32 años después de que
Kiko Narváez, todo un emblema del Atlético de Madrid, marcase el gol del triunfo para que España se colgase el oro en los
Juegos Olímpicos de Barcelona 92, fue Sergio Camello, futbolista del
Rayo Vallecano pero criado en el seno del conjunto colchonero, el encargado de vestirse de héroe. Un
Sergio Camello que, curiosamente, jugó esta final porque
Samu Omorodion cayó lesionado y fue esa circunstancia la que posibilitó que él, uno de los cuatro reservas cuando arrancó el torneo, se vistiera de corto para la gran final. Fue cosa del destino y no es un decir porque el propio
Sergio Camello desveló minutos después del pitido final que en el seno del vestuario sospechaban que estaba predestinado a ser protagonista. “El míster soñó que yo iba a marcar el gol de la final”, dijo ante los micrófonos de RTVE.
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