Una juventud que ya no confía en la democracia: «Hemos nacido en crisis y sabemos que vamos a morir en crisis»
¿Renunciarías a la democracia por un sistema más autoritario? , en serio, ¿preferirías vivir en un país económicamente más próspero, pero menos democrático? Para muchos lectores la respuesta a estas preguntas puede ser obvia. Pero según la encuesta sobre hábitos democráticos del CIS de enero de 2024, uno de cada cuatro jóvenes españoles de entre 18 y 34 años no considera que la democracia sea preferible a cualquier otra forma de gobierno. Y no solo eso, los jóvenes de 16 a 34 años preguntados por el CIS catalán , ante el dilema democracia o prosperidad económica optan más por un país que garantice un nivel de vida adecuada, aunque no sea del todo democrático. Mientras, los mayores de 50 valoran la libertad por encima del bienestar material. Aquí no están todos los que son cuando hablamos de juventud, porque está el otro porcentaje que se resiste a caer en la tentación autoritaria. Que se niegan a ser llamados la generación de cristal con sorna, porque su resistencia es más pesada que el plomo y no ceden ante el mejor postor. No obstante, estas cifras no dejan de ser indicio de algo preocupante. Acaso ¿la democracia está fracasando en demostrar su valía? Parece que a nivel global no sea así, pero analizado más en detalle las cosas cambian. Ya no cala tanto la frase de Churchill: «La democracia es la peor forma de gobierno, exceptuando a todas las demás». Paula Requeijo Rey, profesora de Comunicación política de la Universidad Complutense, cuando pregunta a sus alumnos sobre el futuro, ellos dicen « No hay alternativa '. Hemos nacido en crisis y sabemos que vamos a morir en crisis», apunta a ABC. Esto explicaría la deriva autoritaria que se está viendo, porque como nos recuerda Steven Forti, autor del libro 'Extrema derecha 2.0', si un sistema político, sea el que sea, no consigue que una parte de sus ciudadanos crea que vivirá mejor en el futuro , tiene un problema. Y no es pequeño. Para Requeijo cuando llevas a tus espaldas varias crisis económicas como la de 2008, una pandemia o una crisis climática, lo que tenemos son tensiones continuas, junto a una desigualdad brutal entre las clases sociales. A eso se suma que el Banco de España alertara de que la mitad de los inquilinos está en riesgo de pobreza por unos salarios bajos y unos alquileres desorbitados. Es la crisis de la vivienda . Y lo peor es que la juventud no es responsable de estas condiciones. Lo único que han conocido los que ahora tienen de 18 años para arriba no es otra cosa que esto. Es entonces, cuando empiezan a creer que, tal vez, una forma de gobierno menos democrática con un líder fuerte sea una opción más conveniente. Esa duda va tomando forma y la derecha radical encuentra en ese resquicio su mejor caladero . La cuestión es qué distancia hay de la simple insatisfacción a la negación total. ¿Qué pensaría alguien de 50 años si estuvieras en el lugar de un joven? La democracia pierde adeptos y los españoles no son los únicos en evidenciarlo. Open Society Foundations , publicó un nuevo Barómetro Mundial, en el que se encuestó a más de 35.000 personas en 30 países sobre el estado de la democracia. Las respuestas de la Generación Z y los millennials más jóvenes de todo el mundo revelaron que un 42% considera que las dictaduras militares son una buena manera de gobernar. Y un 35% apoyaría a un líder fuerte que no respetase unas elecciones libres ni el poder legislativo. En cambio, solo el 20% de los mayores de 56 años consideran el dominio del ejército como una opción beneficiosa. Otros estudios, como el Latinobarómetro de 2023, siguen esta tónica. Entre la población de 16 y 25 años de edad, menos de la mitad, el 43% apoya la democracia en América Latina. Lo que buscan es seguridad. Una de las razones detrás de esto se resume en lo que dijo el presidente de Zambia, Hakainde Hichilema, en 'Bloomberg': «La democracia no te la puedes comer. Los derechos humanos pueden sostener el espíritu, pero no el cuerpo». Como destaca Héctor Sánchez Margalef, investigador del Cidob, la juventud ha encadenado crisis tras crisis. «Los partidos tradicionales no han cerrado ninguna de forma satisfactoria. Al final, los jóvenes reaccionan dando una patada al sistema », afirma Margalef. Javier Martín Merchán, politólogo de la Universidad Pontificia Comillas, sostiene que de alguna manera una parte de la juventud siente que están pagando los platos rotos de las generaciones mayores . Mientras que los emprendedores de la derecha radical aún no pueden ser culpados del desaguisado en el que se ha convertido la vida de los jóvenes. Son los oportunistas que dicen preocuparse por temas que no están en el tablero de los partidos ya institucionalizados . «Creo que hay gente que dice, voté al partido de Alvise, Se Acabó la Fiesta, porque Vox se me quedó corto», apunta Merchán. Hemos confiado en que los ideales democráticos tendrían la suficiente fortaleza para resistir solos y ha sido un error. Para Margalef hoy en día, las democracias están en peligro de muerte , irónicamente, no por golpes de Estado o guerras civiles, sino por erosiones que se generan desde dentro de las propias democracias. En ese caso, ¿qué significa que la democracia es el mejor régimen? Merchán nos explica que está la legitimidad difusa que viene a decir que apoyamos la democracia porque creemos que es el más justo de los sistemas. Y por otro lado, está la legitimidad específica que supone que creemos en la democracia porque es el régimen más beneficioso para nuestros intereses materiales. ¿Qué muestran las encuestas? «Que probablemente hemos creído que nuestras democracias gozan de más legitimidad de la que en verdad tienen», señala. Para Merchán que la democracia sea el más justo de los sistemas puede ser cierto para las poblaciones más adultas que han vivido experiencias dictatoriales o incluso una guerra . Pero no es así para las generaciones jóvenes que han nacido en un entorno democrático. «Probablemente la democracia lo que tenía para ellos era más una legitimidad específica. De modo que cuando se pregunta qué ha pasado para qué de repente piensen así, lo cierto es que nunca pensaron de otra forma. Su amor a la democracia para una parte de ellos era 'fake', falso. Me interesa si me hace prosperar, tener un buen puesto de trabajo, ascender en la escala social o acceder a una vivienda», establece Merchán. Cuando se les cae la venda de los ojos y ven los fallos del sistema , algo que ocurre cada vez más pronto por las redes sociales, se registra una deriva. Bennett Institute for Public Service de la Universidad de Cambridge publicó ya en 2020 que la proporción de personas que estaban «insatisfechas» con la democracia llegaba al 57,5% . Registrando el mayor nivel global en 2019. Durante mucho tiempo se habló de la excepción Ibérica que hacía que España no mostrara visos de un crecimiento de la derecha radicla, en contraste con otros países europeos. Pero para Margalef, la pulsión autoritaria siempre estuvo ahí. Y sobre todo « n o hay una inmunidad total contra el autoritarismo . Creíamos que la sociedad alemana estaba vacunada contra el fascismo y ahora vive el reflote de la extrema derecha», afirma Margalef. La economía no lo explica todo, pero es crucial. El economista Giray Gozgor, profesor de la Universidad de Bradford, se distancia de la creencia de que en tiempos de inseguridad económica los electores voten a partidos de izquierda porque son los que demandan una redistribución más justa. Gozgor, en cambio, sostiene que las crisis económicas provocan que las personas sean más receptivas a los mensajes de la derecha radical . Los votantes quieren castigar al 'establishment' cuando la economía se desacelera. También tienden a culpar a la globalización y a los inmigrantes de la falta de empleo y convierten en un problema algo que no es visto como tal. Solo al 7% de los encuestados del mundo les preocupa la inmigración. Lo que en verdad les inquieta a los jóvenes es la corrupción de la clase política. Requeijo señala que han crecido, desde que comenzó el 2000, con discursos antipolíticos que son una carga de profundidad contra la democracia. Otorgan poca credibilidad a la política convencional y a los medios. Al tiempo que oyen que el gobierno elegido es acusado de no ser legítimo . Es una crispación en sesión continua . Y las redes sociales son herramientas perfectas para polarizar esas ideas entre los jóvenes, mientras aumenta la desinformación y la incertidumbre. Esta polarización es la que explica que el 58% de los encuestados en el informe de la Organización de Soros, considera que este 2024 la tensión política de su país derivará en violencia física . Así lo creen dos tercios de los franceses y estadounidenses o el 73% de los argentinos. No en vano, desde hace años hay numerosos estudios en EE.UU que hablan de la posibilidad de que se desate una guerra civil en el país. Y el presidente galo, Macron, ha sugerido que podría producirse una guerra civil en Francia de salir elegida la extrema derecha. Otra pregunta es si los datos de una generación atraída por el autoritarismo pueden seguir aumentando. En ese sentido, destaca el ejemplo de China . Un país que ha crecido económicamente, pero que no es democrático y que puede convertirse en la primera potencia económica del mundo. En ese caso, Merchán señala que «la ciudadanía de los países democráticos occidentales, al ver precisamente que la primera potencia mundial ya no es democrática, tal vez digan: «por qué nosotros tenemos que serlo» . Acentuando así la erosión democrática. Sin embargo, no todo está decidido y menos cuando se habla de los jóvenes. Forti señala que le toca mover ficha a las instituciones y a la sociedad civil para recuperar la confianza perdida y eso supone más transparencia, mejor rendición de cuentas y una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones. «La democracia debería ser aquello que tú haces, no aquello que te hacen», dice. Requeijo incide en que estamos en un momento en que la ultraderecha se está normalizando . Propuestas que antes se consideraban impensables, incluso para las grandes mayorías, ahora pueden ser deseables. Si no apuntalas bien un sistema es fácil que se derrumbe . ¿Está fracasando la democracia? Esta duda o es indicio de que el autoritarismo tiene mucho terreno ganado o es la mejor prueba de que aún hay fortaleza de criterio.