El lado más desconocido e íntimo de Unamuno: «Le daba vergüenza su tono de voz»
Brilla don Miguel de Unamuno en la Biblioteca Nacional de España, y lo hace al calor de un sol que arremete sin piedad contra la capital. La península se zambulle de lleno en el verano, y el hispanista galo Jean-Claude Rabaté arranca la visita inaugural a la nueva exposición sobre el intelectual bilbaíno con un refrán: «El clima de Madrid: nueve meses de invierno y tres de infierno». Es la cruz de que esta muestra, cargada de documentos de época, se haya inaugurado un 17 de julio; la cara es que podrá disfrutarse hasta el 8 de diciembre, cuando gozaremos de algo más de fresco. Jean Claude no está solo. A su lado le acompaña su inseparable Colette Rabaté , también hispanista y experta en la figura del que definen casi a coro –porque sí, son de esos matrimonios que acaban las frases del otro– como un hombre que «no quería militar en ningún partido político». Un 'outsider', que diríamos hoy, aunque ligado siempre a las tertulias relacionadas con el Congreso. De ahí, suscriben, el título que han seleccionado para esta exposición que comisiarían: 'Unamuno y la política. De la pluma a la palabra'. «Se casó, en definitiva, con la historia de España, aunque estuvo a punto de divorciarse de ella en muchas ocasiones», bromea el también catedrático emérito de Civilización Española en la Universidad de la Sorbonne-Nouvelle, París III. Narran los comisarios frente a la sala Hipóstila, cuyos corredores acogerán los paneles y documentos, que la exposición es una versión más pequeña de la que se organizó en la Universidad de Salamanca entre octubre de 2021 y marzo de 2022. Si allí había casi un millar de piezas, hasta el corazón de la capital han traído 165. El centro de todo son las cartas manuscritas de Unamuno, que vaya si han sufrido para escoger. «Tenemos centenares. Ofrecen matices que nadie conoce sobre su personalidad. Revelan, por ejemplo, que no estaba tan seguro de sí mismo como parecía», desvela Colette. Aunque no solo de cartas viven las exposiciones. La segunda pata que sustenta la muestra es una pequeña selección de los artículos que Unamuno publicó en prensa. ¿Cientos, millares? Dejémoslo en incontables, porque el bilbaíno solía criticar con fervor la política día sí, y noche también. «Si algo hacía era escribir; fue un autor insaciable», apostilla la comisaria. Jean Claude alza la voz sobre la de su esposa para suscribir que el intelectual colaboró con muchos periódicos, pero nunca con el ABC... Un diario cuya edición de Madrid, recordamos por estos lares, estuvo incautada por el Gobierno de la República durante casi tres años, entre julio de 1936 y marzo de 1939. Pero volvamos al recorrido, porque arranca precisamente con el que fue el primer artículo de Unamuno: 'La unión constituye la fuerza', del 'Noticiero Bilbaíno'. En él, explican los Rabaté, insistía ya en que había que huir de las divisiones. «Su relación con el País Vasco nunca fue tranquila. Hubo roces. Afirmaba, por ejemplo, que el vasco debía morir y que había que hablar castellano; pensaba que era uno de los factores de unión entre los españoles», explica Colette. Otras tantas, añade el matrimonio, dejan claro que fue un liberal convencido hasta el fin de sus días. Uno que, eso sí, repudiaba a los partidos políticos. Desde ahí, la exposición recorre desde su exilio en Fuerteventura, hasta su papel en la Guerra Civil . «¿El documento que me parezca más llamativo? Es difícil elegir tan solo uno... Quizá, los apuntes del 12 de octubre», explica Jean-Claude. Se refiere, como no podía ser de otra forma, al enfrentamiento que el intelectual y el general José Millán-Astray protagonizaron en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca y en el que el filósofo habría dicho aquello de «venceréis, pero no convenceréis». Aunque no desprecia la única grabación que hay de la voz de Unamuno. «Por cierto, sentía cierta vergüenza de su tono aflautado», añade el experto. Y es que esa es la ventaja de los documentos de primera mano: que dan visiones más íntimas y desconocidas de personajes como Unamuno. Así que pasen y vean.