Tres años después, ¿dónde está el Covid?
Acabó su carrera, con ciertas dificultades y sorpresa: Noah Lyles no había sido el primero en cruzar la meta, sino el tercero . Después llegó el susto: el estadounidense, oro en los 100 metros unos días antes, se arrodillaba en la pista, incapaz de que le entrara el aire en los pulmones, por el esfuerzo de la carrera, sí, y por algo más. Salió de la pista en silla de ruedas. Después llegó la explicación: tengo Covid. «Me sentí bastante mareado después de esa carrera, tenía dificultad para respirar y dolor en el pecho, pero después de un rato pude recuperar el aliento y recuperar la cordura», admitía después. En realidad, tenía síntomas desde poco después a que cruzara la meta de los 100 en 9 segundos y 79 centésimas el domingo. Dio positivo el lunes. «Rápidamente me pusieron en cuarentena cerca de la Villa Olímpica. Quería correr. Me dijeron que era posible, así que simplemente me mantuve alejado de los demás », confesaba Lyles, con mascarilla. Disputó las semifinales del miércoles y la final del jueves, tercero, contagiado y agotado. Se bajó de las posibles medallas en los relevos. No podía más. No es el único. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, al menos cuarenta deportistas dieron positivo por coronavirus los primeros días de competición -cifra similar a la que se registró en Tokio 2020, con las máximas medidas de seguridad-. Un número que la OMS reconoce acorde al aumento de casos en Francia, y en el planeta, y entiende como normal debido a la cercanía de los atletas tanto en las sedes como en la Villa. Pero en París no hay restricciones, solo recomendaciones de aislamiento -habitaciones reservadas para ello, y transporte especial-, mascarillas e higiene. Se deja libertad a los comités nacionales para estudiar cada caso y son los deportistas los que valoran su estado de salud, sus medidas -Katie Ledecky, asmática, no se quitaba la mascarilla hasta justo antes de saltar al agua- y deciden si siguen en competición o no. La mayoría de delegaciones no ha estipulado ningún protocolo de actuación. La decisión individualizada no se toma sobre el diagnóstico -dar positivo- como en Tokio, sino sobre cómo se encuentra el deportista, si es capaz de entrenarse, de rendir. Reino Unido recomienda sentido común. Estados Unidos apela a la ilusión y la responsabilidad: «No dejes que un resfriado te aleje del oro» es el lema de su campaña, más sugerente que taxativa. Australia tiene máquinas para detectar el Covid, pero lo tratan como cualquier enfermedad respiratoria. Países Bajos fue más tajante: instruyó a su delegación y prohibió choques y apretones de manos y abrazos. El único saludo permitido se reducía a un chocar de puños. No se cumplió: abrazo colectivo al lograr el oro en hockey masculino sobre Alemania y pelea posterior con los rivales. ¿Quién dijo Covid? Sí se observa un aumento de mascarillas estos últimos días, y entre los deportistas contagiados, cada caso es un mundo. «Tuve que descansar mucho. Tosí toda la noche. Me pasó factura. Nunca he estado más orgulloso de mí mismo por haber podido venir y lograr el bronce», reconoció Lyles. Sus rivales no se quejaron, pero sí hay voces que critican su decisión por el riesgo sobre los demás y su propio cuerpo. «Competir a este nivel y con esta intensidad implica someter al sistema cardiovascular a un estrés máximo, por la carrera, por el calentamiento y la tensión psicológica de la competición», comentó la Dra. Isabell von Loga, investigadora del Hospital Universitario de Zúrich en la CNN. ¿Pero quién renuncia a los Juegos? La australiana Lani Pallister contrajo el virus un día antes de su competición en el 1.500 y decidió ahorrar fuerzas y enfocarlas en el 4x200, donde logró un oro y un récord del mundo colectivo. El también australiano Zac Stubblety-Cook estaba contagiado cuando conquistó la plata en 200 espalda. El británico Adam Peaty confirmó el positivo al día siguiente de su plata en los 100 braza, a 0,02 segundos del oro. Saya Sakakibara fue la mejor en BMX a pesar del positivo. El equipo de waterpolo australiano sufrió cinco contagios antes de su estreno. Supieron manejarlo: cuarentena inmediata y pruebas hasta alcanzar la plata ante España . El decatleta alemán Manuel Eitel, sin embargo, sí tuvo que renunciar a todo. «Estoy devastado», se expresó. Tres años después, el Covid sigue aquí, aunque parezca que ya no.