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Natación Marchand, el nuevo héroe de Francia

Abc.es 

Lèon Marchand sale del agua, mira a las gradas y parece desconcertado ante lo que ve. Parece preguntarse que sucede para que los miles de aficionados que abarrotan las gradas de La Defense Arena griten enloquecidos su nombre. Lo que sucede es que la piscina olímpica asistió a la confirmación de un nuevo héroe del deporte francés , un ídolo por el que muchísimas personas pagaron su entrada, se desplazaron hasta París e hicieron colas kilómetricas para entrar en la piscina y gritar hasta quedarse sin voz para celebrar el primero oro y casi récord del mundo de un joven de 22 años destinado a marcar una época. Porque Marchand, tras su primera toma de contacto en los Juegos de Tokio, aplastó a sus rivales en el Mundial de Fukuoka y en estos Juegos de París está destinado a abrir en su país las puertas del olimpo. Tiene cinco finales, pero con ayuda como la que tuvo ayer, nada será imposible para este joven talento de Toulouse y formado en Estados Unidos por el entrenador de Michael Phelps. Una de las únicas dudas que había antes de la final de 400 metros estilos era si Marchand sería capaz de gestionar lo que ya había vivido por la mañana y se multiplicó por la tarde. Porque para un chaval de 22 años que en una entrevista reconocía que de pequeño era muy introvertido, no tiene que ser sencillo cargar con las ilusiones de un país durante 400 metros y 4 minutos de competición. Pero por lo que se vio en el agua, Marchand es capaz de abstraerse a un ambiente festivo desde horas antes del inicio de su prueba, que además abría el programa de finales. En el exterior de La Defense Arena, las colas llegaban hasta más allá del arco. Los aficionados, ataviados con banderas francesas y carteles de ánimo a su nadador favorito, auguraban la fiesta que se iba a vivir dentro del recinto. Desde media hora antes, las gradas presentan un aspecto completamente diferente al de la jornada anterior. Se augura un lleno y los ánimos ya están por todo lo alto cuando los nadadores acaban el calentamiento. Las luces se apagan para iniciar el espectáculo de presentación y las gradas aprovechan para cantar a capela 'La Marsellesa'. El ambiente es eléctrico y la melodía relajada del homenaje a los impresionistas no casa con el ambiente. Queda mucho mejor el Freed from Desire de Gala, que lo corea todo el pabellón. Llega la hora de la presentación de los finalistas y la calle cuatro, la de Marchand, queda para el final. Comparece tranquilo, relajado, pero en la piscina se transforma mientras el público desata sus emociones. En la mariposa ya se pone por delante. Solo el japonés Seto es capaz de seguir su endiablado ritmo, lo que hace que los espectadores se pongan de pie. No se volverán a sentar en toda la final, porque en la especialidad de espalda, Marchand es brillante. Su ritmo no es elevado, que va, parece desplazarse por el agua con suavidad, pero cuando llega a mitad de carrera, ya no tiene rivales . Lo de la braza es otra historia. Cada vez que saca la cabeza para respirar e impulsar, toda la grada pega un grito de apoyo, una y otra vez, incluso hay gente que hace el gesto de la brazada para apoyarle. Marchand llega a los últimos cien metros con el récord del mundo a tiro y La Defense Arena se entrega en ese aliento final, pero el nadador de Toulouse paga el esfuerzo en el último largo y se conforma con el récord olímpico. Pero da igual. Sale del agua y mira desconcertado ante un pabellón enloquecido. Marchand se retira, porque hay más finales, pero queda lo mejor. Minutos después sale a recibir su primera medalla de oro olímpica y la fiesta regresa a La Defense. Los gritos de Leo, Leo atronan en la grada antes de otro momento emocionante, el de cantar todos a una de nuevo La Marsellesa para celebrar el oro del joven toulousain que se da su vuelta de honor por la piscina mientras le cantan 'Leon Marchand, Leo, Leo, Leon Marchand'. A fiestas así quién no se apunta, debe pensar el nadador galo visto su programa competitivo. Porque tiene previstas finales el martes, miércoles por partida doble, viernes y domingo. Eso sí, después de lo vivido anoche ya no sirve salir del agua con cara de despistado, como si no fuera con él la cosa. Ahora ya sabe lo que le espera. Es lo que tiene convertirse en un ídolo. Hugo González es la gran baza de la natación española en estos Juegos. Y no una cualquiera. El balear es el campeón del mundo de 200 metros espalda y en París quiere ser uno de los especialistas que pelee por las medallas. De momento, Hugo arranca con buen pie su trayectoria en los Juegos al clasificarse en los 100 metros espalda, una distancia corta para él pero en la que demostró que se defiende al menos como para estar en la final olímpica. No lo tuvo fácil, porque por la mañana pasó con un mal tiempo y eso le llevó a la calle uno de su semifinal, donde fue quinto. Pero esos 52.95 le sirvieron para obtener el último billete para la final de esta noche.

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