¡Ojo! ¡Leninistas hipnotizados por Maduro!, por Mirko Lauer
Las discrepancias en la izquierda peruana hoy giran en torno a dos temas. Uno es si apoyar o criticar el nuevo golpe electoral que avanza en Venezuela. Otro es el balance sobre qué significó apoyar a Pedro Castillo, tanto en su etapa pre-golpista como post-golpista. Como era de esperar, son discusiones llenas de mutuos reproches y descalificaciones sobre quién es de izquierda y quién no.
En medio de esto, está reapareciendo una ortodoxia marxista-leninista (M-L) que ya parecía superada en la política. La herramienta predilecta de esta posición es la lucha de clases: quién representa al campo popular y quién no. En este contexto, la autodefinición y el origen social-familiar del dirigente en discusión son más importantes que su conducta.
Tanto con Maduro como con Castillo, las tomas de posición son ejercicios de expurgación del oportunismo del izquierdista rival. Rápidamente, se ha convertido en una polémica entre la izquierda de Gabriel Boric, en Chile, y la izquierda de Miguel Díaz-Canel, en Cuba, quien en lo personal casi no habla.
Pero lo que complica las cosas en esta hora es que hay un partido que se declara M-L, con un líder que hace ruiditos en ese sentido, pero que vive en políticamente pecaminosa alianza con la derecha en el Congreso. Es verdad que nadie en la izquierda considera a Perú Libre, salvo como prueba de hasta dónde pueden llegar la confusión y el oportunismo.
El comunicado pro-Nicolás Maduro de la Coordinadora de Organizaciones de Izquierda y Progresistas (COIP) ha merecido la respuesta de un grupo de importantes figuras en abierta discrepancia. “Ese comunicado nos lleva a una segura derrota política y a perder nuestras credenciales como fuerzas por la justicia social y la democracia política”, dicen.
Los argumentos de la otra parte son conocidos: en la línea de que Maduro está acosado por una conspiración del imperialismo (el yanqui, no el ruso o el chino), que las sanciones le han impedido hacer una gestión eficiente, que el supuesto fraude electoral es un invento de la burguesía, que es la que pide ver las actas, y así sucesivamente.
La situación permite suponer que las izquierdas no van a ir unidas a nuestras próximas elecciones, ya que un sector se muestra proclive a acercarse al centro. ¿Hacia dónde se desplazarán los M-L ortodoxos?