El valor de nuestros amautas, por Eliana Carlin
De acuerdo con Ministerio de Educación, la condecoración de Palmas Magisteriales constituye el máximo reconocimiento que entrega el Estado peruano a profesionales destacados por su aporte a la educación y, en general, al desarrollo del país. Esta condecoración se otorga desde 1949 y tiene tres categorías: educador, maestro y amauta. La categoría de amauta busca reconocer a profesionales que hayan aportado de forma extraordinaria al país. Año a año se otorgan cinco reconocimientos en esta categoría, quienes reciben 15 mil soles por única vez.
En el año 2019 se publicó el último reglamento para la Condecoración de Palmas Magisteriales, que es el marco para el otorgamiento meritorio de la condecoración a la que nos referimos. Debería resultar obvia la necesidad de mantener la meritocracia en el otorgamiento de un reconocimiento como las Palmas Magisteriales, no solo por la dignidad del mismo, sino también porque irroga gasto al Estado. Sin embargo, el día 21 de agosto de este año, se publicó el Decreto Supremo 011-2024-MINEDU, firmado por Dina Boluarte y Morgan Quero, mediante el cual modifican el reglamento para el otorgamiento de Palmas Magisteriales en grado de amauta, indicando -en resumen- que tres de los condecorados podrán ser designados sin ningún requisito más que el criterio del Ministro de Educación. ¿Qué significa esto en términos concretos? Que el régimen de Dina Boluarte podrá elegir a dedo a tres personas aliadas, a las cuales entregarles 45 mil soles en total.
En comparación con otros zarpazos dados últimamente a las arcas del Estado, este monto podría parecer menor. Sin embargo, está documentado que la valoración que la sociedad en general tiene respecto de la docencia es un elemento importante para la juventud al momento de seleccionar la carrera docente. El reconocimiento docente como política pública no recibe en el Perú el peso que debería, como sí ocurre en el mundo desarrollado. Los y las docentes tienen derecho a ser valorados por el Estado de acuerdo a su conducta meritoria, trayectoria y excelencia profesional. Por esto, no debe pasarse por alto este ataque a las Palmas Magisteriales, que es también un ataque a la meritocracia docente. Es una verdadera lástima que se reste legitimidad a una condecoración muy respetada en el país, recibida en el grado de amauta por personalidades como Jorge Basadre (1963), Ricardo Palma(1963), Julio C. Tello (1965) y Raúl Porras Barrenechea (1965); entre muchos otros palmarios cuyos méritos sí son indiscutibles. Esperemos que las condecoraciones de este se entreguen considerando el respeto que merecen nuestros palmarios y palmarias.