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Bárbara Montes : «Desde los 25 años, todas convivimos con la pregunta de cuándo vamos a tener hijos»

Abc.es 

Bárbara Montes había detectado un limbo literario, el de las novelas que tienen como protagonistas a mujeres mayores de cuarenta años . «No nos morimos, ni desaparecemos del mapa cuando cumplimos esa edad; seguimos trabajando y teniendo una vida sexualmente activa, pero a partir de ahí, ya nunca protagonizamos los libros . Cuando cogemos una novela nos sentimos un poco solas porque las protagonistas, aunque podemos empatizar con lo que nos cuentan, son diez años más jóvenes o ya de setenta. Yo quería hablarle justo a esas mujeres», explica la escritora. Y lo hace, precisamente, con 'Tenemos que hablar' (Ediciones B), su segunda novela para adultos tras 'Julia está bien', en la que narraba las vivencias de su abuela en la Guerra Civil , cuando pasaba información a los presos republicanos en su tartera al visitar a su novio en la cárcel. Su realidad más cercana también inspira su último libro. «Cuento cosas que le han pasado a mis amigas y a mis familiares a lo largo de los años. Conozco muy pocas mujeres que sigan con el mismo hombre con el que estaban con veinte o veinticinco. La mayoría de ellas, y yo misma, hemos estado un porrón de años con alguien, luego lo hemos dejado, hemos estado un tiempo solas y nos hemos enamorado de otra persona después. No estoy hablando tanto de Eva y de Tima -las protagonistas- como de cuando nos desenamoramos y enamoramos . Es algo por lo que todas, o casi, hemos pasado», relata Montes. El punto de partida está a medio camino entre 'Una proposición indecente' y la lista de famosos con los que acostarse que los personajes de 'Friends' elaboran para que no les cuente como infidelidad. («Yo también la tengo. En ella están Chris Evans y James McAvoy . El tercero está vacante», confiesa). En 'Tenemos que hablar', el marido de Tima le pide permiso para tener relaciones sexuales con otra . «Y esto es una historia real . Está basado en algo que le pasó a una amiga mía», puntualiza. Mientras ella recorre esos vericuetos sentimentales, Eva va justo en la dirección contraria. Entre esos dos polos, se despliega un abanico de relaciones en el que entran los amigos de sus protagonistas e incluso sus propios progenitores: «Eso también es algo que he visto a mi alrededor. Yo no me enfrento a los problemas y a las relaciones de la misma manera que lo hacía mi madre o que lo hacen mis sobrinas y sobrinos. No es lo mismo tener 20 años y empezar a salir con alguien que tener 30, 40, 50 ó 60. Somos de generaciones diferentes con referencias distintas y es normal que nos comuniquemos de distinta forma. Hay una evolución , una manera diferente de resolver las cosas. Y eso sí quería ponerlo negro sobre blanco». También queda reflejada la importancia del humor hasta en los momentos más oscuros y cómo este se modula al compartir tu vida con alguien. Cuando se enciende la llama de la complicidad, cuando entra en acción la mente colmena : «A Juan y a mí nos ha pasado eso», relata la autora refiriéndose a Juan Gómez-Jurado , autor de la saga 'best seller' Reina Roja. «Teníamos un humor bastante cruel, bastante negro -prosigue-, pero ahora se ha entremezclado con algo parecido a las bromas de padre y al humor 'cuñao' y yo qué sé. Al final cuando dos personas comparten tanto tiempo juntas empiezan a pensar de manera muy similar. De repente estamos viendo algo, una peli o una serie, y ¡pum!, soltamos la misma frase a la vez. O empieza él a decir algo y lo termino yo, o al revés. También me pasa con amigos y con amigas. Es precioso llegar a conocer tanto a alguien que sepas lo que está pensando en un momento dado». Montes y Gómez-Jurado también unen sus dos mentes para crear sus exitosas series 'middle grade' de 'Amanda Black' y 'Herederos'. «Los primeros libros sí eran más a cuatro manos y ahora son más a dos solo, que son estas dos -afirma, agitando las suyas-. Entre novelas, 'pódcast', la serie de Reina Roja… Juan está muy liado. Las historias sí las montamos los dos juntos. Damos con una estructura, con lo que queremos contar en ese libro. Luego la que lo escribe principalmente soy yo . Y el año pasado le dije: «Mira, me apetece hacer otra novela adulta. Lo siento mucho, este año nos vamos a ver muy poco. Y el verano pasado escribí 'Tenemos que hablar'». Montes reconoce que lo que más le costó del libro fue conseguir que Tima y Eva tuvieran dos personalidades distintas, con sus puntos fuertes y sus puntos débiles. «Son dos mujeres que están prácticamente en la misma generación. Crear la voz de cada una de ellas y que se pudieran diferenciar fue lo peor, lo que más me llevó ». Lo que las une es una misma ciudad -Madrid- y el mismo periodo de tiempo en el que dan un golpe de timón en sus vidas: «Mi opinión personal es que el período para cambiar algo es un año. Si dar ese salto, sea bueno o sea malo, nos lleva más de ese tiempo, no lo vamos a dar». A partir de ahí, sus trayectorias vitales son opuestas. Tima se replantea la relación con su marido, no desde dificultades conyugales manifiestas, si no de desde la comodidad de un matrimonio que se desenvuelve a la perfección en la rutina y en el que el sexo tampoco es el problema : «Puedes estar a un nivel sexual muy a gusto con una persona, pero a nivel emocional no estáis llegando a donde tenéis que llegar. Nos cuentan el cuento hasta que la pareja se casa, pero es que ahí no acaba el cuento; ahí es cuando empieza. Cuando se rompe un matrimonio normalmente es porque la pareja ya ha dejado de hablar, ya no hay una comunicación; se limita a hablar de cosas prácticas. Hay matrimonios que funcionan muy bien así, pero yo creo que tampoco estamos para conformarnos hoy en día. Personalmente, prefiero vivir enamorada de mi pareja ». Eso es precisamente lo que más aterroriza a Eva porque pone en solfa todo por lo que ella ha luchado desde pequeña y todo lo que ha logrado construir con su esfuerzo. A falta de un paso para conquistar el cénit de su carrera , se resiste a arriesgar su fortaleza por una pareja o por formar una familia. «Entiendo que es un personaje que se está limitando, se está poniendo palos en las ruedas ella sola, pero lo entiendo. Empatizo muchísimo con ella . El ámbito laboral no sopla a favor de las mujeres y cuando una ha llegado casi a lo más alto, no quiere perderlo. Yo he trabajado siempre en entornos internacionales. Viajaba muchísimo. Estaba hoy en Nueva York, mañana en Las Vegas, luego 15 días en Estonia… Lo que surgiese. En todas esas empresas me han preguntado que cuándo iba a tener hijos. Todas convivimos con esa pregunta desde los 25 años. Pero si yo hubiese tenido un hijo , se hubiese esperado a que fuese yo la que renunciase al trabajo, no mi pareja. Y no estaba dispuesta. No lo hubiese hecho ni muerta. Elegí el trabajo. Y nunca me he arrepentido».

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