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«Intentaron matarnos cuando estábamos protegiendo al presidente»

Abc.es 

«Atención, atención, a todos los indicativos. Las dos embarcaciones están dándose a la fuga . Repito. Están dándose a la fuga. La primera huye, la segunda nos está interrumpiendo con navegación peligrosa. Estamos pidiendo apoyo marítimo de Guardia Civil . No tenemos máquina para detenerlos, esto no tira». El que dio esta alerta por radio fue Óscar, agente de la Guardia Urbana de Barcelona , que pedía refuerzos tras topar con dos embarcaciones de Greenpeace en las inmediaciones del Hotel W, donde Pedro Sánchez clausuraba el Círculo de Economía el 18 de junio de 2021. En el agua, junto al hotel, los ecologistas desplegaron varias pancartas que rezaban: «Sánchez, os vigilamos: recuperación verde y justa», para protestar contra las políticas medioambientales del Ejecutivo socialista. Fue así cómo la patrullera Guaita de la Urbana , con tres agentes a bordo, se aproximó para identificar a los tripulantes de la zodiac y la motora de la organización. Hicieron sonar los silbatos y activaron las luces para que se detuviesen, pero los activistas hicieron caso omiso, navegando a toda velocidad. Con las sirenas encendidas, los urbanos salieron tras ellos mientras las embarcaciones de Greenpeace realizaron varias acometidas que obligaron a la barca policial a virar el rumbo, poniendo en riesgo a sus ocupantes. El que iba en la parte posterior sufrió algunos golpes y magulladuras. Pero tanto las lesiones de Óscar como las de su compañero Javier les han supuesto la incapacidad permanente. Absoluta, del primero, y total, en el caso del segundo. Los dos sufren afectaciones en la columna y también afectación psiquiátrica tras lo ocurrido. « Intentaron matarnos cuando nosotros estábamos protegiendo al presidente del Gobierno », apunta Óscar a ABC. Los dos pilotos de Greenpeace están procesados por resistencia y lesiones por el Juzgado de Instrucción 2 de Barcelona. Los agentes piden para ellos 21 años de cárcel, también por tentativa de homicidio. Además, aún pendiente de admisión, los dos policías han presentado una querella contra la cúpula policial y varios cargos del Ayuntamiento de Barcelona , al considerar que incurrieron en delitos contra los derechos de los trabajadores y lesiones graves por omisión. El propio consistorio, tras el suceso, emitió un informe en el que certificó que la embarcación, inscrita a nombre del Departamento de Parques y Jardines pese a ser empleada por los policías, « no dispone de elementos de sujeción y retención para la tripulación , que permitan hacer funciones policiales navegando a velocidad elevada y haciendo maniobras evasivas». También que dispone de una «barra metálica para colocar un toldo, que puede producir lesiones por golpes en caso de ir a velocidad elevada y sin sujetar o recibir un abordaje ». Estructura que fue instalada sin autorización, y contra la que se golpearon sucesivamente los urbanos durante el incidente con los activistas. «La barca, que es como un cascarón de nuez, se nos llenaba de agua, resbalábamos, nos caíamos, yo intentaba sacar la pistola para que no nos pasasen por encima, pero era imposible disparar. Me agarraba sólo con una mano y, cuando se dieron a la fuga, salimos tras ellos. Resbalamos otra vez, y más golpes», recuerda ahora Óscar que asegura que, en aquellos momentos, con la tensión, ni él ni sus compañeros podían saber si los ocupantes de las embarcaciones , que se negaron a identificarse, eran verdaderamente activistas de Greenpeace o gente «disfrazada» que pretendía atacar a los asistentes al 'Cercle'. La persecución terminó cuando, tras continuas acometidas, según el escrito de acusación de los dos urbanos, y varios intentos de abordaje, los activistas llegaron a un pantalán, ya en Sant Adrià (Barcelona) sin salida. Javier se quedó en la Guaita, y Óscar y su otro compañero –en prácticas– identificaron a los ocupantes de las embarcaciones. Entonces contaban ya con apoyo del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. Dos de los activistas, los ahora procesados, fueron detenidos. Sendos pilotos, que, al día siguiente, quedaron en libertad. Tras el arresto, «ahí es cuando me viene un escalofrío. Me mareo, me cuesta respirar y me voy al suelo. Me sujeta un teniente de la Guardia Civil y avisa a la ambulancia. Yo ya no puedo mover una de las piernas », explica Óscar. Fue trasladado al Hospital del Mar. Su compañero, en peor estado, con una vértebra rota y otras dos afectadas, tuvo que esperar. «No le dejaron irse, le dijeron que tenía que instruir las diligencias». Después, «nadie vino a vernos ni a hacerse cargo de nosotros», recuerda ahora el urbano. Tras muchos meses de baja, recibió en su buzón una «carta muy dolorosa», la que le notificó la jubilación por su incapacidad . «Pasados de tres años, mi compañero y yo seguimos teniendo las placas y los uniformes en casa», apunta. Fue su mujer quién, con miedo por el estrés postraumático que sufre Óscar, reclamó ayuda para que le retirasen su arma particular. Ahora sigue en tratamiento psiquiátrico. Ni él, ni ninguno de sus compañeros de la Unidad de Playas -activa sólo durante la temporada estival- cuenta con mayor formación que el título de patrón de embarcaciones de recreo (PER), que obtienen 'motu proprio', pagándolo de sus bolsillos. Para completar sus conocimientos recurrían a tutoriales de Youtube. Desde 2019, tanto Óscar como un sindicato presentaron sendas quejas ante sus mandos para alertar de las carencias existentes. «Pero nadie hizo nada », lamenta. Ahora esperan que también el Ayuntamiento rinda cuentas por lo ocurrido. Por su parte, desde Greenpeace apuntan a este diario que se trató de una «protesta pacífica» y que, en ningún momento, los pilotos embistieron la barca de los urbanos. « No hubo ninguna colisión », recuerda Inés Díaz, responsable jurídica de la asociación. Por ello, los dos activistas reclamarán su absolución ya que, subrayan, no fueron responsables de las lesiones que sufren los policías. El consistorio ha declinado responder a las preguntas de ABC.

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