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Sonar a gay, lesbiana o trans: la voz también se utiliza para discriminar

“Trabajé como teleoperador de un servicio técnico bastante tiempo, y ocurría muchas veces que, al dejar a los clientes en espera, escuchaba decir 'tiene voz de maricón', 'me está atendiendo un bujarra', 'un marica seguro que no puede arreglarme el ordenador'”, recuerda José, un hombre cis y gay cordobés que vive en Madrid. La sombra de una voz considerada afeminada para un hombre también ha perseguido a Israel García durante toda su vida: “La inseguridad se convirtió en una constante en mí, y me esforzaba todo lo que podía para ocultar mi voz”, dice recordando sus años escolares. Más adelante, como camarero, bajar unos tonos al hablar se convirtió en una estrategia “de supervivencia” y, aunque su situación ha mejorado con los años, sigue recibiendo “miradas raras” y maltrato “por cómo hablo y lo que mi voz refleja sobre mi identidad”, asegura.

Lucía, una mujer lesbiana de Zaragoza, siempre ha tenido una voz fuerte y profunda. A lo largo de su vida, su voz ha sido objeto de comentarios y cuestionamientos constantes. En una ocasión, mientras trabajaba como dependienta en una tienda de ropa, su jefa le pidió que “hablara más flojito, especialmente en los probadores, porque podía asustar a las clientas”. “Fue humillante y doloroso”, recuerda Lucía. “Me hizo sentir que no era bienvenida en ese mundo, aunque también me animó a participar más en el activismo queer”.

“La voz es algo que no podemos cambiar u ocultar fácilmente, es uno de los rasgos más frecuentes por el que la comunidad es violentada”, explica a elDiario.es la directora de Tu Yo Psicólogos LGTB, Ana Adán. “Vivimos en un mundo LGTBIfóbico en el que tener una voz que rompe la expresión de género esperada es motivo de burla o agresión”, añade la profesional.

Incluso en los países más progresistas

Las experiencias de José y Lucía seguramente les sonarán bastante a otras personas del colectivo LGBTIQ+ que también han sufrido discriminaciones o microagresiones simplemente por su voz. El proyecto de investigación Gay Voice –financiado por la Unión Europea– ha evidenciado que “un 41% de los hombres gays y un 6% de las mujeres lesbianas” que se entrevistaron para el trabajo “declararon que se les detectaba LGTBI debido a sus voces”.

El investigador principal de ese proyecto, Fabio Fasoli, ha explicado que “incluso en las sociedades progresistas los estereotipos sobre la voz gay pueden propiciar formas sutiles de discriminación, dado que las opiniones se forman rápidamente, a menudo de forma subconsciente”.

José superó todos estos problemas que afectaban a su autoestima y aceptación gracias al trabajo que realizó por sí mismo, sin ayuda profesional de ningún tipo, pero afirma que todavía falta mucho para que la sociedad sea consciente del sufrimiento y la discriminación que sufren cada día personas como él o Israel García, a quien también impactaron “profundamente” los años de adolescencia en los que la manera más habitual de referirse a él era “maricona”.

La psicóloga Ana Adán aclara que “vivir o esperar situaciones en las que te pueden discriminar genera baja autoestima, un autoconcepto negativo, mayor estrés minoritario y más sensación de indefensión que en aquellas personas que tienen un tono de voz más normativo”. Y remata: “Cada uno lo gestiona como mejor le parece para sufrir la menor discriminación posible, aunque lo ideal sería no tener que hacer esta gestión”.

La discriminación hizo que Israel dejara los estudios. Sufrió situaciones de maltrato. Ahora no está dispuesto a seguir tragando: “Si a alguien no le gusta mi voz, que mire hacia otro lado, pero no dejaré que me afecte nunca más”, promete.

Más voces a disposición

“Las personas LGBT nos sentimos forzadas a acomodarnos a convencionalismos como aparentar heteronormatividad”, explica Óscar Muñoz, codirector de REDI, la Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión. “Hemos aprendido a ser discretas de manera preventiva, por pura supervivencia”.

La organización de Muñoz ha colaborado con la consultora LLYC para crear una base de voces sintéticas “diversas” de la que puedan echar mano cualquier proyecto que aplique voces sintéticas: aplicaciones, navegadores, bots de asistencia comercial... Lo han llamado Free the voices.

“Hemos identificado que, a pesar de los avances en la lucha por la igualdad, estos sesgos vocales continúan perpetuando la discriminación hacia la comunidad LGTBIQ+”, afirma David González Natal, socio y director general de LATAM Norte en LLYC.

“Me gustaría que hubiera opciones más diversas en aplicaciones como el GPS de Google, que solo tiene una voz y es femenina y estereotípica”, apunta José. “No se debería asignar un género a una voz sintética que, por definición, no lo tiene. Debería ser algo abstracto. Usar este tipo de voces en aplicaciones tecnológicas es hacer la tecnología más útil y realista”, remata.

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