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La deuda crece y la economía mexicana sigue estancada

La deuda global total en los distintos países continúa creciendo, para alcanzar niveles superiores al 300 por ciento del PIB, que incluye las que tienen los gobiernos, las empresas y los personas. Por su parte, la de los gobiernos ya es superior al 100 por ciento del PIB global, lo que alcanza el mayor nivel en tiempos de paz. Este elevado nivel perjudica las finanzas públicas, ya que su servicio representa cada vez un mayor porcentaje del gasto, lo que resulta en menor inversión pública y gasto social, educación pública y otros conceptos, como sucede en México.

Como los gobiernos tienen la facultad de financiar su deuda por medio de emisión de circulante, esta creciente deuda puede continuar elevándose, lo que se traduce en mayor demanda por bienes y servicios, lo que debería de provocar que los precios en las economías se elevaran, es decir, habría mayor inflación. Además, la mayor inflación debería de producir devaluaciones de las monedas, pero tampoco se aprecian ajustes cambiarios como sucedía en décadas pasadas.

Sin embargo, tal parece que esto no sucede así, lo que es un incentivo para que los gobiernos sigan aumentando sus gastos, sus déficits y en consecuencia su deuda pública. Esto sucede en los Estados Unidos, en la mayoría de los países de Europa y en México, entre otros muchos otros países.

Parte de la explicación es que se ha tenido una fuerte expansión de la productividad mundial y reducción de costos. Otra parte de la explicación es que la inflación se mide incompleta en la mayoría de los casos, ya que se mide por medio de índices, que contienen solo una cantidad representativa de bienes y servicios, pero es imposible que se pueda medir la totalidad de los precios. En estos índices quedan excluidos las acciones de las empresas, es decir, las bolsas de valores, así como los bonos financieros, cuyos precios son los que más han subido en los pasados años. Además, con frecuencia no se toman en cuenta los precios de los bienes raíces. En conclusión, es común que la mayor liquidez en las distintas economías se canaliza a sectores que no están incluidos en los índices que miden la inflación.

Como resultado de la expansión de la deuda, la participación de los gobiernos en las economías es creciente. Esto reduce la productividad en los distintos países, ya que los funcionarios públicos tienen un menor incentivo para ser eficientes que los empresarios. Esto es debido a que los primeros gastan recursos que no son de ellos y no tienen pérdidas personales en caso de que sean mal invertidos o utilizados. En cambio, cuando un pequeño o gran empresario utiliza mal los recursos, ellos absorben las pérdidas (o las garantías en caso de que sean recursos prestados), por lo cual tienen un fuerte incentivo para realizar un buen uso de sus recursos. Por lo mismo, es frecuente que en países donde los gobiernos controlan la economía o tienen esquemas de planeación central el crecimiento es inferior o nulo.

En México, la deuda pública está creciendo alrededor del 50% en este año, en comparación con la emitida en 2023. Esto como resultado del déficit fiscal que es alrededor del 6% del PIB. Este déficit significa que la demanda es mayor en este porcentaje, pero la economía solo está creciendo alrededor del 1.5% en 2024.

Una primera conclusión es que, si la relación fuera directa y sin ningún ajuste, la economía mexicana debería de estar creciendo mínimo a una tasa cercana a ese 6%, debido al fuerte incremento de la demanda por el déficit del gobierno.

Una segunda conclusión es que, si no hubiera esta expansión del déficit fiscal, la economía nacional tendría una importante recesión. La tercera conclusión es que reducir el déficit fiscal al 3% del PIB para el próximo año como está previsto, se provocaría una recesión. Una variable importante que podría compensar este ajuste y mantener el crecimiento de la demanda sería una mayor inversión privada, ya sea nacional o extranjera.

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