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Una medalla para Lucas

Abc.es 
Después del batacazo de Jon Rahm en la última jornada, el golf femenino toma el testigo en el Golf National de Guyancourt con la presencia de dos españolas, la navarra Carlota Ciganda (34 años) y la malagueña Azahara Muñoz (36). Será la tercera presencia consecutiva para ambas en los Juegos, destacadas en el ranking nacional gracias a sus resultados en el circuito femenino de golf. Su primer objetivo pasa por mejorar los resultados tanto de Río como de Tokio, donde no pasaron del top 20, y confiar en una buena semana para, quién sabe, colarse en la pelea por las medallas. No lo tendrán fácil. Al torneo se han apuntado varias de las mejores jugadores del mundo en la actualidad, comenzando por la estadounidense Nelly Korda , la gran dominadora de la LPGA. Korda ya fue oro en Tokio y empezó esta temporada en modo arrollador, con seis victorias en sus ocho primeros torneos. Sin embargo, su rendimiento cayó en picado entre mayo y junio y no pasó el corte ni en el US Open ni en el Women's PGA. Todavía no parece recuperar su mejor nivel, por lo que se presenta una oportunidad de oro para sus rivales. Entre ellas están su compatriota Lilia Vu, la coreana Ko Jin-young, la australiana Hannah Green o la neozelandesa Lydia Ko, plata en 2016 y bronce en 2020. «En otros deportes es muy difícil que el número cincuenta le gane al uno, pero en el golf pasa todas las semanas», explica Azahara sobre sus posibilidades. «Personalmente quiero disfrutar, jugar bien al golf y a ver dónde me lleva eso. Cada semana jugamos contra las cincuenta mejores del mundo, y eso nos ayuda. No nos asusta ni la competencia, ni la calidad de las jugadoras». Para la jugadora de San Pedro de Alcántara, aunque afincada en Estados Unidos desde hace años, no serán unos Juegos más, sino los primeros que afronta después de haber sido madre. De hecho, Azahara se enteró de que estaba embarazada pocas semanas antes de acudir a Tokio, lo que también convirtió esa cita olímpica en especial. «Estaba de once semanas, no lo sabía nadie todavía. Fue un poco duro porque me encontraba supercansada, hacía mucho calor... Carlota quería hacer de todo en la Villa, probar toda la comida. Y yo diciendo:, 'uff, no puedo con mi alma, no puedo comer nada…'. Pero me queda ese recuerdo de competir con Lucas en la barriga». La vida deportiva de la malagueña ha cambiado de forma drástica desde el nacimiento de su hijo. Reconoce que le fue difícil adaptar su nueva realidad a su profesión por los continuos entrenamientos, viajes… «Ha cambiado todo muchísimo. El golf ya no es la prioridad número uno, obviamente. Mi niño está por delante. Todo se complica. Entrenas con más fatiga, los desplazamientos son más difíciles... Pero a la vez estoy feliz de compartir esta experiencia con él, de llevarlo a muchos sitios. No sé cuánto más lo voy a hacer, pero de momento me está encantando». Por desgracia, Lucas no podrá estar en sus segundos Juegos, aunque su madre sueña con poder dedicarle una medalla. «Traerlo sonaba muy bonito, pero el viaje es largo, iba a dormir mal… Y aquí nos quedamos en equipo. Si venía con mi madre se tenían que ir a un hotel y apenas los iba a poder ver. Al campo tampoco lo podía traer porque si me ve se quiere venir conmigo». A cambio, Azahara contará con la ayuda de su marido, el estadounidense Tim Vickers, que le hará de caddie durante las cuatro rondas de las que consta el torneo. «Ya lo hizo en Río y va a ser bastante chulo», dice la malagueña, quien vivió de cerca esa desconexión de Rahm en la jornada final que le costó la medalla al de Barrika. «Vimos el sábado los últimos hoyos y toda la jornada del domingo. El golf es así. Este campo penaliza mucho. De nuevo el golf es ahí un poco diferente. En otros deportes parece todo hecho cuando ya vas ganando. Pero aquí te viene el número uno del mundo, te mete nueve bajo par en la última ronda y no puedes hacer mucho contra eso. Todos queríamos que Jon ganase una medalla. Él más que nadie, por lo que estará más fastidiado que cualquiera. Pero lo que le pasó no es tan raro. Hasta él decía que no había jugado tan mal. Como golfistas no nos extraña tanto porque pasa muy a menudo».

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