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Deforestación mundial y la oportunidad argentina

Deforestación mundial y la oportunidad argentina

Avatar, una de las películas más exitosas de la historia, no sólo cautiva por su narrativa y efectos visuales, sino que también presenta un poderoso manifiesto sobre la sustentabilidad ambiental y social. Dirigida por James Cameron, la película retrata un planeta Tierra agotado por el consumo desmedido de recursos, trasladando la acción a Pandora, un mundo en donde la disputa por recursos naturales y entre comunidades refleja de alguna manera nuestras propias luchas contemporáneas.

En los últimos 13 años, se han destruido 43 millones de hectáreas de bosques y selvas, según el informe de Frentes de Deforestación de la ONG WWF. En 2023, según un informe del Instituto de Recursos Mundiales junto a la Universidad de Maryland, nuestro planeta perdió 3,7 millones de hectáreas de bosques, una extensión casi equivalente al territorio de Suiza, generando alrededor de 2 gigatoneladas de emisiones de gases de efecto invernadero.

Selva Tapón del Darién

En las Conferencias de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de los últimos años, los líderes mundiales vienen reforzando el compromiso no solo por frenar la deforestación, sino a revertir sus consecuencias. Para lograr esto, Forest Declaration Assessment, organización de la sociedad civil que realiza el seguimiento de los objetivos forestales a nivel mundial, declaró que se necesita reducir anualmente un 10% las tasas de deforestación. No obstante, según su último informe, ninguno de los indicadores globales parece ir por buen camino.

La organización Global Forest Watch incluye a cuatro países latinoamericanos entre los diez que más deforestan. Mientras Brasil y Colombia han logrado ciertos avances, Perú y Bolivia continúan enfrentando serios desafíos. Aunque Argentina no figura en esta lista, ha perdido casi un 17% de su cobertura forestal desde el año 2000.

A pesar de este panorama, hay razones para el optimismo. La regeneración ambiental está ganando terreno en el mundo empresarial, con un enfoque en la reforestación como estrategia clave. La Mesa de Carbono Forestal Nacional de Argentina tiene como objetivo posicionar al país en los mercados de carbono a nivel regional y global. En 2023, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación comunicó que ya se comenzaron a desarrollar y certificar proyectos de 400.000 hectáreas, lo que equivale a dos veces más la superficie de bosques que se perdió en el 2022. ¿Qué significa esto? Estos proyectos podrían evitar y capturar alrededor de 50 millones de toneladas de dióxido de carbono, haciendo de Argentina un mercado atractivo para inversiones orientadas a reducir la huella de carbono; una cuestión vital en el mundo de los negocios de hoy.

La descarbonización productiva, ya sea a través de la mitigación de la huella como de la compensación de la que ha sido imposible de evitar, se ha convertido en una demanda muy clara de las cadenas de valor y de las instituciones financieras a nivel global, con un impacto directo en las empresas argentinas. Un claro ejemplo que vincula el potencial de exportar y las buenas prácticas ambientales es la Unión Europea, que ejerce restricciones para bienes que tienen exceso de carbono y prohíbe productos provenientes de campos deforestados. La sustentabilidad se valora en el negocio de forma directa. Demostrarle a los clientes y a la cadena de valor la responsabilidad por mitigar impactos negativos y generar positivos, vale la pena, generando acceso a mercados más exigentes.

El mismo ejemplo se visualiza a la hora de buscar recursos financieros. BlackRock, el fondo de inversión más grande del mundo, desde hace unos años le exige a las empresas en las que tiene presencia un plan de emisiones cero para 2050. "Nos centramos en la sostenibilidad no porque seamos ambientalistas, sino porque somos capitalistas y fiduciarios de nuestros clientes", dijo Larry Fink, CEO de la entidad.

El mercado financiero, el mundo de los negocios y los inversores comienzan a tener un enfoque más sostenible y descarbonizar la economía aparece como una herramienta de competitividad. Según el último reporte de BYMA, en 2023 en Argentina se emitieron un 35% más de valores negociables SVS (Sociales-Verdes-Sustentables) que en el 2022, consolidando la preferencia por estos instrumentos en los últimos años. Además, de acuerdo a un estudio de la firma SMS, 44% de las empresas que cotizan en Bolsa en nuestro país son medidas y calificadas con parámetros ESG.

Esta tendencia impulsa a que proyectos del sector privado, como The Carbon Sink, Nativas, Carbon Neutral +, Nulla Exitus y tantos otros, ofrezcan soluciones y oportunidades para estas empresas, buscando generar un instrumento de valor para el mercado, el crédito de carbono, así como potenciar la conservación y regeneración forestal.

En paralelo, diversas organizaciones están liderando la reforestación. ReforestArg es una comunidad de voluntarios que busca restaurar los bosques nativos que se perdieron y concientizar sobre la situación. Árboles Sin Fronteras es otra de las asociaciones civiles en Argentina que desde 2010 se dedica a la forestación comunitaria y educación ambiental. Al día de hoy, plantaron alrededor de 15.000 árboles nativos y va por más. Baum Fábrica de Árboles, es otro de los emprendimientos que busca ayudar a recuperar los bosques nativos de Córdoba permitiendo, a través de la plataforma digital, plantar un árbol a distancia. Desde sus inicios en 2020, lograron vender aproximadamente 60.000 árboles.

La reforestación en áreas previamente deforestadas contribuyen capturando al menos 107 millones de toneladas de carbono de la atmósfera anualmente. Argentina posee una gran extensión y diversidad, otorgándole una posición privilegiada para tomar acción en pos de un futuro más sustentable. A medida que la deforestación se convierte en un problema global, Argentina tiene la oportunidad y la responsabilidad de tomar la iniciativa. Al promover prácticas empresariales y comunitarias que fomenten la reforestación, el país no solo contribuirá a la regeneración ambiental, sino que también generará nuevas oportunidades productivas y comerciales. Esto es crucial para fortalecer la competitividad de Argentina en el escenario internacional, demostrando que el desarrollo sostenible y la prosperidad económica pueden ir de la mano.

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