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Unos okupas en el País Vasco piden ayuda a la Ertzaintza para evitar que otros okupas detenidos en una operación antidroga entren en la casa

Abc.es 

La okupación es uno de los problemas que más preocupan actualmente en la sociedad. Hay algunos casos extremos como este que nos ocupa y que ha ocurrido en la localidad vizcaína de Alonsotegi, tal y como recoge 'El Correo' . Todo empezó a finales de junio cuando la Ertzaintza llevó a cabo una operación antidroga en la que detuvieron a varios involucrados, entre ellos un policía de Durango. Algunos de ellos residían ilegalmente en una casa a las afueras del citado municipio en la que la policía se incautó de 23 kilos de cogollos de marihuana, más de 5.000 plantas, 1,3 kilos de cocaína, 40 gramos de MDMA (éxtasis) y 78.000 euros en metálico. Una vez llevada a cabo la instrucción y puestos en libertad parte de los individuos, uno de ellos regresó a la casa , de tal modo que una vez allí se encontró que esta había sido de nuevo okupada, esta vez por una familia con niños. El okupa original se puso en contacto con la Policía para tratar de resolver la situación, y las autoridades le instaron a presentar una denuncia formal, toda vez que él aseguraba tener un contrato de alquiler, aunque la persona que se lo había ofrecido no era el dueño legítimo de la casa. Tras lograr entrar a la casa para recoger algunos objetos personales, la situación se puso aún más tensa cuando días después, el lunes de la pasada semana tal y como explica el citado diario, el okupa original se presentó en la vivienda con dos furgonetas y al menos una docena de compinches para intentar echar a los nuevos okupas . Estos, la familia, llamaron a la policía para denunciar la presencia de estos hombres que, según sus palabras, portaban machetes y se mostraban en actitud amenazante, un extremo que la policía no pudo demostrar. Al mismo tiempo, en esa llamada, los okupas actuales reconocieron estar en posesión de una escopeta y que no iban a tener reparos en usarla a modo de defensa. Tras personarse allí varias dotaciones de la Ertzaintza se produjo una segunda llamada por parte de los sehundos okupas en la que avisaban de que se marchaban porque no querían problemas . La historia, a falta de un posible nuevo capítulo, concluye con el okupa original volviendo a habitar la citada vivienda , una casa independiente de las afueras que no está en buenas condiciones de habitabilidad.

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