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El dilema del Banco de México, otra vez

El dilema del Banco de México, otra vez

Se esperaría que los subgobernadores Omar Mejía y Galia Borja eventualmente prefirieran una baja de un cuarto de punto, mientras que Irene Espinosa y Jonathan Heath se inclinaran por dejar sin cambio la tasa.

El Banco de México es uno de los pocos organismos con autonomía constitucional que hoy no están bajo asedio del gobierno y de Morena.

Aunque fue fundado en 1925, durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, su etapa más reciente comenzó el 1 de abril de 1994, cuando entró en vigor la reforma constitucional que lo dotó de autonomía.

Desde entonces, afortunadamente, nunca se ha cuestionado ese atributo. Eso implica que la máxima autoridad de la política monetaria del país es su Junta de Gobierno, integrada por cinco miembros.

En años recientes, el principal instrumento del Banxico para la ejecución de la política monetaria y el cumplimiento de su mandato constitucional, son las llamadas ‘decisiones de política monetaria’.

Ocho veces cada año (pueden ser más si es necesario, pero en principio son esas ocho), la Junta de Gobierno anuncia decisiones vinculadas con su tasa objetivo y con su visión de la situación económica global y del país.

Hoy ocurre una de esas ocho ocasiones en las que se da este anuncio.

Pocas veces el cuadro que los integrantes de la Junta del Banxico tendrán que evaluar es tan complejo como el que enfrentamos.

En los círculos financieros del país, hay dos visiones.

Algunos piensan que el banco central tomará la decisión de ajustar en un cuarto de punto su tasa objetivo, para dejarla en 10.75 por ciento, y otros consideran que no lo hará.

Los primeros señalan que el indicador más importante que el Banxico sigue para normar sus decisiones es la llamada ‘inflación subyacente’, que excluye bienes y servicios que tienden a ser muy volátiles.

Hoy habremos conocido a las 6 de la mañana cómo le fue a esta variable al cierre de julio.

Este indicador fue de 4.02 por ciento en la primera quincena de julio cuando llegó a ser de 5.0 por ciento al cierre del año pasado.

La baja es moderada pero consistente. Los que consideran que habrá reducción piensan que ese será el argumento fundamental.

Pero hay otro, el freno económico.

Cuando la economía tiende a crecer más despacio, las presiones inflacionarias bajan y hay consenso en que el segundo semestre del año será de menor crecimiento que el primero.

Pero los que piensan que el Banxico va a mantener esta vez las tasas sin cambio le ponen el acento a la inflación general y no a la subyacente.

En este caso, en la primera quincena de julio se registró un alza a tasa anual de 5.61 por ciento, mucho mayor que la inflación subyacente, lo que, de acuerdo con algunos, haría inviable una baja.

Pero adicionalmente, también está el cuadro de inestabilidad financiera internacional que se ha reflejado en un alza de la cotización de nuestra moneda frente al dólar.

Un tipo de cambio arriba de 19 pesos tiene hoy un efecto diferente en la inflación, que otro de 17 pesos.

Además, está el hecho de que estamos lejos de una estabilización financiera global, aunque después del lunes se haya limitado la turbulencia.

Los que piensan que no sería oportuna una baja en este momento le dan un mayor peso a esta circunstancia.

Así como entre especialistas del sector financiero hay diferencia de opiniones, se considera que también la habrá entre los propios integrantes de la Junta.

Resultaría sorprendente que en este caso se tomara una decisión unánime.

Por decisiones anteriores, se esperaría que los subgobernadores Omar Mejía y Galia Borja eventualmente prefirieran una baja de un cuarto de punto, mientras que Irene Espinosa y Jonathan Heath se inclinaran por dejar sin cambio la tasa.

Hay dudas de cuál sería la opinión de la gobernadora Victoria Rodríguez Ceja, pero no sorprendería que fuera su voto el que inclinara la balanza en cualquier sentido.

En unas horas conoceremos lo que finalmente ocurrió.

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