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Más de mil euros por noche: así es la casa acantilado de lujo que se esconde en Granada

Abc.es 
Es tan peculiar que ha salido en programas de televisión en los que se ensalza la pericia de los arquitectos. Está en Salobreña , en la Costa Tropical de Granada, y los de allí la conocen como la Casa del Acantilado y también como la del Dragón, por su peculiar fisonomía. Pasar una noche allí cuesta mil euros. Que cada cual piense si es un lujo a su alcance o un disparate. La casa en cuestión empezó a construirse en el año 2012 en la ladera de una montaña, en un terreno escarpado, sobre una pendiente de 42 grados, que la convirtió en un reto para sus arquitectos, los madrileños Pablo Gil y Jaime Bartolomé . Lo hicieron realidad en dos años y desde 2014 forma parte del paisaje. Una parte que no pasa desapercibida, desde luego. Tiene un diseño y una decoración exterior que remite a Gaudí , pero también a estructuras más modernas como las de Frank Gehry . Sus dueños son de Madrid pero no residen en ella. Se puso en venta a un precio de un millón y medio de euros pero no encontró comprador. Pero tiene usos varios. El más habitual es el de estancia de alquiler a mil euros el día , como ha quedado dicho. Pero también es lugar de reunión, de celebraciones o de todo eso que ahora se engloba bajo el cajón de sastre conocido como eventos. En su salón principal caben aproximadamente ochenta personas, lo que lo hace estupenda para fiestas privadas . En realidad no es demasiado grande. Está en una parcela de unos 750 metros cuadrados , pero la casa en sí ocupa 250. En dos plantas, eso sí. En la de abajo están la terraza, la piscina, el salón comedor, con cocina incorporada, un baño y un lavadero. La superior está reservada a los dormitorios, todos ellos con baño y vistas al mar . El principal tiene cama de matrimonio y bañera. Hay otro, también con cama doble, que sin embargo no tiene bañera. Y un tercero contiene tres camas. No es una casa discreta ; de hecho, si llama la atención es por todo lo contrario. Es casi imposible no fijarse en ella porque está integrada en un barranco hasta el punto de que forma parte del mismo. Desde fuera no sólo es que a los ocupantes los puedan ver, sino que probablemente van a fijarse aún más precisamente por su singularidad. Los inquilinos están expuestos al escrutinio de los viandantes que pasen por allí, eso lo deben tener claro. Por eso probablemente es más apetecible para aquellos que gustan no sólo de ver -recuérdese que está en un acantilado sobre el mar- sino también ser vistos .

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