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Fracaso de la política deportiva

Fracaso de la política deportiva

Una de las tareas del próximo gobierno será realizar una purga de malos servidores públicos que fueron impotentes en sus gestiones, tal es el caso de Ana Guevara en la Conade.

Partiendo del principio de que el deporte contribuye cada vez más a hacer realidad el desarrollo y la paz, promoviendo la tolerancia y el respeto, que respalda el empoderamiento de mujeres y jóvenes, así como los objetivos en materia de salud, educación e inclusión social, debemos apuntar el fiasco que resulta en el deporte como política de Estado en el gobierno de López Obrador.

Desde el pretendido adoctrinamiento en los libros de texto gratuitos hasta la decepción de la política deportiva, son solo algunas muestras de la improvisación de funcionarios públicos que fueron nombrados al frente de la SEP y de la Conade y a quienes les ganó más la ambición personal y la ignorancia, en lugar de comprometerse en cumplir las tareas fundamentales de ambas dependencias en bien de la niñez y juventud del país.

A unos días de que comiencen los Juegos Olímpicos de París 2024 —26 de julio—, quedó de manifiesto la indolencia presidencial por el deporte, visto este como una opción real para prevenir adicciones y violencia y como un catalizador social de superación y formación de buenos ciudadanos, al nombrar a incompetentes en ambas carteras (SEP y Conade) y quienes causaron daños como la deserción escolar; el pésimo nivel educativo en niveles de primaria y secundaria; el abandono de los atletas de alto rendimiento, que carecieron del apoyo institucional del gobierno federal (Conade) y tuvieron que buscar el patrocinio de la iniciativa privada y de particulares para llegar a los Juegos Olímpicos.

El principal escollo que tuvieron los atletas mexicanos que competirán en la principal gesta deportiva del orbe, no fue superar a sus rivales o mejorar sus marcas personales, sino resistir el embate de la directora general de la Conade, Ana Guevara, quien se constituyó como su enemiga número uno, en lugar de brindarles el apoyo gubernamental.

Etiquetada como la funcionaria más corrupta de la 4T —y vaya que la lucha estuvo cerrada—, Ana Guevara se pavonea en los Champs-Élysées con una bola de incondicionales entre entrenadores, médicos y equipo de apoyo de los atletas —quienes, por cierto, algunos tuvieron que comprar sus boletos de avión y pagar su hospedaje—.

Desde hace varios meses ha trascendido el despotismo y la belicosidad de la excampeona mundial de los 400 metros planos contra diversos atletas mexicanos como Paola Longoria o las nadadoras de nado sincronizado y de otros competidores que se ganaron su participación en la delegación mexicana con el esfuerzo propio, no solo en mejorar sus marcas, sino en una lucha contra el reloj para conseguir los recursos económicos y fondear su viaje y participación en la llamada ‘Ciudad de la Luz’.

Entre las primeras tareas que tendrá que hacer Mario Delgado, como titular de la SEP, será precisamente poner orden en la Conade, y aunque Claudia Sheinbaum designará a un nuevo titular de esa institución —que podría ser Moisés Muñoz, el exportero del América—, la realidad es que quien llegue tendrá que ir acompañado (a) de Raquel Buenrostro, titular de la Función Pública en el próximo gobierno, además de los auditores de David Colmenares, titular de la ASF, y de la propia Fiscalía General de la República, so pena de que si no lo hace, será el responsable de atender las acusaciones por desvío de recursos públicos que dejará Ana Guevara.

Un aspecto relevante del relevo de funcionarios al cambio de gobierno, aunque sean del mismo partido político, es precisamente la purga que se hace contra malos servidores públicos, y este es el caso de varias ‘joyitas’ de este sexenio como la misma Ana Guevara, Miguel Torruco, Manuel Bartlett y otros, que además de incompetentes fueron señalados por actos contrarios a la ley, por decirlo de manera elegante.

Cualquier política pública que se diseñe para combatir la inseguridad debe considerar aspectos preventivos, principalmente entre los niños y jóvenes, para evitar adicciones o incluso inhibir su participación en hechos delictivos, y es ahí cuando cobra relevancia la práctica de algún deporte.

No dude, estimado lector, que en cuanto empiecen a caer las medallas para México, los primeros que saltarán a la palestra para festejarlas serán Ana Guevara y el mismo presidente López Obrador, que se regodearán por el éxito de las muchachas y muchachos, sin caer en cuenta que esos éxitos se lograron sin el apoyo gubernamental.

Esta es otra de las asignaturas pendientes que tendrá la primera mujer presidenta y que, no tenemos ninguna duda, pondrá orden en el sector y no tanto para colocar a más mexicanos en el medallero olímpico, sino para brindarle a la juventud nuevos derroteros que les permitan abrir la puerta de la inclusión social y del éxito personal.

Cierto, el deporte es política y educación porque facilita la acción y la coexistencia de las personas; las enseña a convivir y socializarse.

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