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Las dos claves para reconstruir la agresión mortal tras el show de Karol G: el relato de los testigos y una cámara en la acera opuesta

Abc.es 

Libertad provisional, imposibilidad de salir al país y obligación de comparecer cada dos semanas en sede judicial hasta que concluya la causa. Esa fue la decisión tomada ayer por el juzgado de instrucción número 6 de Madrid, en función de guardia, respecto al hombre mallorquín de 33 años que agredió mortalmente a Juan F. G. , vigués de 42, a la salida del último de los cuatro conciertos de Karol G en el Bernabéu. Esta decisión no altera la investigación que se cierne sobre el detenido por un delito de homicidio imprudente, una calificación que podría variar según avance el citado caso. Las fuentes jurídicas consultadas por ABC sostienen que su puesta en libertad entra dentro de lo lógico, dado su bajo riesgo de fuga y la ausencia de dolo en la posterior muerte de Juan en el hospital. La instrucción, no obstante, está aún en una fase inicial, por lo que el Grupo VI de Homicidios de la Policía Nacional sigue recabando pruebas a fin de entregarlas al juzgado de instrucción 54, el mismo que ya se encargó del levantamiento del cadáver y a partir de ahora al frente del procedimiento. Como ha venido informando este periódico, el testimonio de los testigos será clave para determinar la magnitud de los golpes . Cabe resaltar que los dos amigos que acompañaban a Juan en el concierto no estaban con él en el momento de los hechos. Al salir del estadio, el vigués se adelantó unos metros para hablar con su pareja por videollamada, y solo cuando yacía inconsciente en el suelo volvió a ser visto por sus acompañantes. Así, los agentes centran sus pesquisas en las personas ajenas a ambos grupos que sí pudieron contemplar lo acontecido. Los primeros asistentes al show que atendieron al finado (hasta la llegada de los agentes municipales, que regulaban el tráfico a pocos metros de allí), observaron al agresor, «un tipo con muy malas pintas», encararse con Juan y propinarle dos fuertes puñetazos que lo tumbaron a plomo. «No parece que fuera la primera vez que los daba», resumen, con la impresión de que la rapidez de la acción es propia de alguien que sabe pegar. Ello contrasta con la primera versión aportada por el arrestado a los agentes, en la que señaló que solo le había lanzado un golpe defensivo al creer que el de Vigo le iba a agredir. Una declaración que no concuerda con las reiteradas disculpas y explicaciones que el malogrado trató de dar a las tres mujeres de Granada, segundos antes de la entrada en escena del mallorquín. El visionado de una cámara de seguridad, instalada en la acera opuesta a la embestida, podría ser otra pata fundamental para arrojar luz a la reconstrucción de los hechos, tanto por la naturaleza del ataque (entre otras cuestiones, si hubo o no posibilidad de defensa), como por la propia huida del responsable, detenido poco después gracias a la descripción aportada por los presentes y la rápida actuación de los policías. Mientras, el funeral del gallego tendrá lugar en Vigo, una ciudad de la que salió para estudiar en Madrid con tan solo 19 años, y quedarse a vivir definitivamente. La muerte de Juan, hijo único y sin descendencia, ha sido un mazazo que nadie en su entorno comprende: ahora, su madre, pareja y amigos lloran su pérdida y piden justicia por lo que consideran un ataque «brutal y totalmente gratuito».

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