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El paso siguiente en el drama venezolano


                                 El paso siguiente en el drama venezolano

Hay suficientes signos de fraude electoral y la protesta interna crece.

El exdirector ejecutivo del Banco Mundial, el venezolano Moisés Naím, señaló, en reciente entrevista, que existe una crisis mundial de gobierno y gobernanza, y que los líderes de los gobiernos están recurriendo, para salvar su situación tan inestable, a la combinación de las tres P: polarización, populismo y posverdad. Y que son trampas, engaños, acomodos y tergiversaciones que utilizan para mantenerse en el poder a como dé lugar.

Para el analista, aun peor que el populismo –que puede tener cualquier color político– es el continuismo, entendido como la intención de perpetuarse, rompiendo las reglas democráticas para hacerlo. Por ello, señala que la tarea actual más importante es la batalla contra los autócratas, desenmascarándolos. Entre los ejemplos cita a Nicolás Maduro y a Viktor Orbán, en Hungría. Se trata de autocracias que, en el caso venezolano, ha empeorado las condiciones de vida de todo un país, ha empujado a 8 millones de personas a migrar y para perpetuarse practica el terrorismo de Estado, la tortura y otras formas de violencia.

El chavismo ha permanecido en el poder por más de dos décadas si se suman el régimen de Hugo Chávez y el de Maduro. Y con el fraude en marcha, podría permanecer otros cinco años más si no se escucha el clamor del cambio y las protestas que se extienden por todo el país. Con el paso de los días, se hace cada vez más evidente que no existen pruebas fehacientes de los resultados electorales, excepto las que muestra la oposición casi desde el cierre de las urnas.

Desenmascarar al régimen, como plantea Naím, es una tarea que la oposición, liderada por María Corina Machado, ha estado realizando, a riesgo de su propia seguridad. También lo ha hecho un observador presente en el momento de las elecciones, como el Centro Carter, que ha señalado que fue una elección antidemocrática que no respetó las reglas de juego para el que existen estándares internacionales.

El paso siguiente en el drama venezolano aún sigue siendo un terreno resbaladizo y que permite especular. ¿El clamor internacional y la protesta interna serán suficientes para debilitar más a Maduro, que ofrece diálogo con los países mediadores, pero todavía bajo sus condiciones? Es una pregunta que cabe formularse y que requiere respuestas rápidas porque la crisis política ya tiene ocho días y no se puede todavía vislumbrar la luz al final del túnel. Por la salud de la democracia en la región, urgen definiciones.

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