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Illa y sus socios se conjuran para que el boicot de Puigdemont a la investidura no retrase la votación más allá del lunes

El PSC quiere retomar el pleno tan pronto como se conozca el futuro judicial de Puigdemont mientras ERC apuesta por esperar unos días más, pero ambos coinciden en forzar el debate si Junts trata de impedirlo

Puigdemont viaja ya hacia Catalunya y el independentismo convoca un recibimiento previo a la investidura el jueves

Salvador Illa y sus socios para la investidura, ERC y Comuns, no permitirán que la situación procesal de Carles Puigdemont aplace sine die y acabe hundiendo el debate del Parlament en el que debería votarse su presidencia. Según fuentes de los partidos implicados, todos están de acuerdo en que una detención del expresident supondrá dejar en suspenso el pleno, pero también que este aplazamiento no debería alargarse más allá del próximo lunes.

Tras el anuncio de Carles Puigdemont de que ha emprendido su viaje de regreso, Salvador Illa da por hecho que, aunque su investidura está convocada para este jueves y que cuenta con la mayoría de los votos del Parlament, aún tardará un poco más en convertirse en president. Ahora bien, el deseo del PSC es que el pleno se retome “lo antes posible”, explican en el partido.

Los socialistas han planteado a sus socios que, si bien el jueves podría acabar siendo día inhábil tras una detención de Puigdemont, la investidura podría retomarse el viernes o el sábado. Fechas que ERC y los Comuns no descartan de entrada, aunque ambas formaciones consideran que lo imperativo es que, bien en libertad o bien en prisión preventiva, que el pleno se reanude una vez la situación de Puigdemont sea estable.

Hay varias razones por las que los socios, sobre todo Esquerra, insisten en esto. La primera es por la similitud con las investiduras de Quim Torra o de Pere Aragonès, ambas votadas con diputados en situación de prisión. Además, desean que el líder de Junts haya podido delegar su voto, en caso de desearlo, para lo que necesitan que tenga total libertad para comunicarse con su grupo.

No menos importante para ERC es tratar de rebajar la presión de la calle y del conjunto del independentismo que apoya a Puigdemont, más aún cuando el expresident ya ha culpado anteriormente a los republicanos de cualquier consecuencia que pueda tener su retorno.

Los socialistas, que han mantenido contactos durante todo el día con ERC y Comuns, comprenden las razones aducidas por sus socios y desean actuar con el máximo consenso posible dentro del Parlament. De hecho, la aspiración del PSC es que Junts y el presidente de la Cámara, Josep Rull, también acepte reanudar la investidura sin dilaciones, tras una primera suspensión el jueves.

Ahora bien, si esto no sucediera y Junts o la presidencia trataran de dilatar la suspensión, todos los socios de la investidura se activarían forzando la convocatoria de la Diputación Permanente y volviendo a fijar un pleno. Según las últimas conversaciones, que siguen en desarrollo, la fecha máxima para dar este paso sería el lunes, con el objetivo de que el Govern se formase en los siguientes días.

No más tarde del 16 de agosto

En los contactos entre las formaciones también ha quedado claro que de ningún modo puede esperarse más allá del día 16 de agosto, momento en el que los poderes de la Diputación Permanente caen y el presidente del Parlament recupera cierto –nunca total– poder de discrecionalidad.

En su comparecencia de este miércoles ante la Diputación Permanente, el jefe de la Cámara ha asegurado que no podría “aceptar que el pleno se desarrolle con normalidad” ante una detención de Puigdemont. Pero nada ha dicho sobre qué pasaría durante los siguientes días.

Josep Rull cuenta con una buena imagen institucional y, en principio, los partidarios de Illa confían en que no tensará el reglamento en favor de un boicot del pleno. Por eso, el primer paso de Illa tras una suspensión sería comunicarle que quiere volver a acudir al pleno sin demora. Pero, si finalmente Rull sucumbiera a las presiones de su propio partido, PSC, ERC y Comuns activarían el plan de forzar una Diputación Permanente y, tan pronto como fuera posible, un nuevo debate.

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