Sara Lozano: La Lectura en México vs estándares del Primer Mundo
Prometí escribir sobre ética pública, deliberación madura y esperanzas compartidas, la mejor forma de empezarlo es hablar sobre lectura.
La persona que lee es más aguda en sus reflexiones, tiene más recursos para diseñar escenarios y maneja estratégicamente su discurso. Esto no garantiza que sea más ética, y será capaz de explotar las esperanzas compartidas y manipular las deliberaciones.
Una persona que lee puede manipular a la masas, pero si las masas leen difícilmente serán gobernadas por un falso discurso.
En un país con un analfabetismo funcional alto, con un nivel de educación a mediando la educación básica y un promedio de lectura apenas de 4 libros por años, es bien fácil manipular a la gente, proclamarse mesías para destruir a un enemigo común.
En México, aparece un plan nacional de lectura en cada gobierno que solo han servido para bajar recursos internacionales. No hay política pública que atienda este problemón que empieza desde casa y en la escuela. Es un círculo vicioso porque quienes cuidan a niños y niñas –familiares, docentes– tampoco leen, no tienen el hábito ni el aprecio, no conocen el potencial de formar a una persona en la lectura.
La lectura es pieza fundamental para el desarrollo de cualquier sociedad, revise usted los estándares de los países del primer mundo. La lectura se promueve desde la infancia, está integrada profundamente en el sistema educativo y por ende, en el cultural. Niñas y niños empiezan por decodificar dibujos y luego pasan a las letras, juegan con palabras, crean escenarios, inventan contratiempos y finales. Adquieren conocimientos a través de la literatura.
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) –la prueba PISA que tanto desacredita este gobierno–, en los países con estándares más altos como Finlandia. La juventud lee por placer alrededor de 12 libros por año, sin contemplar los de estudio, sus resultados en la prueba PISA dejan en evidencia que comprenden mejor lo que leen y ¡sobre todo! que aplican ese conocimiento en su vida diaria y profesional.
Es fácil enseñar a leer plenamente a adultos y jóvenes, hay una curiosidad innata que se sacia en la literatura y la ciencia. El reto no está en comprar más libros, pueden utilizarse los que se tienen a la mano, el reto es generar un modelo educativo que se sustente en la lectura el conocimiento, que alterne lo didáctico con lo literario, que usen lo aprendido y no se limiten a memorizarlo.
En una escuela, la lectura como valor se derrama desde la dirección hasta intendencia. Así, padres y madres familia, personal administrativo y técnico, leen y si no lo hacen, dejan de pertenecer. Son fundamentales las y los maestros, su primer requisito aprender a leer plenamente. Hay resistencias, pero se superan con argumentos, reconocimiento y el ejemplo. Doy fe, en 12 semanas la biblioteca será visitada en horarios del recreo.