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Del 'Infierno' de Dante al cielo de los Simpson, llega la guía de viajes para después de la muerte

Abc.es 
Una guía de viaje para el Más Allá necesitaba un autor a la altura de las circunstancias. Ken Jennings las supera con creces. Este 2024 se cumplen 20 años de la hazaña que le cambió la vida. En 2004 era un programador informático que deseaba que la escritura se convirtiera en su sustento cuando se enteró de que había sido seleccionado para el célebre concurso televisivo estadounidense de preguntas y respuestas 'Jeopardy!' . Tuvo una racha de 74 victorias consecutivas que nadie ha conseguido igualar, con la que ganó 2,52 millones de dólares . Su fama fue creciendo y terminó convirtiéndose en el presentador del programa. «La gente a veces me reta con preguntas muy difíciles mientras camino por la calle, ¡pero es una molestia menor!», confiesa en una entrevista con ABC. De mente sumamente inquieta, la chispa para '100 lugares que ver después de morir' ( Geoplaneta ) le saltó en un aeropuerto. «Estaba mirando una mesa de libros de viajes tipo 'lista de cosas que hacer antes de morir'... pero los estaba mirando al revés y malinterpreté el título de uno como '100 lugares para morir antes de ver'. Inmediatamente me di cuenta de que un libro de viajes para después de la muerte era algo que nadie había escrito todavía, y ya estaba trabajando mentalmente en la propuesta antes incluso de subirme al avión», rememora el autor, que ya ha publicado varios libros de divulgación. Como presentador de concursos siempre le da vueltas a cuál es la forma más rápida y sencilla para facilitar la difusión de una idea. « El humor es la respuesta con mucha frecuencia», señala Jennings, que enseguida vio en una guía de viajes satírica el formato perfecto para un libro de estas características. «La ventaja era exactamente esa: que me obligaba a tratar un tema delicado con un toque ligero, en lugar de ponerme demasiado sombrío». Divertido e instructivo, el libro responde a la gran pregunta que se ha hecho la humanidad desde sus inicios, ¿dónde vamos después de morir? Jennings ha recopilado las respuestas que nos hemos dado a nosotros mismos a través de los siglos con los mitos, escrituras sagradas, películas , cuadros, videojuegos o universos de superhéroes. «La investigación fue la parte más divertida. Fue un año que se alargó hasta casi tres cuando la pandemia por el coronavirus cerró todas las bibliotecas universitarias. Quería los textos originales: de los sutras reales que describen el infierno budista a los episodios de 'Perdidos' que tienen lugar en el Más Allá (aunque eso significara volver a sufrir una de las peores temporadas de 'Perdidos')», señala. Efectivamente, en sus páginas conviven los dieciocho infiernos budistas con sus castigos ardientes (como tragar bolas de metal al rojo vivo que arrancan los intestinos al salir) o helados (como que los vientos huracanados arranquen la piel a tiras) y las «realidades paralelas» a modo de purgatorio colaborativo que tanto defraudaron a los seguidores de la serie de J. J. Abrams . Como buen miembro de la Generación X, el presentador creció obsesionado con los misterios de lo inexplicable, como los ovnis, los secretos de las pirámides o el Triángulo de las Bermudas. Y fueron las desapariciones de Paco Pico, de Barrio Sésamo, y Mr. Spock, de Star Trek, las primeras que le hicieron pensar en la muerte. «Creo que eso me formó. Me encantaban los misterios, los fantasmas y los aparecidos , y el Más Allá me parecía el mayor misterio de todos», apunta el autor, que reconoce que la cultura pop ha dado forma al libro. '100 lugares que ver después de morir' recorre la Djalia de Marvel que Ta-Nehisi Coates imaginó para Shuri, la hermana de T'Challa, Pantera Negra. Enclavada en un exuberante paisaje africano, su vida nocturna consiste en contar historias alrededor de una hoguera mientras la diurna es un paraíso de aventuras al aire libre. Tampoco falta la confusa cosmología de DC , aunque, si se trata de cómics, «lo mejor que puedes hacer es aguantar unos años. Los cómics son como las telenovelas: la muerte nunca es definitiva y la resurrección siempre está a la vuelta de un nuevo guionista», escribe. Y, por supuesto, hay un capítulo reservado a los Simpson y sus distintos Más Allá, coronados por el cielo 'celebrity': «Los muertos famosos tienen tal tirón que en el episodio de Halloween del 2008 se ideó un 'cielo de los famosos' entero, separado por una valla del 'cielo normal', menos lujoso. Allí, figuras destacadas como Neil Armstrong y John Lennon o un Abraham Lincoln gay disfrutan de eventos nocturnos como los torneos de póker en la sala de recreo». No faltan los grandes clásicos servidos por la mitología, como el Hel y el Valhalla , la cara y la cruz de los vikingos, o el Hades griego, en el que señala como visita imprescindible las nalgas de Teseo, fundidas en la piedra junto al pobre Pirítoo cuando intentaron raptar de nuevo a Perséfone, y como mejor alojamiento, las exclusivas Islas Afortunadas, el paraíso perfecto bajo la Torre de Cronos. También recoge las propuestas religiosas, desde el cristianismo al fértil jardín de la Casa del Canto que pregona el zoroatrismo . En definitiva, Jennings hace un completo repaso por los referentes culturales que hemos usado a lo largo de la historia para imaginar la otra vida. Los relatos que la humanidad ha elaborado sobre la muerte siempre la han considerado un lugar, un viaje. Para los antiguos se trataba de un tipo de viaje muy literal . Los persas, los irlandeses o los polinesios creaban conjeturas acerca de qué cuevas o islas concretas de sus paisajes podrían ser una entrada al inframundo. Los egipcios y los aztecas morían con itinerarios memorizados, con mapas y guías que los ayudaban a orientarse en un recorrido desconcertante y peligroso por el mundo que los aguardaba. En la Edad Media, los videntes y los poetas escribían detallados diarios de viaje sobre los cielos, los infiernos y los purgatorios. Aquí Jennings señala a Dante como el más destacado creador de mundos de su época, el equivalente de George Lucas o George R. R. Martin . A medida que su investigación avanzaba, el autor se percató de cómo las modas de ultratumba iban y venían. «Aprendes lo que una sociedad realmente valora y lo que le obsesiona cuando te cuenta tanto lo mejor como lo peor que puede visualizar», indica. «Los primeros paraísos de la historia humana —prosigue— sólo pueden esperar la ausencia de cosas malas : una tierra sin hambre, una tierra sin invierno, una tierra sin enfermedad. Sólo cuando los humanos pueden imaginar más abundancia, el cielo empieza a tener cosas lujosas, como puertas nacaradas, jardines exuberantes y harenes atractivos. El infierno, en cambio, permanece prácticamente igual durante milenios. Los mismos castigos irónicos, penas de tortura eternas y hasta los mismos fluidos corporales asquerosos. Algunas historias no cambian». Entre el cielo y el infierno, los seres humanos nos inclinamos por imaginar este último. El averno ha concentrado el mayor número de representaciones y relatos desde el principio de los tiempos. « El cielo no tiene conflicto . El cielo no tiene narrativa. Todo el mundo es feliz todo el tiempo. ¿Qué tiene eso de divertido? El Bosco está deseando terminar de pintar el 'Jardín del Edén' para pasar al lado del 'Infierno' de su tríptico y empezar a pintar a todos sus extraños duendecillos», explica Jennings. A pesar de ello, tiene claro su paraíso celestial desde que era adolescente: «El campo de béisbol de la película 'Campo de sueños'. Una bonita tarde soleada, hierba verde, béisbol de los de antes. Esta es una elección fácil para un aburrido hombre estadounidense de mediana edad. No parece haber un equivalente futbolístico para las almas internacionales». También tiene claro el peor de los infiernos : «Hay una maravillosa tradición china: después de todas las torturas y el metal fundido y demás, los condenados son llevados a un simple mirador y se les permite ver lo que está pasando en su ciudad natal terrenal. Invariablemente, lo que ven les destruye: han sido completamente olvidados, su cónyuge se ha vuelto a casar, su herencia ha sido dilapidada, etcétera. Nuestra existencia es completamente transitoria, ése es el verdadero infierno». Tampoco cambia mucho lo que hay detrás de la condena eterna: «Cuando lees la evolución de las descripciones del infierno a lo largo de los siglos, está claro que lo que ves en realidad son autoridades religiosas que ejercen un control sobre el comportamiento de los mortales», apunta el autor. Los pecados que hacen merecer los castigos van, de acuerdo con Jennings, «desde los socialmente reveladores hasta los agradablemente aleatorios. En la antigua China , había un infierno para los que arrojaban cerámica rota al patio del vecino. Hay infiernos hindúes para los que mezclan castas y para los que destruyen la miel. Dante vio a muchas de sus personas menos favoritas en su 'Infierno', obteniendo finalmente su justa recompensa por todas las cosas que alguna vez hicieron para molestarlo». Desde los avernos budistas hasta los paraísos de superhéroes, '100 lugares que ver después de morir' asegura un recorrido sin precedentes por los destinos más insólitos del más allá. Jennings ha perpetrado una guía imprescindible para hacer del último viaje una experiencia inolvidable en la que el humor es la mejor brújula . Como él defiende: «Nunca es demasiado tarde para investigar tus opciones y empezar a planificar viajes. La eternidad es terriblemente larga como para ir a parar al lugar equivocado y nunca sabes cuándo se producirá tu partida».

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