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Pódcast | Rodrigo Cortés, premio Cavia 2024: 'La tortilla, ¿con tilde o sin tilde?'

Abc.es 

Este artículo fue publicado en La Tercera de ABC el 11 de marzo de 2023 y está incluido dentro de la serie de diálogos delirantes entre 'dos personas normales'. El tiempo es, en este sábado de invierno, normal, soleado incluso, lo que tampoco es infrecuente en una mañana de marzo. La primera persona normal llega pronto y se pide un café solo. Sus movimientos son calmados, su sonrisa, afable. No parece entender del todo por qué ABC se empeña en entrevistar a nadie en una terraza de parque tan normal, aunque tampoco parece darles muchas vueltas a las cosas. La segunda persona normal es -o se muestra- más nerviosa, pero su actitud inspira inmediata confianza, como lo hacen las risas con que interrumpe a veces su discurso. Le da un abrazo normal a la primera persona normal y se pide un té. -Es que café ya he tomado -se disculpa-. Llevo dos. Me ha dicho el pequeño que frene. -Pues dices tú -le replica la otra persona-, pero el café es muy bueno. Cuatro máximo, eso sí. Está lleno de polifenosos y cosas, es muy bueno para las cosas. Pero por la tarde no, que luego no duermes. -Son cosas distintas. -Por eso. Sólo entonces, aclarada la cuestión, encuentra este escribidor espacio para empezar la entrevista. -Cierta inquietud entre nuestros lectores nos ha empujado a pedirles que abandonen un ratito su sección habitual para ofrecernos su parecer sobre las tildes, ese asunto tan candente. Los lectores parecen cansados de escritores y filólogos… -Es normal. -Normal. -¿Qué opinan, pues, de las tildes? -¿Las tildes en general? -Sabrán ustedes que hay una en concreto que tiene en un ay a la nación. -A mí me gusta decir España. -A mí sólo si viene a cuento. Tampoco hay que decir por decir. -¿Ustedes cómo escriben «solo», con tilde o sin tilde? -Yo según. Primero, no escribo «solo» casi nunca, porque casi siempre estoy con alguien, y más desde que me caí una vez y hasta que no llegó el pequeño me quedé ahí, en el suelo del pasillo, pensando en mis cosas, y ya no me dejan. Segundo, que depende. Pero vamos, que yo a las tildes las llamo acentos. -Y yo. -Tildar, dicen ahora. -Mira tú. -Entonces, ¿con acento o sin acento? -Para gustos, los colores, como digo yo. -A mí se me daba muy bien la lengua, ¿sabe usted? El sujeto, el predicado, las preposiciones, que me las sé todas aún. El «solo» lleva acento o no según. Si es «solamente», se le pone. Si no es «solamente», para qué. -Yo no lo pongo. -Yo sí, para distinguir. -Se diferencia por el contexto. -Qué contexto, si a veces no hay contexto. He pedido un café solo y quería una magdalena, pero claro, como la chica cree que he dicho «sólo», pues se ha ido. -Pero ahora le pides la magdalena y le das contexto. -Pero, para cuando le he dado contexto, ya se ha ido a otra mesa. -Sí, eso sí. -Dicen los filólogos que está bien usar la tilde diacrítica para diferenciar las voces átonas de las tónicas cuando se escriben igual. Como sucede con «te», que no lleva tilde en «te quiero» y sí que la lleva en «té»… -Tenía que haberme pedido un té. -¿Quieres de este? -Ya no. Pero a ver si viene la magdalena. -… pero que no tiene sentido usarla para diferenciar un adjetivo de un adverbio. -Si lleva acento «café», lo normal es que lleve «té». Vamos, digo yo. -Eso también. -Si alguien dice, por ejemplo, «el defensa jugó limpio», al principio no sabremos si estaba limpio o si jugó limpiamente… -Si el defensa es del Sevilla, es adjetivo seguro. -… pero que no vamos a andar escribiendo «límpio» con tilde sólo para diferenciar palabras. -Pues me parece sensatísimo. -Pues a mí no. -Pues a mí sí. -Pues yo he puesto el acento siempre. -Esa no es una razón. También antes se podía ser racista y ya no. Ahora ya no se puede decir «negro», me parece. Te lo quitan de los cuentos. -¿«Negro» lleva acento? -Ya no puedes poner el acento en eso, esa es la cosa. Ni en el sexo. Ni en otra cosa que ahora no me acuerdo qué es. -La ropa. -Ahora ya no puedes decir nada, aunque veas a alguien vestido de mamarracho. -Yo creo que según cómo vaya. Si es un chico y se viste de chica, es apropiación. -O que se siente así. -La verdad es que ahora es un lío. -La verdad es que ahora sí. Por eso hay tildes críticas, supongo. -«Solo». ¿Con tilde o sin tilde? -Sin. -Con. «Limpio» no genera confusión. Casi nunca, vamos. Ni «lento». Ni «sabio». -Ni «mudito». Ni «gruñón». -Pero con «solo» es un lío muchas veces. «Trabaja solo los sábados». «Resolví solo dos problemas». «El pequeño solo fue capaz de hacerse la cena». -Será el tuyo. La mía no. -Con «solo» pasa mucho. Pasa todo el tiempo, si lo piensas. Y, claro, no quiere uno andar tropezando cada vez que lee; no quiere andar uno parando el cerebro a cada «solo» porque sí. -Dice la Academia que pongamos «solamente». -Sí, claro, así cualquiera. Eso sí que no. Pondremos lo que nos dé la gana, sólo faltaba, a ver si le vas a decir tú a un poeta la palabra que tiene que poner. Se habla como se habla. La palabra es la que es. -Entonces, ¿con tilde o sin tilde? -Sin tilde. -Yo se la echo. -Pues yo no. -Los adverbios están más jugosos con tilde. -Si es una tilde pequeña… -Sí, eso sí. Que no se note mucho. -Entonces, igual sí.

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