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El orgullo gay es político

Por CARLOS COLINA

El día y el mes del orgullo LGBTIQ+ (1) existen para celebrar las conquistas y actualizar los reclamos de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género tradicionalmente discriminadas. En este sentido, orgullo no se relaciona, inicialmente, con una estimación propia individual, sino con la necesidad de respetar la dignidad de las minorías sexo-afectivas, quienes desde la primera infancia sufren de una negación ontológica. Lo que eres no debes serlo. Es decir, el trasfondo es político. De lo que se trata es de defender derechos civiles. Si en algunas ocasiones la deriva del orgullo ha conducido a relacionarla con la autoestima personal, también sería plenamente válida, como respuesta de quienes durante toda su vida han visto su orientación afectiva-sexual y su identidad de género, relacionadas con estereotipos negativos y con lo socialmente abyecto. Por presión social, el autoconcepto puede haberse trastocado con algunas dosis de homofobia internalizada. En el Diccionario de la Real Academia de La Lengua, el adjetivo abyecto significa en su primera acepción: “despreciable, vil en extremo”. En su segunda acepción, significa “humillado, herido en el orgullo”.

Lo personal es político es una máxima que nos aportó el feminismo. Si todas las mujeres hubiesen adoptado una posición individualista y la historia no hubiese contado con la presencia de la ola sufragista del movimiento feminista, a lo mejor las mujeres no votaran hoy día. Si todas las personas LGBTIQ+ hubiesen adoptado la posición supuestamente confortable del closet, aún estaríamos escondidos allí, sin ningún derecho reconocido en la legislación internacional comparada. El heterosexismo impone la “discreción” y recluir nuestra vida en el ámbito privado, y si cumples con esa prescripción, gozas de la comodidad de la temperatura cálida del armario. Claro te costará la vulneración de tu derecho humano al libre desarrollo y expresión de tu personalidad.

El 28 de junio de 1969 se produjeron una serie de manifestaciones de resistencia de personas LGBT, en contra de la represión estatal y policial en el bar Stonewell Inn, del barrio neoyorquino de Greenwich Village. Esas acciones coercitivas estaban respaldadas por una legislación hostil y punitiva que había prevalecido durante las décadas de los 50 y 60. Pues bien, con el tiempo, dichas protestas, pioneras en USA, pasaron a ser reconocidas como catalizadoras del movimiento pro derechos de la diversidad a nivel nacional e internacional. Por ese motivo histórico, esa fecha fue elegida para celebrar anualmente el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+. Cabe acotar que a diferencia de otras naciones y sistemas políticos, el sólido sistema jurídico estadounidense, ha permitido que los movimientos sociales hayan obtenido importantes logros en el camino de la superación de sus propios lastres socioculturales. Cabe destacar el movimiento afroamericano por los derechos civiles y el movimiento contracultural.

En las interacciones y conversaciones cotidianas, el heterosexismo social  presupone siempre la heterosexualidad del otro, a pesar de que la orientación sexual podría ser perfectamente otra, así como la identidad y expresión de género. El código cultural binario ignora toda esa gama de sexualidades que ha descubierto la  investigación científica desde los años veinte del siglo pasado en el Instituto de Ciencia Sexual de Magnus Hirschfeld, pasando por el Informe de Alfred Kinsey al final de los años cuarenta estadounidenses, hasta nuestros días. Por cierto, para Freud, en la infancia todos pasamos por un período de sexualidad polimorfa. Después cada quien tendrá una orientación sexual diferente.

La heterosexualidad es fundamental y tiene un imprescindible valor evolutivo, biológico y reproductivo, pero puede coexistir con otras sexualidades, como siempre lo ha hecho.  El asunto es cómo se da esa cohabitación. Ciertas críticas sarcásticas de sentido común apuntan a por qué no celebrar puntualmente el orgullo heterosexual. Todos celebramos la heterosexualidad cotidianamente. El matrimonio convencional es una ocasión cimera. Todos celebramos a la familia heterosexual y disfrutamos de su contención. Es el núcleo fundamental y esencial de la sociedad. De ella venimos. Sin embargo, a nadie lo acosan por ser heterosexual ni le intentan prohibir sus manifestaciones de afecto en el área pública ni lo asesinan por tal motivo. Algunas de estas ideas pueden sonar a perogrulladas, pero ciertas campañas y post espontáneos de las redes sociales suelen retomar los más viejos prejuicios y exigir las vetustas barreras.

Todas las manifestaciones diversas del afecto y la sexualidad fueron catalogadas por mucho tiempo como enfermedades y delitos graves, penados por la cárcel.  Algunos países aún lo hacen.

La discriminación ha tenido un origen cultural, religioso, científico y legal. En sus orígenes la religión cristiana y católica condenaba a la homosexualidad como pecado nefando, pero hoy día el papa Francisco realiza denodados y loables esfuerzos por actualizar a la institución y romper con la tradición para lograr el respeto y reconocimiento de la diversidad. La primera autoridad del Vaticano ha señalado expresamente que la homosexualidad “no es un delito” y autorizó las bendiciones para las parejas del mismo sexo, en abierto apoyo a las uniones civiles LGBT.

Así y todo, los estereotipos negativos siguen circulando y no sólo algunos  asocian la sexodiversidad a una enfermedad sino a una dolencia contagiosa. De esta manera surge entonces la manida idea de que la infancia no debería estar “expuesta” a manifestaciones visibles de la diversidad, ni directas, ni mediadas por los medios. Ahora bien, si la orientación afectiva-sexual se contagiara, ¿cómo existiríamos nosotros, que crecimos en familias heterosexuales y casi nunca vimos personajes de la diversidad en el audiovisual, ni parejas homosexuales en las calles?

La ciencia no es neutral y está permeada por la cultura y la ideología del contexto sociohistórico, pero tiene la capacidad de rectificar, porque parte de un criterio racional con base empírica. En el siglo XIX, esa importante rama del saber definió a la homosexualidad como perversión, pero en la segunda mitad del siglo XX paso a concebirla como una manifestación más de la sexualidad. La Asociación Estadounidense de Psiquiatría retiró la homosexualidad de su manual de trastornos mentales en 1973 y en el año 1990, la homosexualidad es sacada de la lista de los trastornos psiquiátricos por la Organización Mundial de la Salud. “Las homosexualidades pueden darse en cualquier estructura psíquica, tanto neurótica como perversa como psicótica. Cuando un homosexual consulta a un psicoanalista (como lo hace un heterosexual) no suele hacerlo debido a su homosexualidad sino a otros temas, por lo que no existe una categoría clínica específica de la homosexualidad” (Brousse, Dunand, Izcovitch, et al.1990). No obstante, aún hay personas que usan los criterios anacrónicos señalados en el párrafo anterior y apelan a terapias de conversión, por cierto, prohibidas recientemente en México y proscritas con más anterioridad en muchos países desarrollados.

¿Qué podemos decir de la deriva de la  legislación en este tema? En la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX, la «Offences Against The Person Act 1861» tipificaba como delito cualquier práctica homosexual, condenándolas a penas que iban desde las multas, a penas de prisión que podían llegar a la cadena perpetua. La despenalización se logró con la Ley de delitos sexuales del año 1967. Hoy día, no sólo es legal sino que en Gran Bretaña existe el matrimonio homosexual y la adopción homoparental.

En Alemania, el tristemente afamado Párrafo 175 del código penal del año 1871 penalizaba las relaciones sexuales entre hombres. Los nazis lo modificaron para intensificar la persecución. En el año 1950 se superó esa situación pero en 1968, la comunista RDA, incorporó el artículo 151 que las seguía condenando. Si bien el primer paso de avance para el reconocimiento de las parejas se dio en el año 2001, el Bundestag aprobó el “matrimonio para todos”, el 30 de junio de 2017. A finales del año siguiente, en el registro civil de nacimientos alemán, además de hombre y mujer, también se incorporará la indicación de género «diverso», para aquellos recién nacidos cuyo sexo no se pueda determinar. La Ley de Igualdad de Trato garantiza la igualdad de derechos para todos los ciudadanos, independientemente de su sexo u orientación sexual.

En India tradicional y ancestral, las hijras, personas cuya identificación de género no coincide con el binomio clásico hombre-mujer, gozaban de gran respeto y estatus social. En efecto, en la mitología hindú están presentes divinidades que cambian de género o incorporan los dos sexos en una sola persona. Hace siglo y medio, con la colonización británica, la situación cambió negativamente con la Ley de Tribus Criminales (1871) que clasificó a toda la comunidad transgénero como delincuentes. Comenzó entonces la persecución y su desplazamiento del área pública. En el año 2014, la Corte Suprema de la India reconoció a las personas transgénero como un tercer género.  El estado ha adoptado una política dirigida a este sector, reconociendo su vulnerabilidad dentro de un contexto que las estigmatiza.

Alemania y El Reino Unido y son utilizados aquí como ejemplos emblemáticos de numerosos países liberales y democráticos que reconocen hoy día igualdad jurídica, borrando así un pasado oprobioso. El caso Hindú es diferente, porque en los últimos años retoma unos anales más abiertos y tolerantes. Las filosofías orientales rompieron con los dualismos hace milenios.

A pesar de todos los avances, entre todos los estados representados en la ONU, la tercera parte (61) aún criminaliza los actos sexuales consensuales en privado, entre personas adultas del mismo sexo, sobre todo en países africanos y asiáticos.  Las personas pueden ser castigadas con largas penas de prisión, cadena perpetua o incluso con la muerte. En varias naciones latinoamericanas encontramos altas tasas de homicidios y ataques, discriminación y amenazas.  Afortunadamente, en la mayoría de los estados la homosexualidad es legal (132), aunque ello no significa necesariamente un entorno vital seguro (ILGADataBaseWorld).

En Latinoamérica los crímenes de odio contra las personas LGBTQ+ incluyen un conjunto de actos violentos que comienzan con el insulto, la amenaza y el acoso, y que pueden culminar en violaciones, asesinatos y linchamientos grupales. Según el Observatorio Regional Sin Violencia LGBTI (2), entre el 2014 y el 2021 fueron asesinadas por su orientación sexual o su identidad de género al menos 3.961 personas. Entre los años 2019 y 2022 se identifica un promedio anual de 364 homicidios de personas LGBTIQ+ en 10 países de Latinoamérica y El Caribe, es decir, en el 25% del total de naciones de la región. En otras palabras, cada día, aproximadamente, una persona lesbiana, gay, bisexual, trans o intersex es asesinada en esa decena de países de la región. Entre ellas, podemos encontrar activistas, tales como la brasilera Marielle Franco, socióloga, concejala y lesbiana, asesinada el 14 de marzo de 2018, en cuyo honor fue bautizado el Monitor de Crímenes de Odio Marielle Franco (3).

En realidad, actualmente, no se conoce la magnitud real del fenómeno debido, principalmente, a la ausencia de sistemas estatales de registro de datos. Las cifras que se conocen son producto de la encomiosa labor de ONG que no cubren el universo total de naciones. Esa situación la encontramos también a nivel mundial con el Observatorio de Personas Trans Asesinadas (4), que reporta 4.690 asesinatos entre 2008 y 2023.

Actualmente, a nivel internacional, existen campañas mediáticas homófobas dirigidas por sectores religiosos fundamentalistas y por la ultraderecha conservadora y autoritaria. Las primeras son elementales y caricaturescas en sentido literal y figurado, y nos relacionan con lo demoníaco. No es necesario abundar en ellas, pero las segundas, dirigidas por la extrema derecha, son más sofisticadas y cuenta con la omnipresencia en las redes sociales.

En realidad, el pluralismo político y cultural y el respeto de las diferencias es consustancial con el liberalismo y la democracia. Esta última no solo se caracteriza por seguir el sacro dictado de la voluntad general sino por reconocer las diversidades de todo tipo. El irrespeto de estas últimas es propio de los totalitarismos políticos (comunismo, nazismo) y las autocracias del fundamentalismo islámico. Con todo, internamente, las democracias occidentales están más amenazadas por la extrema derecha que por la extrema izquierda, afortunadamente reducida a escasas naciones. Claro está, sin considerar las amenazas de las potencias internacionales autoritarias y totalitarias, con ideologías difusas, tales como Rusia y China.

Desde la ultraderecha, se relaciona cualquier causa social y tipo de derecho humano, perfectamente vinculados con el liberalismo revisado, con la demonizada agenda progre y por ende, con “la izquierda”. Aquí se incluye desde cualquier política social solidaria con los económicamente más vulnerables hasta los derechos civiles de la diversidad, a saber, matrimonio igualitario y libertad de identidad y expresión de género. Desde la ideología patriarcal y machista, se pretende descalificar una supuesta ideología de género. En esa agenda progre también estaría el feminismo y el ecologismo, es decir, no sería encomiable seguir pugnando por la equidad de género entre hombres y mujeres, ni tampoco sería pertinente diseñar políticas para evitar seguir destruyendo el planeta y acabarnos como especie. El cambio climático y estas olas de calor serían un invento accesorio. En un contexto internacional signado por las guerras, las medidas solidarias, flexibles y compasivas en torno a la migración, también integrarían a la denostada agenda progre. Cabe señalar que todos estos derechos y causas sociales, han sido inicialmente propiciados por la socialdemocracia, para luego ser compartidos por casi todo el espectro político en Europa, incluida la llamada derecha y por supuesto los distintos centros.

En la comunicación social mediada, el tema LGBTIQ+ tiene una historia que se ha retroalimentado de los vaivenes socioculturales y políticos, entre retrocesos y progresos, apuntando recientemente a estos últimos. Desde el Código de censura estadounidense Motion Picture Production Code, de las décadas de los treinta, cuarenta y cincuenta, hasta la presencia natural de la diversidad en el audiovisual actual. En un contexto de persecución de la homosexualidad, el Código Hays (1934-1961), obturaba la visibilidad de la diversidad, salvo excepciones propiciadas por ciertos creadores que transgredían la normativa censora. El cine debía ser “edificante” y evitar la “inmoralidad”. El audiovisual tradicional censuró o estigmatizó a la diversidad, ocultándola o asignándole papeles estereotipados o estigmatizados. Era muy difícil encontrar algún homosexual representado en la trama y si lo era, se relacionaba con el estereotipo de “la loca” o en su versión femenina, la lesbiana vampiresa, entre otros encasillamientos, todos negativos y usualmente con finales trágicos. Hoy día la presencia de la diversidad en el audiovisual es variopinta y tiende al equilibrio, pero algunos alegan una supuesta inclusión forzada. ¿Estarían de acuerdo con volver a la censura? El Código Hays fue reemplazado en el año 1968 por la clasificación etaria.

En Venezuela, en este campo, como en tantas otras áreas, no nos hemos incorporado plenamente en el siglo XXI, y nos encontramos rezagados legislativamente, inclusive con relación a otros países latinoamericanos. Vergonzosamente, somos los últimos de la fila. No contamos con ninguna de las leyes internacionales para proteger nuestros derechos civiles. El régimen ha manipulado el tema de la visibilidad con la marcha del orgullo y la ha aprovechado para el proselitismo político y cooptar ciertos sectores, pero en el ámbito jurídico, sólo ha ofrecido bolsas clap legislativas; ninguna ley específica sino uno que otro artículo inserto en leyes variopintas. Algunos hablan con fundamento de homofobia de Estado, por acción y omisión. No son escasas las declaraciones homófobas en los medios por parte de importantes  funcionarios públicos. Y no existen políticas públicas a favor de los derechos de la diversidad. En el mes de julio del año 2023, la policía venezolana detuvo a 33 hombres gays en el sauna AVALON CLUB de la ciudad de Valencia, luego de haber irrumpido en el local privado sin orden judicial. La enrevesada acusación era “ultraje al pudor”. Un caso parecido a “El baile de los 41 maricones”, ocurrido en Ciudad de México, pero hace más de un siglo, el 17 de noviembre de 1901. Estas personas fueron sometidas al escarnio público, al hacerlos barrer las calles con las vestimentas que usaban. A los valencianos, en pleno siglo XXI, los expusieron de manera denigrante en las redes sociales, con trágicas consecuencias laborales y familiares para muchos de ellos.

El activismo LGBTQ+ ha logrado diversas formas y niveles de reconocimiento de derechos y deberes para las parejas del mismo sexo a través de diferentes instrumentos legales en un poco más de la tercera parte de los estados miembros de la ONU, concretamente en 71 países. En 36 naciones, el matrimonio igualitario es vigente y en otras 35 naciones, se reconocen otras formas de unión civil (ILGADataBaseWorld).

En la legislación internacional existen leyes y reglamentos que prevén procedimientos  para modificar el nombre y el marcador de género (“sexo registral”) en los documentos de identidad. “Estos dos procedimientos conceden a las personas trans y de género diverso la posibilidad de tener documentos de identidad que coincidan con su identidad y expresión, lo que a su vez les ayuda a acceder a otros derechos y servicios en su vida cotidiana”.

En cuanto al reconocimiento legal de la identidad de género, en 24 naciones se realiza por la autopercepción, en 21 se necesita un diagnóstico médico, en 18 se requiere cirugía o esterilización y en otros 18 están disponibles los marcadores de género no binarios. (ILGADataBaseWorld).

En suma, el orgullo gay, o más detalladamente, orgullo LGBTIQ+, es esencialmente político y rescata la dignidad de las personas pertenecientes a las otredades sexuales, como otra forma de defender derechos humanos. Celebramos la incorporación de nuestra problemática en la agenda de partidos de la plataforma unitaria, entre ellos Vente Venezuela, Voluntad Popular y especialmente Encuentro Ciudadano (EC), cuya presidenta fundadora es Delsa Solórzano, ex-vicepresidenta de la Comisión de DD HH de la Unión Interparlamentaria Mundial. Entre tantos derechos conculcados, esperemos que la transición que se avecina recupere no solo los derechos comunes a toda la ciudadanía, sino también, de manera efectiva y sin más dilaciones, los derechos de la ciudadanía diferenciada.


Referencias

Brousse, Dunand, Izcovitch, et al (1990). «La homosexualidad masculina en las estructuras clínicas». Rasgos de perversión en las estructuras clínicas. Buenos Aires, Manantial. pp. 120/126. ‘Ecole de la Causse Freudienne de París. Wikipedia.

Fornell, Laura (20.09.2020). “Hijras o el tercer género, de la mitología a la marginación”. El País. Planeta Futuro. https://elpais.com/elpais/2020/09/07/planeta_futuro/1599488663_460336.html

Singer, Florantonia  (27.07.23). “Homofobia en Venezuela: detenidos 33 hombres en una sauna acusados de “ultraje al pudor”. El País. Madrid. Internacional.https://elpais.com/internacional/2023-07-27/homofobia-en-venezuela-detenidos-33-hombres-en-una-sauna-acusados-de-ultraje-al-pudor.html

Notas

1 El término LGBTIQ+ está formado por las siglas de las palabras lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual y queer . Al final se suele añadir el símbolo + para incluir todos los colectivos que no están representados en las siglas anteriores.

2 Observatorio Regional de la Red Sin Violencia. https://sinviolencia.lgbt/cifras-de-violencia-en-latinoamerica-contra-personas-lgbti/

3 Monitor de Crímenes de Odio Marielle Franco. https://mundosur.org/mmf/

4 Observatorio de personas trans asesinadas. https://transrespect.org/es/map/trans-murder-monitoring/

La entrada El orgullo gay es político se publicó primero en EL NACIONAL.

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