En la carrera entre una crisis y el plan, sólo queda el relato
Cuando el 3 de agosto Sebastián Mieres murió aplastado por el colectivo 512 en San Justo, la noticia se cubrió como una tragedia más de la vida cotidiana en el Gran Buenos Aires. A lo sumo, la información se completaba con el reclamo de justicia de la familia y el comienzo de una investigación para determinar culpabilidades. Hubo paro en la línea por algún tiempo y la cuestión pasó como tantas otras.
Mieres iba parado en los escalones de la puerta trasera de una unidad con dudoso mantenimiento que encima venía abarrotada porque el servicio estaba funcionando con menos frecuencia, una consecuencia generalizada del deterioro en el transporte automotor de la zona metropolitana que lleva años.
Con tarifas y subsidios que no alcanzan para cubrir los costos como mínimo desde 2016, las compañías que surcan Capital Federal, pero sobre todo el segundo y tercer cordón del Conurbano han bajado la cantidad de colectivos que andan fuera de la hora pico, en lo que cualquiera que se aleja un segundo lo puede traducir en otro caso de aquello que lo que no se ajusta por precio se ajusta por cantidad.
Tal situación se ha venido combinando con guiños que la política pública les hizo durante la última década para que les cierren las cuentas sin subir el boleto. Así, se extendió la vida útil permitida de los micros más allá de los diez años que fija como máximo la ley nacional de tránsito para cualquier rodado que transporte pasajeros. Hoy un tercio de los 18 mil colectivos del AMBA tienen 13 años de uso, mientras que la antigüedad promedio pasó en el último lustro de cinco a siete años y medio.
Al mismo tiempo, porque esto es la Argentina -no trates de entenderla, disfrutala- como el flujo de subsidios durante el kirchnerismo se volvió tan descontrolado, habían surgido empresas de colectivos que casi no transportaban gente pero que hacían negocio porque les entraba plata del Estado igual. Ante eso, en 2012 se publicó la resolución 422 que decidió congelar la cantidad de líneas hasta estudiar el tema. Todavía lo siguen estudiando, se ve.
El resultado fue que, en distritos como Moreno, por ejemplo, donde según el último censo la población trepó 11%, el número de líneas se ha mantenido sin cambios, y -como se dijo- encima con menos circulación producto de la emergencia que además ha derivado en un parque de colectivos más deteriorado. Mirá todo lo que puede haber detrás de la muerte de un joven que simplemente se tomó un bondi.
Todo este esperpento de mala administración de los recursos públicos mezclada con una mala prestación de un servicio público a lo largo de años de inestabilidad se asoma ahora a otra cornisa dado que el gobierno de Javier Milei, que no tiene responsabilidad alguna en cómo están las cosas en lo estructural de este tema, está decidido a quitar los subsidios al transporte de la jurisdicción más densamente poblada sin otro enfoque que el fiscalista. ¿Qué puede pasar si se recortan más las frecuencias como ya advirtieron las cámaras de colectivos?
Las alertas de los efectos en la vida real de un programa económico basado en el control del gasto público ya han sido varios. Cuando chocaron dos trenes en la línea San Martín en mayo, sin víctimas fatales, se supo que fue porque no se habían comprado a tiempo cables para reponer en los sistemas de comunicación entre formaciones. En la Cámara Argentina de la Construcción, por otro lado, ya advirtieron que el parate de la obra pública ha dejado sin ningún mantenimiento las rutas de todo el país.
En todos los casos el Gobierno podrá decir que la herencia era mala, pero a nueve meses de la asunción, lo que pase con el auto ya es responsabilidad del piloto, por más chocado que estuviera.
Por eso la pregunta recurrente es en qué momento la estrategia económica del gobierno que llevó la inflación al 4% y por ahora contiene la brecha cambiaria con cepo y apuesta a la inversión privada de la mano de beneficios especiales podrá engendrar un proceso de crecimiento que genere que las condiciones de vida materiales de la población mejoren, ya sea porque puedan comprar más comida -si los precios no suben una parte está hecha- pero también no morirse en un bondi.
En este contexto, el Gobierno está lanzado en la coyuntura en la búsqueda de los dólares que le permitan saltear los nudos más heavy que todo el mundo le ve por delante: cómo sostener un tipo de cambio controlado si en algún momento llega a levantar las restricciones cambiarias y cómo refinanciar los pagos de la deuda si el riesgo país no baja y los mercados financieros te miden el aceite porque no confían en tu acumulación de reservas.
La percepción de la Casa Rosada es que urge decretar el final de la recesión al menos en las planillas. El aguante de la población que vio licuado sus ingresos pero que también sintió el impacto en puestos de trabajo es un activo que difunden los punteros de redes sociales pero nadie sabe en qué momento se puede terminar, en qué momento una tragedia cotidiana como la del 512 no puede ser facturada a este gobierno en vez "a lo que dejaron los kukas".
Porque en algún momento, si se estabilizara la macro, surgirá la pregunta: ¿la mirada global de país que se adivina en La Libertad Avanza incluye el desarrollo de infraestructura básica para una mejor calidad de vida de la población? La estabilidad de precios siempre será un activo en caso de que ocurriera, pero trenes, bondis, agua y cloacas, los servicios públicos, marcan el humor social y han desatado revueltas en muchos países.
"El peronismo gobernó equis años y rompió todo, pero la culpa es de Milei". El tuit siempre va a estar preparado ante cualquier situación que eventualmente ponga en la mira la deficiente gestión estatal. Y para las redes sociales, seguramente está bien. Alcanza.
De hecho, el relato, con el jefe de Estado como rey de redes, sigue funcionando. Un día le pega a un periodista, otro día a los productores de radio, más tarde hace chistes con un pedófilo. Se genera la indignación, el ruido, se diluye el debate sobre un hecho. Es el puente por ahora infinito entre un plan económico que está en terreno de incógnitas y el apoyo popular al experimento.
Siempre está el riesgo, por último, de que el aparato de propaganda oficial que sostiene las llamas de la discusión pública e inflama pasiones en favor del oficialismo en algún momento haga una demás y quede en offside dado el delicado momento social que se vive.
En la tarde del martes, la comunicación de la Casa Rosada emitió un parte de prensa para informar el estreno de "Milei - La Serie", un documental sobre "el fascinante proceso político que llevó al libertario a la más alta magistratura de la Nación".
La producción fue desarrollada por Santiago Oría, publicista de la campaña presidencial del presidente, que hoy tiene el cargo de director de Realización Audiovisual de la Presidencia de la Nación.
"Toda persona que vea este documental podrá aprender y comprender con mayor profundidad el movimiento político que está revolucionando la política argentina inspirando a los amantes de la libertad en todas partes del mundo", detalló el empleado estatal a cargo del proyecto.
¿No será mucho? ¿No será muy pronto para usar la comunicación pública con fines partidarios mientras la pobreza está arriba del 50%? Imaginamos, igual, que no se habrán involucrado partidas estatales para el documental, más allá del salario del burócrata gubernamental que acercó la información al periodismo como si fuera una actividad de la Casa Rosada.