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De 1.500 políticas climáticas implantadas en todo el mundo para reducir las emisiones, solo 63 han resultado eficaces

Abc.es 
En los últimos años, por todo el mundo han proliferado todo tipo de políticas climáticas destinadas a reducir el dióxido de carbono, que calienta la atmósfera e impulsa el cambio climático: desde restricciones y multas, hasta incentivos fiscales para alternativas más 'verdes', muchos países han adoptado sus propias propuestas. Sin embargo, ¿cuáles han sido realmente eficaces para bajar las emisiones y cuáles han pasado sin apenas repercusión? Un estudio publicado en ' Science ' y dirigido por investigadores del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK) y el Instituto Mercator de Investigación sobre Bienes Comunes Globales y Cambio Climático (MCC), en colaboración con expertos de las universidades de Oxford y Victoria, así como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tiene la respuesta: muy pocas han tenido una eficacia patente. En concreto, de 1.500 políticas climáticas analizadas instauradas desde 1998 a 2022 en 41 países diferentes, tan solo 63 han tenido un impacto significativo en las emisiones mundiales de gases invernadero. Así se puede comprobar en la web ' Climate Policy Explorer ', que ofrece una descripción abierta y completa de los resultados, análisis y métodos. Una herramienta en la que además se puede desgranar la información por países, conociendo cuántas iniciativas fueron realmente eficientes en el descenso del dióxido de carbono en el ambiente. «Nuestros hallazgos demuestran que más políticas no equivalen necesariamente a mejores resultados. En cambio, la combinación adecuada de medidas es crucial», señala Nicolas Koch de PIK y MCC y autor del estudio. «Por ejemplo, los subsidios o las regulaciones por sí solos son insuficientes; solo en combinación con instrumentos basados en precios, como los impuestos al carbón y a la energía, pueden generar reducciones sustanciales de las emisiones». Ya se habían llevado a cabo análisis parecidos; sin embargo, lo que hace pionero este trabajo es la gran variedad de medidas recogidas, incluso muchas pasadas por alto, y que abarcan todo el espectro de instrumentos de política climática, desde códigos de construcción relacionados con la energía hasta subsidios para la compra de productos respetuosos con el clima e impuestos al carbón. Así, crearon una nueva base de datos de la OCDE y que ahora representa el inventario más completo de políticas climáticas mundiales. Pero, para hacer un análisis lo más aséptico posible de los datos y señalar la realidad del impacto de las medidas, los autores usaron un enfoque innovador: mezclaron inteligencia artificial -aprendizaje automático- con análisis estadísticos. Así pudieron identificar las acciones que sí lograron reducir las emisiones a gran escala, de las que apenas fueron seis decenas. «El bajo número de grandes reducciones de emisiones es ciertamente preocupante», señala a ABC Annika Stechemesser, investigadora del PIK y autora principal del estudio. «Pero nuestro estudio también tiene buenas noticias. En primer lugar, la proliferación de políticas ha ocurrido en la última década: nuestros datos muestran que para 2022 el número promedio de adopciones de políticas climáticas fue de entre cuatro y ocho políticas por país. Por otro lado, los 63 casos de políticas climáticas exitosas nos ayudan a entender las características clave de lo que funciona». Como ejemplos concretos, los análisis muestran que las prohibiciones a las centrales eléctricas de carbón o a los automóviles con motor de combustión no son sinónimo de reducciones importantes de emisiones cuando se implementan por sí solas. Por el contrario, cuando se combinan con incentivos fiscales o de precios, sí resultan eficaces. Los autores han dividido las políticas por sectores. Así, en el ámbito industrial, destacan los sistemas piloto de reducción de emisiones en China, que mitigaron significativamente los gases de efecto invernadero después de unos pocos años, complementados con menores ayudas a los combustibles fósiles y mayores incentivos para la eficiencia energética. Reino Unido logró en el sector eléctrico importantes reducciones de emisiones mediante el establecimiento de un precio mínimo del carbón, subsidios para la energía renovable y un plan de eliminación gradual de este combustible. Estados Unidos, por su parte, es un ejemplo de reducciones significativas de emisiones en el sector del transporte como resultado de una combinación de ventajas fiscales y subsidios para vehículos de bajas emisiones y estándares de eficiencia de CO2. La reforma del impuesto ecológico y la introducción de peajes para camiones en Alemania es otra historia de éxito notable en este ámbito. En cuanto a España, se trata de un modelo paradigmático que encaja a la perfección con las conclusiones del estudio. En la gráfica se aprecia un descenso del 10% de las emisiones en el periodo 2006 a 2012, cuando se introdujeron políticas combinadas de subsidios e impuestos sobre los combustibles y los vehículos. El mayor descenso se dio, como es lógico, en el sector del transporte, si bien la tendencia de emisión de CO2 desde 2012 vuelve a ser alcista (salvo el descenso abrupto durante el confinamiento en la pandemia, unos niveles que, como se ve, ya se están recuperando). «Aunque sigue siendo difícil desentrañar con precisión los efectos de las medidas individuales dentro de una combinación de políticas, nuestros 63 casos de éxito proporcionan información sistemática sobre combinaciones de políticas eficaces y muestran cómo las combinaciones de políticas bien diseñadas dependen de los sectores y del nivel de desarrollo de los países», señala Stechemesser. De hecho, el trabajo señala que si más países confiaran en políticas combinadas, como en los casos de éxito, «la brecha de emisiones restante para 2030 podría cerrarse hasta en un 26% a 41%». Sin embargo, en opinión de María José Sanz, directora del BC3 (Centro Vasco de Investigación sobre Cambio Climático) y presidenta de la Alianza de Centros Severo Ochoa y Unidades María de Maeztu (SOMMa), los datos deben tomarse «con cautela»: «Los contextos políticos y regulatorios de los diferentes países pueden marcar grandes diferencias en el impacto de determinadas políticas, por lo que no es generalizable qué políticas son mejores», indica en declaraciones para el SMC España. «Establecer la causalidad y la intencionalidad de una medida no es fácil, dado que algunas son muy interdependientes y que, en algunas ocasiones, los impactos no se deben a las medidas sino a otras causas (por ejemplo, fenómenos geopolíticos que pueden afectar el precio de los combustibles)». Al respecto, Stechemesser señala que los hallazgos del estudio «sugieren que las combinaciones de instrumentos de política que son complementarios en las mezclas varían entre sectores y grupos de países con desarrollo económico». Por ejemplo, hallaron que la política de fijar precios juega un papel destacado en el sector industrial en ambas sociedades, si bien de diferentes maneras: «Es más eficaz individualmente en las economías desarrolladas, pero muestra una mayor sinergia con otras políticas en las economías en desarrollo». Es decir, aunque el recurso de 'Climate Policy Explorer' puede ser una herramienta muy valiosa para identificar paquetes de medidas, el contexto político y social de cada país ejerce una influencia patente, por lo que la 'receta del éxito' para acabar con las emisiones tiene muchos más ingredientes que las iniciativas gubernamentales.

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