Caracas, el factor ruso, por Mirko Lauer
La reciente pascana del canciller Sergei Lavrov en Caracas por varias horas muestra que va a costar que el bloque ruso suelte a Nicolás Maduro. Este último va a seguir con su probada fórmula de reprimir, persistir, y mantener cara de palo. Edmundo González es el segundo candidato al que el chavismo le roba la elección en ese país.
Para Moscú, Venezuela es importante, por su ubicación, su petróleo, sus compras de armas rusas, y ahora por haber aprendido a vivir bajo instrucciones cubanas: el perfecto sub-instrumento. A comienzos del mes pasado dos barcos de guerra rusos pasaron cinco días en el puerto de La Guaira. Maduro parece sentirse cómodo a flote de sus dos portaaviones, Rusia y China.
La evocación del esquema ruso-cubano de los años 60 es casi automática. Una cabeza de playa para los intereses del Kremlin dentro de la esfera de influencia de Washington es algo que ha interesado a Rusia desde por lo menos la llegada de Fidel Castro a las filas del Comintern. El esquema ruso-venezolano es diferente, pero en el fondo es igual.
La presencia de tanto petróleo ha hecho que hasta ahora financiar a un país chavista sea menos costoso que financiar a un país castrista, siempre hundido en “períodos especiales”. Cuba ya no está en condiciones de hacerle muchos problemas a los EEUU, pero la discreción cubana ha sido reemplazada por la guaracha geopolítica chavista.
La elección venezolana del 2024 podría ir más allá de un nuevo robo a los votantes, y acercar a Caracas hacia el centro del conflicto occidente-oriente, hoy reactivado como Rusia-Ucrania, e Israel-Irán. Después de todo, este es el mismo Maduro que apoyaba a las FARC dentro del vecino territorio colombiano, entre otras perlas.
Las protestas y los carraspeos de las democracias latinoamericanas siempre han sonado inconducentes frente a la dictadura chavista, porque en verdad el juego es otro. No cabe el llamado de atención democrático, cuando el fraude es parte de un sistema dictatorial totalitario con más de un siglo de experiencia por todo el mundo.
La Cuba imperial quiso llenar América Latina de guerrillas castristas. Maduro ha llenado el continente de sus conciudadanos hambrientos en fuga. Ya su codicia del petróleo de la vecina Guayana lo llevó a movilizar tropas. Es el instrumento de intereses que no son latinoamericanos.