Las finanzas van a Hollywood
A lo largo de los años, las películas de Hollywood han tenido mucho que decir sobre los mercados y las instituciones financieras, reflejando a menudo una perspectiva claramente populista. En un momento en el que tanto el populismo como la volatilidad financiera son muy evidentes, ¿qué lecciones podrían contener estas películas sobre la regulación?
Comience con el clásico de 1939 El mago de Oz, en el que Dorothy y su cohorte (el león cobarde, el espantapájaros y el hombre de hojalata) viajan por el “camino de ladrillos amarillos” para llegar a la magnífica Ciudad Esmeralda, donde esperan para encontrar al mago que pueda hacer realidad sus sueños. Pero el esplendor de la ciudad (y el poder del mago) resultan ser ilusorios.
La mayoría de los devotos de la película no se dan cuenta de que se trata de una alegoría populista sobre el dinero. El camino de ladrillos amarillos representa el oro y la Ciudad Esmeralda es una metáfora de Wall Street. El León Cobarde representa a William Jennings Bryan, candidato presidencial populista en 1900, cuando se escribió el libro en el que se basó la película. Bryan arremetió contra los banqueros de las grandes ciudades y la austeridad monetaria del patrón oro, y se comprometió a promover los intereses de los agricultores del Oeste de EE. UU. (el Espantapájaros) y de los trabajadores fabriles del Este (el Hombre de Hojalata).
Avancemos 15 años y llegamos a la película de 1955 Al este del Edén, en la que Cal Trask (interpretado por el legendario James Dean) apuesta por los frijoles, anticipando un aumento en la demanda si Estados Unidos entra en la Primera Guerra Mundial. Y, efectivamente, el precio de los frijoles se dispara. Pero cuando Cal ofrece las ganancias a su padre, es rechazado. El padre de Cal se siente moralmente ofendido por las acciones de su hijo, que considera equivalentes a lucrar con las desgracias ajenas.
El mensaje de la película es claro: la especulación es pecaminosa. Pero, en realidad, Cal ha sido el agente de la “mano invisible” de Adam Smith. Al apostar por su intuición sobre el futuro, Cal ha contribuido a presionar al alza el precio de los frijoles en el presente, aumentando así la oferta precisamente cuando más la necesita (por el ejército británico).
Esto parecería respaldar la famosa declaración del asaltante corporativo Gordon Gekko en la película Wall Street de 1987: “La codicia, por falta de una palabra mejor, es buena”. Pero la codicia de Gekko involucra el uso de información privilegiada, un delito en el que también participan los comerciantes de productos básicos en la comedia de 1983 Trading Places.
En la película del 2013 El lobo de Wall Street, el corredor de bolsa Jordan Belfort agrega la corrupción gubernamental a la mezcla. Aunque se espera que estos pícaros provoquen una admiración culpable en la audiencia, sus fallos morales y la necesidad de regulación para proteger al público de ellos, son evidentes.
Pero no toda especulación es igual. Las estampidas bancarias, por ejemplo, no pueden necesariamente atribuirse a banqueros “malvados” o corredores de bolsa codiciosos. En el clásico de 1946 ¡Qué bello es vivir!, son los depositantes comunes quienes se concentran en la pequeña cooperativa Bailey Brothers Building and Loan exigiendo su dinero, temiendo que otros hagan lo mismo. A medida que las reservas de la institución se agotan, el protagonista George Bailey debe sacrificar su luna de miel para evitar el fracaso.
De manera similar, en la película de 1964 Mary Poppins, se desata una corrida bancaria cuando Michael Banks, el joven hijo de un empleado del banco y uno de los niños bajo el cuidado de Mary Poppins, grita para que el presidente del banco le devuelva su moneda de dos peniques, desatando el pánico entre los depositantes. El drama fue inspirado por acontecimientos reales: una carta anónima provocó una estampida de depósitos en el Birkbeck Bank en 1910, el año en que se ambienta la película.
Sabemos desde hace tiempo cómo manejar de manera eficiente las estampidas bancarias. Las agencias gubernamentales deben asegurar a los depositantes (por lo menos hasta cierto umbral) y deberían intervenir en caso de que un banco quiebre. Para protegerse contra el riesgo moral (correr riesgos excesivos en los bancos con la expectativa de ser rescatados), se necesitan requisitos de reserva y de capital. Dado que estos requisitos intencionalmente limitan las ganancias de los bancos, equivalen a una especie de prima de seguro ex ante.
En el relato moral del 2023, Bank of Dave, un empresario de buen corazón, intenta abrir un banco comunitario en un pequeño pueblo inglés, solo para enfrentarse a la resistencia deshonesta de los grandes bancos de Londres. Al final, estos bancos recurren a onerosos requisitos de capital, impuestos por un organismo regulador capturado, para derribar a Dave, y casi lo logran. (El verdadero Dave, en cuya historia se basa la película, nunca logró reunir el capital). Sin embargo, típicamente, los grandes bancos presionan para que los requisitos de capital sean más bajos, no más altos.
La crisis financiera global del 2008 resultó particularmente inspiradora para Hollywood, ejemplificada por películas como Margin Call y Wall Street: Money Never Sleeps. En The Big Short, algunos inversionistas se dan cuenta entre el 2006 y el 2007 de que las hipotecas estadounidenses han sido empaquetadas, divididas y derivatizadas en exceso, por lo cual apuestan a la baja en el mercado. Como era de esperar, su apuesta da sus frutos.
The Big Short es inusual al presentar a los vendedores en corto de una manera algo positiva. Mucho más común es el enfoque adoptado por Dumb Money del 2023 —también basada en una historia real—, en la que los comerciantes de acciones meme que las compraron a GameStop a principios del 2021 se sitúan como los “buenos” que se enfrentan a los fondos de cobertura que apuestan a la baja. Y, sin embargo, las ventas en corto cumplen un propósito importante, como ser un freno a la euforia excesiva del mercado.
Muchos políticos apelan al enfado popular contra banqueros y especuladores durante las campañas electorales. Algunos cumplen sus promesas de fortalecer la regulación una vez en el cargo. Los esfuerzos recientes para mejorar los requisitos de capital, el endgame de la iniciativa de Basilea III, lanzada después de la crisis del 2008, son un buen ejemplo. En Estados Unidos, los líderes se basan en la legislación Dodd-Frank del 2010, que condujo a significativos avances, como pruebas de resistencia bancarias regulares y el fortalecimiento de la regulación de derivados.
Pero por cada político que intenta mejorar la regulación, hay otro que intenta bloquear o incluso revertir los avances, a pesar de haber apelado al deseo populista de frenar a los Gordon Gekkos que trabajan en la Ciudad Esmeralda para llegar al poder. Calculan que los votantes no notarán la diferencia, al menos no hasta que ocurra la próxima crisis.
Jeffrey Frankel, profesor de Formación y Crecimiento de Capital en la Universidad de Harvard, fue miembro del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton. Es investigador asociado de la Oficina Nacional de Investigación Económica de EE. UU.
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