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Juegos Olímpicos y el sueño de nuestros atletas

Juegos Olímpicos y el sueño de nuestros atletas

El atleta de alto rendimiento que compite en los Juegos Olímpicos, o lo intenta, es una persona excepcional.

Las Olimpíadas son el sueño supremo de todo atleta y representan un aspecto positivo de la humanidad. No importa si no se gana una medalla; cada cuatro años, los juegos ilusionan y maravillan al mundo entero.

Dejemos a un lado los aspectos no deseados de dopaje, política y otras cuestiones negativas; si de eso viviéramos, las Olimpíadas no existirían. Lo que tenemos es lo mejor del espíritu humano: el lema Citius, altius, fortius, communis (más rápido, más alto, más fuerte, juntos), adoptado por el Comité Olímpico Internacional en 1896 y ampliado en el 2021.

Costa Rica tiene el honor de contar con cuatro medallas olímpicas, incluido un oro, ganadas por las hermanas Poll. Es un hito que sirve como un paradigma por romper. En Río de Janeiro 2016, diez atletas nos representaron; en Tokio 2020, catorce; y ahora, seis. Quisiéramos que fueran más, pero no se trata solo de un deseo o una crítica fácil; cada atleta nacional representa un esfuerzo que va más allá de lo que enfrentan potencias mundiales como Estados Unidos o China.

Carecemos de recursos y el papel de las familias se vuelve fundamental porque soportan el peso económico de la preparación. Hasta que en algún momento sus hijos, guiados por buenos equipos y entrenadores, consiguen destacar en sus disciplinas, rompiendo récords, lo cual es un buen indicativo.

A menudo, llega una beca, generalmente por un monto simbólico. Tal vez se proporcione apoyo adecuado (aunque generalmente tarde), cuando ya se ha alcanzado la madurez deportiva y el Estado finalmente ofrece una pequeña ayuda. Por tanto, es falso decir que los atletas lo son gracias a los impuestos de todos; lo son porque sus familias los acompañaron desde el principio y el Estado finalmente les brindó una “ayudita”.

El atleta de alto rendimiento que compite en los Juegos Olímpicos, o lo intenta, es una persona excepcional, de gran disciplina, que en su cuerpo y su alma desea representar al país. El espectador en una competencia ve solo el final de un enorme proceso, en el que cada deportista va a darlo todo por su nación.

Los deportes individuales requieren una disciplina excepcional. En el cantón de Belén, la organización y las familias involucradas en la natación han llevado siete nadadores a las Olimpíadas. Estos jóvenes son la punta del iceberg, no solo de Belén, sino del país. Cada uno de ellos representa el esfuerzo de una institución que recibe a miles de atletas. A todos se les trata igual, tanto a los de muchos ingresos como a los de pocos recursos, y se busca atraer a niños y jóvenes de los barrios problemáticos para alejarlos de la pesadilla de las drogas.

El equipo de entrenadores los recibe, los forma y los prepara para competir en Costa Rica, Centroamérica, el Caribe y, de ser posible, más allá, hasta llegar a una Olimpíada, apoyados en algún momento, primero por el pueblo de Belén, luego por la Federación de Deportes Acuáticos, el Icoder y el Comité Olímpico Costarricense.

El pueblo de Belén exige a la dirigencia transparencia contable, probidad y una notable organización. A lo largo del tiempo, se construyó una piscina de 25 metros, un graderío, un gimnasio y un techo. Tiene calefacción y se añadieron un par de carriles de 50 metros para entrenamiento competitivo.

Cada atleta recibe una formación deportiva que exige disciplina, como mínimo 10 sesiones semanales que se combinan con sus estudios académicos (todos se gradúan de algún colegio). Por eso, la pareja de atletas belemitas, junto con los otros cuatro costarricenses, representan el esfuerzo de nuestra sociedad, que podemos criticar, sí, pero, ante todo, debemos apoyar y sostener en el tiempo. Así, en Los Ángeles 2028, ojalá se clasifiquen más de seis atletas y en Brisbane 2032, más de catorce.

Soñar no cuesta nada; al final, soñamos con los juegos más grandes de la humanidad: las Olimpíadas.

angel.herrera.ulloa@una.cr

El autor es presidente de la Asociación Belemita de Natación.

Gerald Drummond y Milagro Mena en la inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024.

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