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Sale el agro, entra el BCRA: hasta cuándo habrá dólar blend "oficial"

Hasta que Javier Milei llegó al gobierno, la visión que tenía la sociedad sobre qué representaba el liberalismo económico era nítida: un reino en el que el mercado era Dios, y donde todo se resolvía en función de la oferta y la demanda, sin intervención del Estado. La actual gestión, sin embargo, empezó a ponerle asteriscos a la teoría clásica, justificando dosis de pragmatismo que asombran a los ortodoxos.

El capítulo más borroneado y reescrito de este manual probablemente sea el que afecta a la política cambiaria. En la Argentina el precio del dólar no es cualquier precio. Luis Caputo lo aprendió en 2017 como presidente del Banco Central, y tiene claro que en la City porteña las manos que juegan en ese sector son pocas, y con gran capacidad de acomodar las cotizaciones.

Javier Milei

Los gobiernos declaran que no les "importa" el dólar libre, aunque eso es solo cuando baja. Hay que decir, no obstante, que la inflación y la nominalidad ayudaron a los funcionarios a que el peso de este mercado decrezca. El movimiento de dinero físico se hace cada vez más complejo (las fotos de los carry on circulando por la City en 2023 lo dejaron a la vista). Por eso toda la artillería apunta a los financieros, que parecen libres pero tampoco lo son.

El dólar blend fue un ingenioso desarrollo del equipo de Sergio Massa para darle rentabilidad al agro sin devaluar. Al asegurarse una oferta contínua, también logró ponerle techo a los demás dólares, porque la brecha habilitaba negocios millonarios.

Terminada la cosecha de soja 2024, la liquidación de divisas mermó. Con menos dólares, también hubo menos blend: los precios de los financieros se despertaron y la diferencia con el oficial llegó a tocar 60%. Hasta que apareció el pragmatismo.

El argumento de que el BCRA deje de emitir pesos por absorber los dólares del superávit comercial tiene su lógica. Un liberal diría que lo correcto es que ese precio sea libre, con lo cual se ajustaría a lo que estuviese dispuesto a pagar la demanda. Así el Estado no compraría de más (a menos que el Tesoro lo haga con sus ahorros). Pero esa sería la teoría sin cepo. Con cepo, llegó la reinvención del blend.

El Central ofrece ahora ceder esos dólares vía contado con liquidación y absorber pesos con un margen de ganancia. No espera bajar la brecha a la mitad. Solo quiere que no suba. Para eso aportará las divisas que dejó de traer el agro hasta que se reinicie el ciclo exportador. Cuando el blanqueo y el sector energético sumen fondos, la calculadora oficial imagina que el precio podría acercarse a los $ 1031 anotados en el Presupuesto para fin de año, el escenario "neoconvertible" en el que nacerá la competencia de monedas.

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