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Miguel Moreno Tripp: Valuaciones absurdas

Bloomberg, en su artículo “Stupid” Valuations dice que “…Los supuestos que han impulsado a los mercados financieros mundiales este año parecen estar siendo replanteados. En los mercados de bonos y divisas, los inversionistas se apresuran a re-asignar su dinero en medio de dudas sobre las perspectivas de la economía estadounidense, lo que ha llevado a la especulación (o buenos deseos) de que el FED recortará su tasa más rápido o más de lo esperado…Al mismo tiempo, los accionistas se han vuelto escépticos a que las inversiones que tenían en empresas de tecnología de inteligencia artificial rindan frutos en el corto plazo…los inversionistas se han deshecho de acciones…” volcándose al mercado de deuda.

Para comprender la relación entre el precio de un bono y las tasas de interés, hay que analizar sus componentes. El valor nominal de los bonos no cambia. Un emisor, ya sea una empresa (bonos corporativos) o los gobiernos, particularmente el Gobierno Federal, (bonos gubernamentales o gubers en el mercado local o soberanos emitidos en mercados internacionales) claro que no van a pagar más de lo que se comprometió.

El plazo tampoco cambia. Son a largo plazo debido a que el proceso de emisión, para proteger los intereses del público inversionista, toma tiempo y es costoso. Los prospectos son muy extensos, hay abogados, representantes y si hay fideicomisos de por medio, todavía más costo. Sin embargo, hay características -previamente acordadas, no se valen “sorpresas”- por las que los bonistas pueden ir con el emisor y regresarle sus bonos para que se los pague anticipadamente. Se les denomina Puttable Bonds (no hay consenso aparente en como escribirlo: Puttable bond, put bond, putable o retractable bond). La otra posibilidad es que el emisor pueda comprar los bonos emitidos antes del vencimiento: callable bonds.

Los bonos pueden ser emitidos a tasa fija o tasa variable, por ejemplo, a TIIE o SOFR más un spread. El cupón (el pago de los intereses), no cambia excepto por la tasa de referencia, en su caso. Luego entonces, ¿Cómo reflejar las expectativas actuales si no se pueden alterar el plazo, la tasa o monto? Lo que cambia es el precio al que se negocia.

Por ejemplo. México, para financiarse después del error de diciembre de 1994, el 15 de mayo de 1996 emitió un bono por USD$ 1,750 millones (a la fecha solo hay USD$ 320.4 millones outstanding), paga un cupón del 11.5% con vencimiento al 15 de mayo del 2026 (UMS 11 1/2 2026). El precio inicial fue 92.93, con valor nominal de 100 (además de la alta tasa, se tuvo que ofrecer un premio adicional para colocar). Pasó el tiempo y como se tomaron decisiones tanto de política monetaria como de política fiscal adecuadas, así como el hecho de que hay un antes y un después del TMEC, ese bono cotiza a un precio actual de 111.82 ¿por qué vale más?

La única variable de ajuste es precisamente el precio del bono: el pago de los intereses (cupón) será fijo por USD$ 11.5 hasta su vencimiento (son semestrales, pero simplifiquemos). Como México corrigió el rumbo en su momento, ahora se le pide menos tasa: 4.56% (también, simplifiquemos). Cuando traemos a valor presente esos pagos futuros obtenemos su precio actual.

El numerador -los cupones- no cambian. El denominador -la tasa-, que es más pequeña por mejores expectativas, hacen que el bono valga más al momento actual. Es como un balancín: sube la tasa, baja el precio y viceversa. La tasa también refleja decisiones de gobierno. Ojalá no suba … o no mucho.

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