Si tienes uno de estos teléfonos móviles, no los tires: pagan miles de euros por ellos
Desde los imponentes 'ladrillos' que se usaban en la década de 1980 para hacer llamadas fuera de casa hasta los dispositivos ultradelgados y multifuncionales que llevamos hoy en nuestros bolsillos, los teléfonos móviles han evolucionado de una manera que pocos podrían imaginar en aquella época. En sus primeros días, estos aparatos eran poco más que una extensión de nuestros teléfonos fijos. Sin embargo, hoy en día, están tan integrados en nuestras vidas que nos cuesta imaginar un mundo sin ellos. En ese sentido, los modernos smartphones no solo permiten la comunicación entre los usuarios, sino que también se han convertido en herramientas esenciales para navegar por internet, gestionar nuestras finanzas, o incluso controlar otros dispositivos a través del internet de las cosas. No obstante, en medio de este vertiginoso avance tecnológico, los primeros teléfonos móviles, aquellos aparatos sin pantallas táctiles y con teclas físicas, han resurgido como objetos de colección . Para algunos, son un recordatorio nostálgico de una era más simple, mientras que para otros, se han convertido en un bien codiciado por su escasez y el impacto cultural que tuvieron en su época. Tanto es así que ciertos modelos de teléfonos antiguos , que muchos tienen olvidados en un cajón, hoy pueden valer miles de euros, superando incluso el precio de los smartphones más avanzados del mercado actual. Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta fiebre por lo retro es el Nokia 3310. Lanzado en el año 2000, este modelo se ganó una reputación inquebrantable, no solo por su durabilidad, sino también por su simpleza y funcionalidad. Fue un superventas en su época, con más de 126 millones de unidades vendidas en todo el mundo. Hoy, un Nokia 3310 en buen estado puede venderse fácilmente por 1.500 euros en el mercado de segunda mano. Su fama ha llegado a tal punto que Nokia decidió relanzar una versión modernizada en 2017, intentando capturar algo de esa magia original. Si bien su nombre no es tan conocido como el del Nokia 3310, el Orbitel Citifone tiene un lugar especial en la historia de la tecnología móvil. Este modelo fue uno de los primeros teléfonos móviles comerciales, lanzado en la década de 1980. Aunque su tamaño y peso lo hacen parecer un artefacto del pasado, su valor radica en su escasez. Las pocas unidades que han sobrevivido hasta hoy pueden alcanzar precios de hasta 1.200 euros, especialmente si están en buen estado de conservación. Ericsson también dejó su huella en la historia de los móviles con el modelo R290, lanzado en 1999. Este dispositivo no solo permitía realizar llamadas locales, sino que fue uno de los primeros en permitir llamadas internacionales, una función revolucionaria en su tiempo. Su diseño robusto y su capacidad de conexión global lo convirtieron en un éxito entre los viajeros y hombres de negocios. Hoy en día, un Ericsson R290 en perfecto estado puede llegar a venderse por unos 2.000 euros. El Motorola DynaTAC 8000x es quizás uno de los modelos más icónicos y representativos de los primeros días de la telefonía móvil. Lanzado en 1983, fue uno de los primeros móviles comercializados en el mundo. Su tamaño y peso, que hoy nos parecerían ridículos, eran toda una innovación en su tiempo. Este 'ladrillo' ha sido objeto de culto para los coleccionistas y nostálgicos de la tecnología, alcanzando precios en subastas de hasta 4.000 euros. No todos los móviles que se cotizan en el mercado son meros recuerdos de una época pasada. El iPhone original, lanzado en 2007, marcó un antes y un después en la historia de la tecnología, siendo el precursor de la revolución de los smartphones. Aunque es técnicamente un dispositivo moderno, está muy alejado de los iPhones actuales en cuanto a capacidades y diseño. Su impacto cultural y la calidad de construcción lo han convertido en un objeto de culto, especialmente si se encuentra en su caja original y sin abrir. De hecho, uno de estos iPhones originales se vendió en una subasta por la asombrosa cifra de 190.000 dólares, unos 171.000 euros, demostrando que algunos aparatos tecnológicos pueden ser tan valiosos como una obra de arte.