y procrastinamos (fuerte) la planificación financiera.

Sabiendo esto, podemos sentarnos con nosotros mismos y elegir qué tipo de costo vamos a asumir: si un dolor consciente por cada gasto, o un shock de estrés al ver cuánto quedó en la billetera.

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