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Israel juega con fuego en el Medio Oriente

El mundo está otra vez a la expectativa de un nuevo choque militar entre Irán e Israel, capaz de desatar una expansión de la guerra en Gaza a la región de Oriente Medio, con repercusión en todo el planeta.

Una vez más la comunidad internacional se encuentra amenazada, al borde de un abismo. En la ocasión anterior, en abril pasado, el detonante fue el ataque aéreo israelí al Consulado de Irán en Damasco, que causó la muerte a una veintena de personas, entre ellos tres altos jefes militares iraníes.

La contundente respuesta militar de alcance estratégico iraní dejó muy clara la capacidad del país persa para atravesar todo el dispositivo defensivo antiaéreo del estado sionista, que salió sin mayores daños gracias a la intervención protectora de Estados Unidos y del Reino Unido.

La nueva crisis la desencadenó el asesinato en Teherán de Ismail Haniyeh, el máximo líder político del Movimiento de Resistencia Islámica Palestina Hamás, poco después de asistir al acto de toma de posesión del presidente Masoud Pezeshkian.

Israel se abstuvo de admitir la autoría del asesinato del odiado enemigo político, pero Netanyahu celebró su eliminación física. Los propios analistas políticos y militares israelíes advierten que esta vez «la inminente respuesta de Irán supondrá un mayor desafío para Israel que su ataque anterior».

El recurso de los asesinatos selectivos de líderes políticos, militares o científicos se tornó la nueva arma de la ocupación militar israelí en territorio palestino, para completar la limpieza étnica en Gaza, un genocidio que ha desplazado más de dos millones de seres humanos en el minúsculo territorio, reducido a escombros, sin agua, alimentos o medicinas.

«Israel no tiene política exterior, solo un Primer Ministro dispuesto a incendiar la región», proclamó este lunes el diario israelí Haaretz, alarmado por el desparpajo criminal de Netanyahu, quien desde hace semanas intenta forjarse una imagen de héroe de guerra para ocultar sus fracasos políticos y estratégicos ante sus propios electores.

Netanyahu insiste en perpetuarse en el poder a cualquier precio. Una vez más una de sus fechorías tiene en vilo a países vecinos en Oriente Medio y a las grandes potencias.

La respuesta de Irán al asesinato de Ismail Haniyeh llegará en 24-48 horas, estimaban este lunes diplomáticos occidentales de alto rango en Teherán.

La República Islámica no busca aumentar las tensiones regionales, pero cree que necesita castigar a Israel, dijo su Ministerio de Asuntos Exteriores, el cual añadió que el objetivo es «crear disuasión contra el aventurerismo del régimen sionista».

Por si hubiera alguna duda, Irán envió un aviso alertando a los pilotos de todas las naves que sobrevuelan su territorio sobre interferencias del GPS en su espacio aéreo, similar a una advertencia que envió antes de su ataque a Israel el 13 de abril pasado.

Un verdadero corre-corre diplomático, más o menos discreto, se desencadenó durante el fin de semana, en tanto numerosos países recomendaron a sus ciudadanos no viajar a Israel  y varias compañías aéreas suspendieron los vuelos hacia Tel Aviv, al menos por una semana.  

El secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigú, viajó a Teherán para reunirse con los líderes de Irán, un país amigo y aliado, que ha recibido un sostenido apoyo político, diplomático, militar y estratégico de Moscú.

Las naciones del G7 (Estados Unidos y sus aliados) instaron a todas las partes involucradas a abstenerse de perpetuar el actual ciclo destructivo de violencia.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, discutió con el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, «las medidas que está adoptando el Departamento para reforzar la protección de las fuerzas estadounidenses, apoyar la defensa de Israel y disuadir y reducir las tensiones más amplias en la región», según informó el Pentágono. Austin rei­teró el «apoyo férreo» de Estados Unidos a la seguridad de Israel.

Un comentario de Haaretz resume el ambiente: «Si se suponía que los asesinatos tenían un valor añadido en forma de restablecimiento de la disuasión, la aprensión por la respuesta demuestra que la disuasión no aumentó y puede haber disminuido. El asesinato del líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, en suelo iraní, no puede separarse de la amenaza estratégica que implica, la que tiene a Israel mordiéndose las uñas esperando la decisión de Teherán».

 

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