La importancia de estar en Babia
Entre valles y montañas, allí donde en los picos más aguanta la nieve y nacen los ríos Sil y Luna, con infinitos pastos, un enclave único desde hace más de veinte años catalogado como Reserva de la Biosfera, y donde cualquier sitio es bueno para pararse, mirar al infinito y desconectar. Es Babia . De hecho por este recóndito lugar se acuña el famoso dicho de 'estar en Babia', en alusión a quien está distraído, ajeno a lo que pasa alrededor, en su mundo... Y algo tiene de verdad, porque el entorno i nvita a la abstracción de lo que ocurre alrededor. Pero no todo . Así lo asegura un reciente estudio del consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través del Instituto de Ciencias del Patrimonio, puesto en marcha con el «objetivo» de «comprender cómo los paisajes culturales de Babia han ido cambiando con el tiempo en relación con procesos históricos y con las formas productivas de sus habitantes». Tras siete años de excavaciones arqueológicas, han llegado a la conclusión de que « lejos de ser una zona aislada» , esta comarca al noroeste de la provincia de León «estaba en conexión con los fenómenos sociales, culturas y económicos que durante siglos han marcado el devenir de Europa» señala a Dicyt el investigador David González Álvarez, participante en los trabajos realizados. Lugar de pastoreo, de ganadería, ese punto en el límite con Asturias no era tan recóndito y ajeno a lo que pasaba más allá de sus confines como se podía pensar. «En estas zonas, imaginadas como distantes y apartadas, podemos reconocer procesos globales», subraya David González Álvarez. Así, recalca, el estudio ha permitido «reconocer procesos globales» a los que no fue ajeno Babia. Por aquí también pasaron y dejaron huella, como han constatado, las tensiones del mercado de la lana en el siglo XVII o los picos de presión pastoril en momentos en que la exportación de este producto en la Península Ibérica era muy importante. También se dejó notar en Babia «el abandono en procesos históricos que afectan a la producción ganadera de Castilla, como las guerras de Flandes », señala el estudio. Y es que, recalcan los investigadores, «la ganadería se relaciona con la economía, la cultura o lo s cambios ambientales de todo el continente europeo ». De ahí la importancia para los historiadores de reconocer las motivaciones que hay detrás de determinadas decisiones. Lo que ocurre, señalan con un poso de lamento, es que las zonas de montaña « han sido espacios vacíos en el mapa de la investigación arqueológica de la Península Ibérica». Y este documento, valoran, arroja resultados que muestran «aspectos desconocidos de la historia en esta zona de la montaña leonesa». Ha sido a través del estudio de fenómenos como la trashumancia como han ahondado en conocer más sobre este punto, desde las zonas más altas por encima de los 1.600 metros de altitud hasta descender a los valles, llevados por «la necesidad de saber si e stos lugares también pueden ser útiles para conocer la historia ». Y, sí, porque han logrado identificar «decenas de asentamientos» que van desde la Prehistoria hasta la actualidad. Lo que ocurre, advierten, es que «nadie había reparado» en estos puntos «con una mirada arqueológica». Ahora, gracias a esta investigación han comprobado que ruinas de cabañas que se conservan en Babia y que «parecían remontarse a pocas generaciones atrás», en realidad «tienen orígenes medievales o tardorromano», porque Babia tiene su historia. Incluso, apuntan los expertos, hay «indicios de ocupación mucho más antigua» , que se remontan a hace 5.000 años. De hecho, los arqueólogos creen que «hace milenios grupos itinerantes habían causado una primera deforestación en este territorio», que se «intensificó» con la medieval Mesta creada para el control de la ganadería trashumante, que ya en época visigoda pasaba en trayectos de largo recorrido por Babia. ¿Cómo lo saben? Han encontrado materias primas del norte de Extremadura . Ahora, señalan, el «reto» es que estos nuevos conocimientos «reviertan en el desarrollo del territorio estudiado». Y recalcan que los nuevos conocimientos sobre Babia permiten «contar una historia distinta, poniendo en valor el protagonismo de las comunidades locales en la gestión del entorno», por lo que agradecen el apoyo de los ayuntamientos de Cabrillanes y San Emiliano, así como las Juntas Vecinales de La Cueta, Torre de Babia y Torrestío. «La arqueología nos enseña que estos espacios son como son porque ha habido mucha gente trabajando en ellos, peleando con el ganado y el bosque», defiende los investigadores, sacando pecho a favor de la población local frente a quienes la ven «como un problema para la conservación».