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17 personas murieron por tiroteos o riñas en bares en lo que va del 2024

En los casos en los que media el sicariato, el agresor estudia las rutinas de la víctima: los lugares que frecuenta, a qué hora y cuándo. El caso más reciente cobró la vida del ingeniero Eugenio Androvetto, en barrio Cuba de San José.

Al menos 17 personas han muerto este año en bares o en las afueras de estos locales, porque se involucraron en riñas o porque fueron las víctimas de ajustes de cuentas o sicariato.

Solo durante la madrugada de este domingo, a las 12:17 a. m., hubo un doble homicidio tras una acalorada discusión que comenzó en el bar Alabama y terminó frente a ese local, en el cantón fronterizo de Los Chiles. Cuarenta minutos después, a las 12:57 a. m., otro asesinato ocurrió en plena capital, donde mataron al ingeniero Eugenio Androvetto, de 53 años, quien fue acribillado a balazos mientras compartía con su pareja en el bar y restaurante Las Tunas, en barrio Cuba.

Eugenio Androvetto, funcionario del Ministerio de Salud fue asesinado dentro del bar y restaurante Las Tunas, en San José.

El OIJ informó este lunes que aún no ha identificado a los fallecidos en Los Chiles, quienes recibieron disparos en el tórax. Tampoco se ha determinado si el ingeniero Androvetto, quien laboraba en el Ministerio de Salud, fue asesinado por motivos personales, laborales u otros, ya que la investigación y el estudio de la víctima apenas comienzan.

Según la criminóloga Tania Molina, en los casos en los que intervienen sicarios, estos acuden a cualquier lugar público o privado, como canchas de fútbol, talleres mecánicos, parques, restaurantes o centros educativos, pues carecen de respeto por la vida humana.

Molina explicó que las personas o las organizaciones que ordenan un asesinato suelen estudiar previamente las rutinas de la víctima: los lugares que frecuenta, a qué hora y cuándo. Como ejemplos, dijo que en ocasiones el sicario actúa a cambio de ¢30.000, un par de zapatillas deportivas o incluso sin sueldo, para poder escalar en la estructura criminal. El homicida solo recibe indicaciones y una foto de su objetivo, que le llega por celular, explicó.

Agregó que los sicarios suelen tener “campanas” o informantes que les avisan el momento exacto en que el objetivo llega a un lugar específico y cómo está vestido. A veces, incluso, le pasan la foto casi en tiempo real. Así, tras un mensaje de texto o una llamada, los motorizados llegan al sitio, se dirigen al punto específico y disparan. Rara vez se quitan el casco, ya que saben que en la mayoría de los lugares hay cámaras de vigilancia y con el casco se aseguran casi al 100% no ser reconocidos. Son personas que no piensan en nada, no sienten empatía y matan donde sea, adictos a la adrenalina que les produce el crimen.

En algunas ocasiones, los homicidios en bares surgen por disputas bajo el efecto del alcohol, pero en la mayoría de los casos se deben a sicarios que llegan, disparan y se van. Cuando se ordena un asesinato, los sicarios buscan a la víctima incluso irrumpiendo en su vivienda. “Ya llegamos a eso en términos de violencia”, afirmó Molina.

Los sicarios no se despojan del casco al perpetrar los homicidios para procurar impunidad al saber que en todo lado hay cámaras. Foto:

La criminóloga señaló que aunque en los bares la gente está más expuesta, actualmente los ajustes de cuentas ocurren en cualquier lugar y a cualquier hora del día, tanto en lugares de clase alta como en suburbios, de modo que el sitio no es un obstáculo. Incluso en la misma calle, dentro de vehículos o hasta en salones de hospitales se ejecutan las órdenes, y si alguien interviene, corre el riesgo de ser otra víctima.

El país se ha vuelto muy peligroso, alega. A veces, los sicarios no tienen mayor conocimiento y en los videos de casos como el del ingeniero se ve cómo disparan en todas direcciones, aumentando el riesgo de muertes colaterales o heridos graves que nada tienen que ver con el asunto.

El aumento en la criminalidad de los últimos años ha llevado a que este 2024, en menos de siete meses, tres provincias (San José, Limón y Puntarenas) ya registran 100 o más asesinatos. La cifra total es de 509, solo cinco menos que en igual periodo del año pasado, que fue el más violento en los registros del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).

Balaceras recurrentes a sangre fría en bares

Otro de los casos recientes ocurrió el 6 de julio en el bar La Cima en San Josecito de Alajuelita, donde un pistolero irrumpió a las 11:19 p. m. y disparó repetidamente contra Gersan Nicola Vargas Rodríguez y Pavel Jordany Vargas Rodríguez, de 22 y 25 años, quienes murieron baleados. Uno de ellos murió de forma colateral y la madre de ambos también fue baleada en una mano. Los hermanos fallecidos eran hijos de Eduardo Vargas Quesada, un reconocido músico de este cantón, e integrante del grupo de rock Los Vargas Brothers.

Otro caso grabado en video fue la muerte de Jorge Pablo Marín Campos, de 35 años, conocido en Alajuela por organizar fiestas y eventos privados. Fue asesinado a la 1:30 a. m. del 29 de febrero en La Casona Sport Bar, en Río Segundo de Alajuela. En ese tiroteo, una mujer recibió un impacto de proyectil en el brazo izquierdo y un hombre tuvo una lesión en un pie.

Matina de Limón registró el 22 de febrero dos muertos y un herido dentro de un bar en Luzón. Fallecieron Edwin Alonso Chinchilla Nova, de 24 años, y Donovan Ronaldo Jiménez Angulo, de 25 años. Otro joven de apellido Mora, de 21 años, resultó herido en uno de sus tobillos.

Tres hombres murieron el 15 de abril en una aparente disputa por territorios para la venta de drogas en el parqueo del bar y restaurante Atardecer Dorado, en Manzanillo de Cóbano. Las víctimas fueron Denis Giovanny Núñez García, nicaragüense, y el colombiano Carlos Andrés Perlaza Mendoza. Otro hombre, identificado como Nautilio Jiménez, costarricense, falleció minutos después de ser trasladado junto con otros dos heridos a la clínica. Esa vez, cuatro personas que permanecían dentro del bar resultaron heridas de forma colateral.

A lo interno y al frente de bares de Guadalupe, Guácimo, Cartago, Sarapiquí, San Carlos y Matama también han ocurrido balaceras mortales este año, según un recuento de La Nación.

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