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Sobre la cíclica preocupación por Junaeb

Hace unas semanas que llevo pensando en nuestra institución, sus inicios, su historia, sus dificultades y aportes al país. Cómo fue que desde una visión integral de ayuda a la infancia más vulnerable, que congregaba diversos actores locales, llegamos al punto en que nos encontramos actualmente. permanentemente cuestionada, llena de animales carroñeros merodeando e inmersa en un mar de desconfianzas internas. 

Como funcionaria veo con distancia y recelo cómo autoridades políticas se posicionan según el interés del momento, a favor o contra la dirección de Junaeb. Ya nos acostumbramos a que los actores de partidos de oposición aprovechen las debilidades de nuestra institución, para atacar su imagen y quehacer. 

Tanto así, que ex directores ahora son los “paladines” de la función pública y referentes de la gestión modelo, cuando la verdad es que no dejaron mucho trascendente en su paso por Junaeb. Sólo se encargaron de administrar, profundizando el modelo neoliberal y en el caso de Tohá además, maltratando e implementando un proceso de modernización fracasada e ilegal.

Como dirigenta sindical veo que la discusión de fondo no aparece, aquí no hay interés en fortalecer la institucionalidad, no se quiere reforzar la capacidad de supervisión, pues seguimos hace años supervisando con alrededor de 100 personas para más de 8000 establecimientos educacionales. 

Sin embargo, pese a las constataciones de Contraloría General de la República, los escándalos mediáticos y las comisiones investigadoras, no se modifica la dotación ni las facultades para exigir más a las empresas contratadas, ¿saben por qué? Porque quienes ganan con esta vulnerabilidad no tienen intención de cambiar las condiciones, pues estas son las que les permiten las ganancias económicas, ganancias que también se permiten gracias a los vínculos políticos que dichos negocios tienen. 

Todo este entramado de política y negocios, sumado a personajes que transitan entre Junaeb y empresas prestadoras, han erosionado aún más la vulnerabilidad institucional, donde la información, el famoso “know how”, se lo llevan a las empresas que luego contratamos. Un negocio redondo. Externalizamos las ganancias e internalizamos los costos, porque cuando hay problemas, cuando las empresas no pagan a las manipuladoras, cuando una empresa incumple o quiebra, Junaeb es responsable y debe responder. 

Una institucionalidad débil, a la que le atribuyen y exigen estándares de alto nivel merece más que un par de noticias y reportajes, merece una estructura fuerte y acorde a la gran tarea que realiza, una plana directiva competente y comprometida, que respete, reconozca y trabaje en conjunto con quienes son parte fundamental: sus trabajadores y trabajadoras.

Es imposible garantizar el funcionamiento óptimo de los programas en calidad y oportunidad sin invertir en nuestra estructura y recursos, con dotación y sistemas de soporte que permitan estar a la altura de lo que nuestro país necesita y quiere para las niñeces y adolescencias.

Si realmente existe interés, si de verdad lo que hay detrás de toda la parafernalia mediática política, es una preocupación por Junaeb y su quehacer, esperaría al menos iniciativas tendientes al fortalecimiento institucional, que obviamente no pasan por cambiar una dirección ni un ministro de turno, sino por impulsar cambios relevantes como nuestra ley orgánica o la ley de alimentación que, si bien no resuelven todas las dificultades, van en una dirección correcta.

Finalmente, como mujer no puedo dejar de asombrarme por el trato que le han dado a quien es actualmente la Directora Nacional, pues más allá de los problemas y críticas que se pueden hacer a su gestión, que son siempre válidas y respetables, hemos visto cómo públicamente se le trata de una forma que no recuerdo haya existido antes con un Director Nacional. 

No recuerdo una actitud semejante a la que tuvieron los conductores de Radio Bio Bio, interrumpiéndola constantemente, faltándole el respeto y llegando a señalar que como institución “valíamos callampa”, evidenciando una discriminación de género inaceptable por una parte, y un insulto gratuito a nuestra institución y a todos quienes formamos parte, pues nuestro trabajo y misión institucional no sólo son loables, sino también permiten corregir, nivelar en algo la desigual cancha que la educación representa para las familias de nuestro país. Sin Junaeb, la desigualdad sería aún mayor, sin alimentación, sin el cuidado de la salud física y mental, sin los útiles, la TNE, los computadores y las becas, no sería posible sostener la educación de muchas y muchos.

Junaeb es una institución única y fundamental para posibilitar la educación de más de 2 millones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, y por ello, es urgente pensar en serio la institución que Chile necesita, abandonar las peleas chicas, para pensar y trabajar por un verdadero fortalecimiento institucional, uno que piense y refuerce la función pública que cumplimos y a la vez dote de los recursos suficientes y necesarios para garantizar el derecho a la educación. De lo contrario, seguiremos sujetos a los vaivenes políticos y económicos de turno, al juego que protagonizan otros y del cual somos apenas, espectadores.

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