El nocaut que mató a Juan: una bronca absurda por una videollamada lleva la tragedia al concierto de Karol G
Tres mujeres, una madre y dos hijas, acaban de salir del último de los cuatro conciertos de Karol G en el Santiago Bernabéu. Pasan de las 0.30 de la madrugada. La marabunta de público, alrededor de 57.500 personas, se dispersa por las calles aledañas; el ambiente es de jolgorio . La misma ruta de salida que trazan ellas, por la calle de Padre Damián, es la que toma Juan, un hombre vigués de 42 años, dedicado a la banca y afincado desde su época de universitario en Madrid. Juan, al que todo su entorno describe como un bonachón «que jamás se ha metido» en problemas, marcha acompañado de dos amigos. Ninguno de ellos podrá jamás imaginarse lo que está a punto de suceder. Eufórico por lo vivido en el coliseo blanco, el vigués se adelanta a sus acompañantes para hablar con su novia por videollamada, sin saber que las tres mujeres del principio de esta crónica van a toparse con él. Al llegar al cruce con la calle de Alberto Alcocer, estas creen que Juan les está grabando y le recriminan acaloradamente la acción; un error a la postre fatal. Juan trata de calmarlas, hasta el punto de que el aludido se disculpa en reiteradas ocasiones por algo que ni siquiera ha hecho: el motivo de la confusión se debe a que el gallego estaba enseñando el ambiente y los llamativos disfraces de los asistentes a su pareja, motivo por el cual había volteado la pantalla de su terminal. Así de simple y así de cruel, a tenor de la inminente sucesión de acontecimientos. En plena discusión, entra en acción un individuo de 33 años ajeno a los dos grupos, quien, ni corto ni perezoso, propina dos puñetazos a Juan por la espalda. El vigués cae al suelo y se rompe la base del cráneo al chocar contra el adoquín. Según relataron testigos presencial a ABC, los golpes de este sujeto son propios de alguien con conocimiento en algún tipo de arte marcial. De hecho, la estatura de Juan, alrededor de 1,80 metros, y el peso, más de 100 kilos, evidencian más si cabe la dureza de la embestida. «Con una simple bofetada no tiras a nadie de esa envergadura», aseguraban ayer desde su círculo más cercano. De vuelta a la escena, dos agentes de la Policía Municipal que, precisamente, cortaban el tráfico en ese punto para hacer más llevadero el tránsito tras el concierto, son los primeros en llegar. De inmediato, detienen al causante de la agresión y lo colocan en posición lateral de seguridad hasta la llegada del Samur-Protección Civil. A su llegada, los facultativos atienden al varón, aquejado de un traumatismo craneoencefálico severo con otorragia izquierda. Es intubado y conducido muy grave al hospital de la Paz. «Se ha procedido a aislar la vía aérea, con intubación endotraqueal, se ha mantenido hemodinámicamente estable, siendo trasladado al Hospital de La Paz, con preaviso hospitalario», explicaría después la jefa de guardia del propio Samur, Yolanda Lahoz. Su estado es tan delicado que ya en el traslado al centro se debate entre la vida y la muerte. Un complicadísimo diagnóstico, en definitiva, del que tristemente no se podrá recuperar. Su fallecimiento se confirma pasado el mediodía de ayer. La noticia corre como la pólvora y el Grupo VI de Homicidios de la Policía Nacional coge las riendas de la investigación. Antes, el propio Cuerpo Municipal ya ha hablado con la novia del fallecido y esta les ha confirmado que efectivamente estaba hablando con Juan en el momento de los hechos, una declaración que será cotejada y aportada a las pesquisas de la investigación. Los agentes se centran ahora en recabar el testimonio de las tres mujeres que creyeron ser grabadas, una madre y sus dos hijas, de 19 y 20 años, procedentes todas de Granada; y de los amigos del fallecido. El visionado de las cámaras de la zona será también fundamental para esclarecer si hubo algún tipo de discusión previa entre el agresor y el finado o la embestida se produjo de forma sorpresiva, lo que podría variar radicalmente el delito que finalmente se le impute. Este suceso pone fin a una aciaga rueda de actuaciones consecutivas de Karol G en el coliseo blanco. Al menos a nivel vecinal, con problemas de ruidos hasta altas horas de la madrugada, botellones, orines y problemas de movilidad. Además, los cuatro conciertos de la colombiana se han saldado con más de 40 asistencias sanitarias leves, incluidos 13 traslados al hospital.