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Vega Baja, sin solución

Abc.es 

Han pasado 18 años desde que, en 2006, se paralizó del proyecto inmobiliario de 1.300 viviendas en la Vega Baja de Toledo . Un modelo de política y técnica urbanística que al mismo tiempo alcanzaba su cenit de incivilidad en el Quiñón de Seseña. Consistía en algo muy simple: allí donde había un vacío, fuese cual fuese, se ocupaba, como fuese, en nombre del progreso, con muchos pisos, muchos coches y pocos árboles . Toledo se contagió de este urb-anismo. Ante lo que habría sido el daño irreparable al paisaje cultural de la ciudad tardoantigua, el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda , en un gesto político insólito, anunció ese 26 de julio que la Vega Baja de Toledo sería « un yacimiento arqueológico y allí se va a hacer una excavación científica y sistemática que va a durar en el tiempo y que finalmente va a ofrecer a la ciudad, como espacio público, un lugar que va a ser apasionante por lo que significa históricamente«. Tras ese instante de sensatez optimista, bastó con la construcción de dos bloques de viviendas , que se alzarían milagrosamente a pesar de la paralización, para sentir la flatulencia del daño que el plan habría tenido sobre el paisaje de la ciudad. De nuevo la ciudad volvía al cólico de calles de negro asfalto. Siguiendo ese ideario de ocupar vacíos, y sin un plan conocido, brotaron en la Vega Baja los aparcamientos desarbolados y desoladores de Santa Teresa y Fábrica de Armas ; como complemento necesario el Ambi Pur de un espacio de greenwashing, florido de piedras de colores, que transforma las ruinas altomedievales en una majada ininteligible. En ese camino de indigestión urbana in crescendo, otro empacho más: el nuevo cuartel de la Guardia Civil, a un lado y otro de la vega, primero sobre el yacimiento (conocida su existencia) y después sobre suelos inundables (conocida su inundabilidad). ¿Alguien sabría explicar qué urbanidad relaciona estos proyectos? Mientras la arqueología, que había conquistado el sitio calificándolo como yacimiento, ¡¿en qué quedó?! Después de tanto expediente, de tanta excavación, de tanta y tanta inversión pública, la realidad es que seguimos sin saber nada nuevo de qué es, qué fue, y qué será la Vega Baja . Cientos de cajas con materiales arqueológicos sacados del sitio esperando ser estudiados, almacenados en el expolio del olvido. Ni un solo texto, estudio, publicación, o congreso, reconocidos por el mundo científico, que den sentido y expliquen a la ciudadanía esta parte oscura de la historia de la ciudad. Entre tanto, el georradar vuelve en su tourné anual para recordarnos una y otra vez lo que ya sabíamos : que Vega Baja es un sitio de gran potencial arqueológico, otra vez más. Como si del juego de la oca se tratara, el juguete salta de un suelo a otro y, en una visión simplona de la ciudad y del paisaje, en función solo de si hay piedras o no en el subsuelo, decide en ausencia de un plan sensato, dónde sí o no plantar la penúltima ocurrencia. De nuevo la misma excusa y el mismo daño, el exceso de gases del vacío metabolizado. ¿Acaso no es la ciudad lo que hay entre las casas y los monumentos , sus espacios libres, ahora devorados con bendición de vacío arqueológico? Llevado ese modelo a su máximo absurdo, ¿por qué no ocupar todo, incluidas plazas, calles, vegas y rodaderos? Aún más, ¡arrumbemos toda la ciudad! Así habrá más ruinas que estudiar y más sitio para el progreso. Y ahí sigue el Toledo carranclón, en el deterioro galopante de la conciencia técnica de la ciudad, que en una mezcla de incultura de buen gobierno, conflictos de intereses, nepotismos, descuidos, omisiones e impericias , es el unte que engrasa expedientes de gangrena. Hace calor, llegará agosto con otros proyectos macerados en el pudridero y refrescados a la sombra de la siesta estival. Suena una canción ochentera: «Las noticias van a peor pero estamos tranquilos frente al televisor. Nuestras ideas bajo control…»

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