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Peruvian Maduros, por Mirko Lauer

La comparación entre Venezuela-Maduro y Perú-Boluarte se está volviendo más frecuente. Hernando de Soto acaba de plantear que hay una partidocracia peruana que nos pone en el camino hacia Venezuela. ¿Cuán verosímil es? Más de lo que se piensa. En el Congreso hay votos suficientes para copar los sistemas de justicia y electoral, y disposición para hacerlo.

El temor a una caída de la política peruana en el chavismo fue muy fuerte allá por el año 2010, cuando el izquierdista Ollanta Humala tenía posibilidades de ganar. En concreto, ese temor era a la llegada de un sistema populista de saqueo a la caja fiscal y de engañosas dádivas a pobres cada vez más numerosos, presos entre la resignación y la fuga.

La llegada de Pedro Castillo materializó ese miedo de una parte de la ciudadanía. El sombrero reemplazó los discursos, pero el saqueo a la caja fue muy parecido al de Venezuela. Solo la idiotez de la microcúpula golpista en el poder impidió que todo eso prosperara. Recién cuando Castillo dejó el cargo, se empezó a hacer evidente lo que había sucedido.

Boluarte ha heredado el desencanto frente a Castillo, de allí el 95%+ de desaprobación constante. El desencanto lo aporta la opinión que se ve como progresista, izquierdista o social. A eso se suma el disgusto de la opinión de derecha en diversos grados. El Congreso tiene un parecido 95%+ de desaprobación, por méritos propios, en el día a día de la rapiña.

Frente a eso, Boluarte sabe que su masacre inaugural anti-Castillo no será perdonada, y que su falta de partido político propio no será pasada por alto. Por eso su entendimiento con la derecha del Congreso es tan necesario como, mutatis mutandis, el de Maduro con las oficinas de control político cubano de la población.

Luego, hay parecidos en tiempo real. El más llamativo es la indiferencia de la troika en el poder (FP, APP, PL) a los resultados de las encuestas. Al poder le son indiferentes las principales cifras, y mucho más las menores. Ante la ausencia de toda reacción ciudadana, siguen adelante. Así, van preparando su continuidad en el control del Estado, pequeño.

¿Se levantarían grandes multitudes peruanas si el poder del Congreso decide postergar las elecciones del 2026 hasta nuevo aviso? ¿La famosa calle tendría impacto decisivo? En Venezuela no lo ha tenido hasta ahora. Existen democracias heridas en el ala.

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