World News in Spanish

Dayana sigue enfrentando el odio

Dayana sigue enfrentando el odio

Estamos rodeados de racistas, xenófobos, homófobos, machistas...

Al leer los comentarios sobre los obituarios de Daya Hernández, publicados por los medios de comunicación, me di cuenta de que muchas personas están preocupadas por su alma.

Así que, en primer lugar, aclaro: la acompañé hasta el final, recibió los santos óleos y estaba en paz con Dios, dispuesta a someterse, si fuera el caso, a su juicio.

Algunos, en sus comentarios, afirman que le espera una eternidad infernal; yo lo dudo, pero más que eso, me pregunto: ¿por qué tuvo que vivir un infierno en la tierra? ¿Por qué otros seres humanos se encargaron de señalarla en la infancia, de golpearla en la adolescencia, de contratarla para que los hiciera gozar con su cuerpo aún siendo menor de edad? ¿A ellos les espera el infierno? ¿Ustedes qué creen? Sin clientes no hay comercio sexual, ¿está claro, no?

¿Con qué derecho un médico le inyectó aceite mineral e industrial en la piel si era un profesional y sabía de los efectos que tendría en el organismo de Daya?

¿Por qué ni a ella ni a todas las que pasaron por su consultorio clandestino les habló del consentimiento informado? ¿Por qué él está libre y ellas muertas o entrando y saliendo de los hospitales? A él, ¿le espera el infierno? ¿Ustedes qué opinan?

Dicen en los comentarios que no se les negó ningún derecho, pero el artículo 33 de la Constitución Política afirma que la totalidad somos iguales ante la ley, pero ¿accedemos a la misma educación quienes cursamos estudios en escuelas y colegios públicos que los que asisten a instituciones privadas? ¿Tenemos las mismas oportunidades laborales, acceso a créditos o a una vivienda digna?

Piensen antes de contestar: ¿a cuántos grupos privilegiados pertenecen ustedes? ¿Cuántas injusticias han vivido?

Si hablamos de pecados, ¿nunca han mentido ni cometido adulterio ni deseado a la mujer de su prójimo? ¿No han sentido gula ni pereza ni soberbia ni lujuria? ¿Están completamente arrepentidos?

Vivimos en un mundo donde el odio goza de buena salud; estamos rodeados de racistas, xenófobos, homófobos, machistas...

La gordura, las discapacidades, la pobreza, el alcoholismo y la fealdad generan más rechazo que empatía. Más temprano que tarde, puede que a nosotros nos discriminen y nos estigmaticen. Ojalá, eso sí, nadie se ría de nuestra muerte.

Dayana Hernández nació, por primera vez, el 15 de julio de 1983; por segunda vez, 10 días más tarde, cuando doña Mayra, su abuela, acudió al llamado y la adoptó; tenía la edad de sus nietos y la crio con amor. Ella llora al leer los comentarios de odio, de cómo se burlan de su dolor.

Dayana era conocida por su lucha antes de que la Opinión Consultiva 24/17, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, le permitiera que su nombre saliera así en la cédula.

Daya hizo hasta lo imposible por derribar las barreras de la educación y obtuvo el bachillerato, hablaba inglés y portugués, trabajó en un call center y mientras tanto, para sufragar esos gastos, ejerció el comercio sexual. Ya lo he dicho, clientes sobran.

Pero de todo lo que hizo en su vida, lo más importante fue fundar, junto con unas compañeras, una asociación sin fines de lucro donde hizo el bien sin mirar a quién.

Dayana no padecía por ser quien era, sino por los prejuicios de la sociedad. En el mejor sentido de la palabra, era valiente.

La autora es periodista.

Dayana Hernández.

Читайте на 123ru.net