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Cuando vean a Google arder, pongan sus bardas en remojo

Los negocios de búsqueda y publicidad de Google violan la ley antimonopolio de Estados Unidos. Así lo determinó un juez el lunes último y, con ello, puso a temblar los cimientos de su imperio tecnológico.

El fallo fue emitido por el juez del Distrito de Columbia, Amit Mehta, quien se puso del lado del Departamento de Justicia de Estados Unidos y de un grupo de estados en una serie de casos que alegan que el gigante tecnológico abusa de su dominio en las búsquedas en línea.

«Google es un monopolio, y ha actuado como tal para mantenerlo», escribió Mehta en su fallo. Si este se hace firme, podrían caducar contratos que durante años han asegurado el dominio de Google en este campo.

La empresa, por su parte, aseguró que apelará la decisión, y matizó que si bien se reconoce en el fallo que ofrece el mejor motor de búsqueda, este «concluye que no se nos debería permitir hacerlo fácilmente disponible».

Un dictamen nuevo

El juez Mehta determinó que Google violó la ley antimonopolio en los mercados de anuncios de «búsqueda general» y «texto de búsqueda general», que son los anuncios que aparecen en la parte superior de la página de resultados de búsqueda.

La decisión es una victoria para el Departamento de Justicia y podría tener implicaciones gigantes para algunos de los otros grandes nombres en el mundo de la tecnología. Esto se debe a que Apple, Amazon y Meta se defienden en la actualidad de otras demandas antimonopolio a niveles federales y estatales, algunas de las cuales hacen afirmaciones similares.

El escrutinio es parte de un esfuerzo de amplio alcance de la administración de Joseph Biden para frenar lo que se considera un comportamiento anticompetitivo en varias industrias, desde la atención médica hasta los comestibles y la tecnología.

Para Google, la decisión del juez puede perturbar a su enorme motor de ganancias. En 2023, el negocio de publicidad en buscadores de Google generó más de 175 000 millones de dólares en ingresos, según datos de sus ingresos, que son públicos.

Junto con los anuncios de YouTube de Google y los ingresos de la red de Google, que promociona en su motor de búsqueda general, la publicidad representó la cifra de 237 000 millones de dólares de los 307 000 millones de dólares en ingresos totales de la empresa.

En junio de 2023, Google controlaba el 91 por ciento del mercado mundial de motores de búsqueda en todas las plataformas informáticas, según Statcounter. En dispositivos móviles, la cuota de mercado de Google es aún mayor, con un 95 por ciento.

Hace casi cuatro años, en octubre de 2020, cuando el Departamento de Justicia y varios estados del país norteamericano presentaron la demanda, los ingresos anuales de Google fueron de 162 000 millones de dólares, aproximadamente la mitad de los más recientes reportados este año.

La decisión sobre Google se produce después de un juicio de dos meses a fines del año pasado que incluyó el testimonio de su director ejecutivo, Sundar Pichai, así como ejecutivos de los rivales del mercado de búsquedas, Microsoft y DuckDuckGo.

El Departamento de Justicia y 35 estados, junto con Guam, Puerto Rico, y el Distrito de Columbia, acusaron a Google en demandas separadas por aferrarse injustamente a su dominio del mercado en las búsquedas, incluidos los motores de búsqueda, la publicidad en los motores de búsqueda y la publicidad de texto en los motores de búsqueda.

Los casos se manejaron juntos debido a que las acusaciones eran casi idénticas, y afirmaban que Google se aferró a su monopolio al pagar a empresas como Apple, Amazon y Mozilla para que lo convirtieran en el proveedor de búsqueda predeterminado en teléfonos móviles, tabletas y navegadores.

En el momento de la demanda, Google tenía una participación del 90 por ciento en las búsquedas en línea. En el juicio, sus abogados dijeron que ganó y se aferró a esa participación descomunal no por conducta anticompetitiva, sino por proporcionar un producto superior.

El comportamiento controvertido de Google gira en torno a los contratos que selló con fabricantes de dispositivos informáticos y dispositivos móviles, así como con servicios de navegador, desarrolladores de navegadores y operadores inalámbricos. Estos contratos, afirma el Gobierno, violan las leyes antimonopolio porque convierten a Google en el proveedor de búsqueda predeterminado obligatorio.

Entre las empresas que firmaron esos contratos de exclusividad se encuentran Apple, LG, Samsung, AT&T, T-Mobile, Verizon y Mozilla. Esos acuerdos son la razón por la que los teléfonos inteligentes de fabricantes como Samsung, uno de los más grandes del mundo, vienen precargados con las diversas aplicaciones de Google.

En el juicio, Google afirmó que, a pesar de tener monopolios en los mercados de búsqueda, sus contratos no violan las leyes antimonopolio ni perjudican la competencia.

Sin embargo, Bing, de Microsoft, representa solo el 3,74 por ciento del mercado global en todas las plataformas, mientras que Yahoo, representa el 1,16 por ciento.

En Estados Unidos, Google controla el 87 por ciento del mercado de búsquedas en todas las plataformas. Bing tiene el 7,2 por ciento, Yahoo el 2,4 por ciento y DuckDuckGo el 1,9 ciento. En dispositivos móviles, Google captura el 95 por ciento en su país de origen.

Industria en cambios

La búsqueda web a nivel global se encuentra en un momento de cambio masivo a raíz de la irrupción de la inteligencia artificial generativa (IA). Con esta tecnología surgen nuevos servicios que emplean la IA como base.

Por ejemplo, Google agregó la función AI Overviews a su servicio de búsqueda estándar, lo que proporciona a los usuarios respuestas impulsadas por IA a sus consultas, las que resumen el contenido encontrado en varios sitios web en una ventana dedicada a los enlaces de sitios web estándar del motor de búsqueda.

Microsoft, por su parte, ofrece Copilot como un servicio en su motor de búsqueda Bing, que proporciona una funcionalidad similar a los resúmenes de IA de Google.

El paso a los resultados de búsqueda generativos impulsados por la IA plantea preguntas adicionales sobre el destino de la industria de las búsquedas, incluido si los sitios web que se utilizan para resumir los resultados de la IA reciben el crédito adecuado por sus contribuciones. Generalmente aparecen enlaces, pero se muestran de una forma bien discreta y no relevante para el usuario.

Del mismo modo, estas funciones han aumentado la preocupación en torno a las respuestas proporcionadas a los usuarios, generalmente enmarcadas en un cuadro que toma contenido de sitios web de terceros, lo que evitaría que los usuarios visiten esos sitios y afectaría drásticamente las visitas a las páginas web y, con ello, sus ingresos.

Por delante queda un largo camino que seguro estará lleno de apelaciones, y de seguro Google buscará salir airoso. Lo cierto es que este fallo ha puesto la mira en una industria en plena era de cambios, y podría ser el empuje que destape la caja de Pandora.

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