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«Las parejas suelen entrar en conflicto en vacaciones si tienen que cuidar de sus padres»

Abc.es 
Las ansiadas ganas de descansar en vacaciones a veces no son tan reales como uno se imagina. Depende en gran medida de las responsabilidades familiares. Y no, en este caso no nos referimos al cuidado de los niños pequeños que madrugan cada día, necesitan que sus padres les planifiquen actividades para estar entretenidos, no duermen siesta, tienen hambre a cualquier hora, no se quieren acostar... Hay muchos adultos que en estas fechas viven su punto álgido como 'generación sandwich' y es que el cuidado de los hijos por un lado, y de los mayores, por otro, genera un estrés y tensión que puede acabar en un desgaste tanto físico como emocional. Mar Aguilera , directora de Fundación Vivofácil , asegura a ABC que nos encontramos ante un nuevo cambio de tendencia en el sector de la conciliación y corresponsabilidad. «Ya no solo hablamos de cómo conciliar trabajo y el cuidado de hijos en vacaciones, sino qué hacer con nuestras personas mayores . Pasar tiempo en familia, sobre todo en verano, puede ser una oportunidad para tener tiempo de calidad juntos y fortalecer los lazos familiares. Pero aquí hablamos de otro tema: ¿Qué hacer con abuelos que requieren cuidados durante el verano? Sin unos servicios de cuidados profesionales o falta apoyo en la flexibilidad y conciliación por parte de las empresas, esto puede tener un impacto significativo en la dinámica familiar, siendo una posible fuente de estrés adicional y conflicto familiar debido a la necesidad de adaptarse a las necesidades específicas». Reconoce que las vacaciones, que usualmente se asocian con el descanso y la relajación, pueden convertirse en un periodo de trabajo adicional y responsabilidad, afectando el bienestar emocional y físico de las personas cuidadoras, perjudicando a la desconexión y a la vuelta al trabajo. «La importancia de planificar las vacaciones para minimizar el impacto negativo es crucial. Esta acción nos permitirá, entre otras, dividir las responsabilidades de cuidado entre los miembros de la familia asegurando que ninguna de las partes implicadas se sobrecargue, generando espacios donde todos los miembros de la familia tengan un espacio de desconexión que permitirá, sin lugar a dudas, proporcionar cuidados de más calidad». ¿Es habitual que las familias veraneen con su mayores? Esta práctica es especialmente común en culturas donde la familia extendida juega un papel central en la vida cotidiana. Hay que tener en cuenta otro aspecto: el económico. Si las familias no cuentan con cierto desahogo económico, contratar a una persona cuidadora puede ser muy difícil. Además, todos los cambios laborales están haciendo que muchas familias tengan que actuar como empresas a la hora de contratar a un profesional, y no se tiene en cuenta que no son ni pymes ni grandes empresas. Según datos de la patronal de servicios domésticos, las afiliaciones a la Seguridad Social del sector del empleo doméstico han descendido en 3.638, respecto del mes de abril donde, con 371.538 altas, se había llegado al nivel más bajo desde 2012. Estamos hablando que las familias no están pudiendo contratar de forma legal, al menos, a auxiliares de ayuda a domicilio. ¿De qué manera puede influir en las relaciones de pareja cuando hay que cuidar de los suegros? Puede fortalecer la relación al trabajar juntos como un equipo para cuidar a los mayores. Sin embargo, también puede ser una fuente de tensión y conflicto, especialmente si una de las partes siente que la carga de trabajo no está equitativamente distribuida o si el tiempo y la atención hacia la pareja se ven reducidos significativamente. La comunicación abierta y la empatía fomentan el diálogo que permite intercambiar impresiones alejándose de las interpretaciones erróneas. ¿Soluciones? Buscar espacios para la pareja que permitan mantener la conexión y la intimidad, así como recurrir a profesionales especializados. Desde psicoterapeutas que nos pueden ayudar en nuestras relaciones de pareja hasta cuidadores profesionales, con experiencia, y contratados legalmente que pueden ocupar estas funciones. ¿Qué posibles fricciones puede provocar? Las fricciones más comunes pueden incluir desacuerdos sobre la distribución de las tareas de cuidado, diferencias en las expectativas sobre el tiempo de calidad durante las vacaciones, y el estrés derivado de la falta de tiempo personal o de pareja. También puede haber conflictos relacionados con la toma de decisiones sobre la salud y el bienestar de los mayores, especialmente si existen diferencias de opinión entre los miembros de la familia. En el ámbito empresarial puede verse afectada la productividad como consecuencia de un mayor absentismo o pérdida del sentido de pertenencia con la organización si también vemos a nuestro empleador como un posible responsable de nuestra falta de tiempo. ¿Sigue siendo la mujer la que lleva el peso principal de estos cuidados? Desafortunadamente, en muchas familias, sigue siendo la mujer quien lleva el peso principal de los cuidados, reflejando una tendencia histórica y cultural de asignar a las mujeres el rol de cuidadoras. Sin embargo, desde nuestra fundación también vemos un cambio de tendencia. Las personas solteras (hombres y mujeres) o parejas sin hijos suelen tener más peso principal en los cuidados, de manera inconsciente, o al menos en lo que las familias espera de ellas. ¿Qué consejos se pueden dar cuando no hay posibilidad económica de contratar a profesionales que ayuden con esta labor? Buscar apoyo comunitario, como programas de voluntariado o grupos de apoyo que puedan ofrecer ayuda y recursos. Además, utilizar los avances tecnológicos como la teleasistencia para facilitar la comunicación y el monitoreo de los mayores, como alarmas médicas y aplicaciones de seguimiento de salud. Desde nuestra organización, por ejemplo, tenemos en marcha el programa Ilumina una vida. Se trata de un programa solidario con acompañamiento presencial y telefónico para personas mayores en situación de soledad no deseada. Tenemos un teléfono gratuito, el 900 877 037, para que nadie se sienta solo. Asimismo, otro consejo es solicitar las ayudas gubernamentales si la persona cumple los requisitos. Y, por último, hay que tener en cuenta que invertir en salud y cuidados es invertir en calidad de vida. Hay 30.000 personas que mueren en España cada año por muerte súbita. Además, 8 de cada 10 paros cardiacos ocurren en el propio domicilio; por lo que siempre es aconsejable contar con un profesional en casa o a distancia (por teleasistencia) que nos ayude a activar cualquier botón de emergencia.

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