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Alcaraz y un dejarse llevar que todavía es su peor rival

Hasta la prensa internacional tiene dudas de por qué lo hace. Por qué, de repente, Carlos Alcaraz parece evaporarse de la pista y todo lo que ha hecho con esfuerzo, se desvanece en un segundo. Por qué se empeña en complicarse los partidos cuando todo el mundo sabe que lo tiene en su mano. Pasó en Roland Garros y pasa de nuevo en Wimbledon, y es casi ya una seña de identidad. Por el momento, sin peligro real. Pero se lo toma en serio el murciano. «He tenido un gran nivel de concentración. Puede que en el tercer set, en el segundo juego, he jugado algunos puntos con muchos errores de mi parte. Él me ha roto y ha estado jugando mejor y mejor. No pude encontrar mi buen nivel en el servicio. Él estaba respondiendo muy bien mis saques, y ha sido muy difícil encontrar las soluciones, pero el tenis es así. Tenía 0-40 en el cuarto set y con algunos buenos saques he salvado el juego; he elevado el nivel, mi intensidad y he conseguido el set», comenta en inglés Alcaraz, consciente de que pasó ante Mark Lajal en el estreno, contra Aleksandar Vukic en la segunda ronda, pudo ser muy peligroso ante Frances Tiafoe en tercera y repite tropiezo en octavos contra Humbert. «Es verdad que siguen estando esas desconexiones, obviamente. Pero separaría dos cosas: una son las desconexiones y otra el no lucharlo. Sé que una de las grandes cosas que tengo que mejorar son esos apagones, intentar que pasen lo menos posible o que duren lo menos posible. En el tercer set me ha hecho break y ha subido el nivel que no me ha dejado entrar en el set. Me he dejado llevar un poco por la manera en la que estaba jugando él y yo no encontraba el hueco. Lo de no luchar es otra cosa distinta: yo siempre lucho cada punto. Y que pase lo que tenga que pasar. Pero hay que seguir trabajando en esas desconexiones», reiteró ya en castellano. Y se explayó después: «En esos momentos del tercer set no sabía dónde jugarle. Ha tenido un momento de esplendor increíble. Notaba que cada saque que hacía él estaba en el sitio, me restaba muy bien. Muy pocas veces estaba en posición de ataque después del saque. Siempre estaba o muy profundo o me hacía un golpe ganador. Y eso me provoca un poco de ansia de no estar en posición de dominar; Humbert con los paralelos o el saque siempre estaba en posición de ataque. Les he dicho que no sabía qué hacer, y ellos me han dicho que siguiera jugando y que estas cosas pueden pasar. Esto es tenis. Estaba de esa manera y luego he remontado el 0-40 y he acabado ganando el set». ¿Qué pasará cuando minimice todas esas desconexiones? Cada vez va mejor en esos momentos de tensión en los que muchos otros tenistas tiemblan y que él parece hecho de granito. No lo planifica, pero lo trabaja. Y así salen esos momentos en los que surge su magia cuando todo está en contra. «Lo que está planificado es el estilo que tengo que seguir en esas situaciones. No puedo planificar los golpes porque no sabes lo que va a hacer el otro. Pero sí tenemos claro el estilo: ir agresivo, a por ello. Si el otro se pone en situación de ataque, no toca otra que defender, pero si la oportunidad te llega en el primer golpe o en el segundo, tengo que ir a por ello. Eso es lo que me repito, lo que me dice el equipo. Muchas veces sale bien, otras no, pero las sensaciones en ambos casos son positivas». Porque por lo demás, va sobrado el murciano, que se sienta cada vez más cómodo y cada vez mejor y mejor en esta pista aunque tenga que jugar bajo techo por la insistente presencia de la lluvia: «No estoy acostumbrado a jugar bajo techo, y sé que muchos jugadores son mucho mejores que yo. Prefiero jugar al outdoor, pero tengo que adaptar mi juego a las condiciones». Cuando sale a la palestra mediática son las siete de la tarde en Londres, que es cuando comienza el partido de su siguiente rival. El murciano se cobija en las grandes pistas por su condición de ex número 1 del mundo y último campeón en Wimbledon, pero Roberto Bautista y Tommy Paul tuvieron que esperar toda la jornada para encontrar su hueco entre lluvia y lluvia en la pista 2, al descubierto. Él va a lo suyo, que es mucho. Pletórico en cuartos de final en Wimbledon por segunda vez en su carrera, como su maestro Juan Carlos Ferrero. Pero el pupilo aspira a mucho más. Ya superado el mentor, quiere repetir hazaña de título en la Catedral, y está a tres pasos de lograrlo, y con todas las armas preparadas. «Cada vez voy jugando mejor y mejor. Me encuentro muy cómodo, jugando grandes puntos y con grandes golpes». Incluso esos que dejan con la boca abierta al personal y a sus rivales. «La última vez que recuerdo que me caí y me recuperé y acabe ganando el punto fue contra Jannik Sinner en el US Open: me caí, me levanté y conseguí un passing ganador. Estaba por detrás y me recuperé con grandes puntos. Ese soy yo, luchar cada pelota, sin importante los golpes del rival o del lugar donde esté en la pista. Voy a ir a por ella, voy a intentar hacer un gran golpe creyendo que voy a hacer el punto. Es lo que pienso mientras corro de lado a lado de la pista». Y ya avisa: «Me estoy encontrando cada vez mejor, en cada partido. Las sensaciones son parecidas a las que tuve el año pasado y lo dije muchas veces: es sentirte cómodo moviéndote y es lo que me estoy sintiendo cómodo otra vez este año. Estoy empezando a deslizar y me trae más confianza para defender y pegar a la bola muy bien. Y con el resto y el saque he mejorado muchísimo. Me estoy moviendo muy bien. Las sensaciones son muy parecidas, pero es otro año y todo puede pasar». También tuvo tiempo de pensar en el partido de España del martes, que coincide también con su ronda de cuartos. «Apoyo a España. Y tengo buena relación con algunos de los jugadores; en particular, con Álvaro Morata. Es muy buen amigo. Sé que ellos me apoyan y me animan cuando juego yo, así que ahora es mi turno de animarlos a ellos. Espero no tener que jugar a la misma hora que su partido. Ojalá pueda ver algo. Yo he hecho mi victoria ante un francés en el tenis; espero que ellos hagan la parte del fútbol».

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