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Pedro y la desaceleración

Director de analítica de datos del IMCO y profesor de macroeconomía del ITAM.

Para casi cualquier persona es conocida la historia de Pedro y el lobo, en la que Pedro, siendo un niño, advertía a los pobladores de su aldea sobre el arribo de un lobo, el cual representaba un riesgo considerable para la seguridad de los aldeanos. También es conocido el desenlace de esta historia, en la que Pedro es continuamente desoído hasta que el lobo arriba y el riesgo se transforma en realidad. Este relato viene a colación porque en el entorno macroeconómico actual existen varios Pedros que han advertido sobre la llegada de la desaceleración que caracteriza a un cambio de sexenio y, tal como ocurre en el relato, el lobo llegó para sorpresa de muchos advertidos.

Las señales ya son suficientemente evidentes. El dato duro más reciente que da cuenta de la materialización de un menor crecimiento está en las cifras de creación de empleo formal que reporta el IMSS. Entre enero y junio de este año se han creado 295 mil puestos, cifra que se compara con los 514 mil empleos creados para el mismo periodo de 2023. La creación acumulada en lo que va del año ha caído en 42.6 por ciento y su magnitud se ha incrementado con respecto a lo que se observó entre enero y mayo. Para dicho periodo de 2024 se crearon 324 mil, cifra 33.7 por ciento más baja con respecto a los 490 mil puestos de los primeros cinco meses de 2023.

El próximo 30 de julio, el INEGI dará a conocer la cifra oportuna de crecimiento del PIB al segundo trimestre del año. Durante el primer trimestre la economía creció 1.6 por ciento anual, por lo cual el próximo dato será clave para entender el tamaño de la desaceleración que ya se anticipa. Hemos visto que la percepción entre los especialistas sobre un menor crecimiento con respecto a lo que esperaban a inicio de año ya es una realidad. La Encuesta de Expectativas de los Especialistas del Sector Privado, que realiza el Banco de México, reporta que la expectativa promedio del PIB para 2024 en enero de este año era de 2.4 por ciento, pero se ha reducido a 2.0 por ciento en el sondeo publicado en junio.

¿Por qué es relevante este dato para el seguimiento de la política fiscal? La respuesta es obvia pero muy relevante: porque prácticamente dos de cada tres pesos de los ingresos que recibe el sector público federal vienen de los impuestos, y de estos, cerca del 57 por ciento corresponden a la recaudación del Impuesto Sobre la Renta (ISR), que está estrechamente ligado al desempeño de la economía nacional, lo que no ocurre con el IVA o el IEPS, que son las otras fuentes de recaudación y que aportan el 27 por ciento y 12 por ciento del total de ingresos tributarios, respectivamente.

Tal como podemos advertir, la llegada de la desaceleración en las cifras de creación de empleos registrados ante el IMSS, es posible encontrar estas señales en los datos de recaudación del ISR. Las cifras más recientes del SAT muestran que en el acumulado de enero a junio de este año los ingresos tributarios fueron de dos billones 526 mil millones de pesos, un crecimiento real de 6.1 por ciento con respecto a 2023. Sin embargo, cuando analizamos únicamente la evolución del ISR, el monto acumulado en los primeros seis meses del año asciende a un billón 434 mil millones de pesos, una caída de 1.2 por ciento en términos reales.

Cuando evaluamos la trayectoria de estas cifras, de la misma forma en que lo hicimos para los datos de empleo formal, la magnitud de la caída se ha incrementado. Las mismas cifras de las autoridades fiscales reportan una recaudación total entre enero y mayo de dos billones 132 mil millones de pesos, de los cuales, un billón 220 mil millones corresponden al ISR. Dicho monto es 0.9 por ciento más bajo con respecto al mismo periodo de 2023 en términos reales.

Como han señalado las propias autoridades fiscales, hasta ahora los ingresos tributarios recaudados están en línea con el monto previsto en la Ley de Ingresos de la Federación para 2024, pero la razón por la cual se ha cumplido se debe a factores distintos a la actividad económica. Uno está relacionado con la estructura de devoluciones de IVA, que contribuye a explicar el crecimiento en la recaudación neta de este impuesto, equivalente a 5.1 por ciento real en la primera mitad del año. A ese dato se añade a una mayor recaudación de IEPS de 58.8 por ciento, la cual se debe al comportamiento de los precios internacionales del petróleo y los combustibles.

A pesar de que esa meta se ha conseguido, no deja de ser relevante el proceso de desaceleración económica, porque a medida que avance el año seguramente será mayor, creando una presión adicional a la baja sobre los ingresos tributarios vía una menor recaudación de ISR. Es poco probable que la recaudación de IVA y IEPS sea suficiente para compensarla, especialmente porque la propia desaceleración eventualmente afectará la cantidad recaudada de ambos impuestos.

Para la nueva administración, este factor es por demás relevante, ya que habrá mayores presiones sobre el tamaño del déficit al cierre del año, especialmente durante el tercer y cuarto trimestres del año. Por el lado del sector público, la necesidad de contener el gasto no creará las condiciones para que se frene esta desaceleración desde la postura fiscal, por lo cual serán críticos los mensajes que se envíen hacia el sector privado a fin de fortalecer la confianza de las personas que invierten desde las empresas y de las que consumen desde los hogares. El lobo ya está aquí, veremos si el nuevo gobierno es capaz de escuchar las voces de alguno de los Pedros.

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