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Su rol con Santiago Caputo, el riesgo de Milei y el nuevo PRO: "A muchos los jubilaron pero no se dieron cuenta"

En el segundo piso del bunker de PRO sobre la calle Bolívar al 400, hay un círculo pintado que simula una mira que apunta en perspectiva desde la ventana sobre la avenida Belgrano. Tiene escrita una leyenda coronando el punto central que hace foco donde se alza el frente de la Casa Rosada cuando uno alinea la mirada: "Trabajamos hoy acá para volver mañana allá". Lo curioso es que la simetría no es milimétricamente perfecta: "Está corrida...", se ríe uno de los pocos colaboradores con los que El Cronista se cruza en el edificio -hoy en obras- mientras aguarda que el entrevistado culmine una de las múltiples reuniones de su jornada.

Martín Yeza fue el intendente más joven del PRO y ahora es diputado nacional y preside la Asamblea del partido desde que Mauricio Macri tomó su timón formal. En rigor, se esperaba que lo hiciera Patricia Bullrich pero parte de los desencuentros internos que vive la fuerza amarilla tiene que ver con ese duelo irresuelto entre la ministra de Seguridad y el expresidente que la desplazó del cargo por diferencias en torno a cómo posicionarse frente al gobierno de Javier Milei. Esa complejidad se traduce también a la hora de definirse como oficialismo u oposición.

"Mauricio Macri dijo hace unas semanas que compartimos la visión, pero vemos problemas en la ejecución. ¿En cuál de los dos lugares nos pone eso: oficialismo u oposición? Creo que en ninguno. Probablemente sea una nueva categoría. Espero que sea una buena categoría", indica a este medio. A lo largo de poco más de media hora, busca explicar esta tercera posición, describe su rol estratégico frente al asesor plenipotenciario Santiago Caputo y el plan en el que trabaja para renovar al PRO.

-En el coloquio de CIDeS, esta semana, otro diputado del PRO, Luciano Laspina, usó la etiqueta de "no oficialismo". ¿Está de acuerdo con ese concepto o cómo definiría al nuevo PRO?

-El PRO es un partido que sabe lo que es gobernar. Y para gobernar tenés, que saber cómo es ganar y el PRO lo sabe, o sabía cómo. Entonces, conocemos las dificultades porque una de las cosas más difíciles en política es llevar a la acción lo que pensás y lo que decís y sería muy deshonesto en nuestra parte si nos tapáramos los oídos ante una parte importante de la sociedad argentina que piensa que al gobierno hay que dar una oportunidad. Y que además eso funcione bien. Si además nos pusiéramos idealistas respecto a cómo debiera ser la administración... Quienes pasamos por lugares de gobierno sabemos que no existe esa situación ideal en ningún gobierno, por eso amerita estar en un lugar que es muy difícil de explicar: que no somos ni oficialismo ni oposición, sino un grupo de gente muy consustanciada con el cambio que creemos que necesita la Argentina.

-¿Y cómo piensa que se pueda tomar esa categoría cuando parte del electorado que los acompañaba, ahora elige al Gobierno: hay que tejer algún tipo de fusión eventual o requiere preservar el margen de diferenciación?

-Creo que hay una parte importante de la sociedad que hace bastante poco votó un Presidente completamente distinto que tuvo una campaña muy audaz con ideas inéditas para la discusión política argentina. Entonces yo siento que hay una parte del sistema político que se volvió obsoleto a la que la sociedad decidió jubilar, pero que todavía no le llegó la notificación fáctica. O sea, a muchos los jubilaron pero todavía no se dieron cuenta.

-¿Propios o ajenos?

-De todos. Hay una parte del sistema político que la sociedad los mandó a jubilar y que no la ven. Y ese "no la ven" también implica que hay un montón de gente que quiere creer y necesita sentir que al gobierno, es decir, a todos nosotros como sociedad, nos puede llegar a ir bien. Y nosotros estamos ahí tratando de apuntalar esa fe.

-En los dos informes de la Fundación Pensar (el think tank del PRO) alertan sobre el costo social del ajuste que se está implementando, ¿aún así creen que el Gobierno va en la dirección correcta?

-Lo difícil en Argentina no es llevar adelante cambios sino que perduren. Cuando ves las curvas de crecimiento económico, equilibrio fiscal, son raptos que no duran mucho más de dos años promedio y no se logran sostener en el tiempo. La Argentina va a contramarcha del mundo: en el último siglo el mundo logró destruir cifras altas de pobreza casi estructuralmente mientras que en la Argentina, la pobreza sólo se incrementó acompañada no sólo de un empeoramiento de las condiciones materiales y económicas, sino también de las condiciones educativas. Entonces hay una parte del sistema político que se volvió obsoleto, no por Milei, por los resultados. Y por eso creo que hace falta no solamente una renovación de personas pero de métodos e ideas.

-Ahora en esa curva que describe, el PRO formó parte cuatro años, ¿por qué no pudo revertirla como gobierno?

-Hay un libro de Daniel Kahneman que se llama "La falsa ilusión del éxito" donde desarrolla la idea de que uno de los sesgos que pueden poner en jaque tu acercamiento al éxito es el exitismo, o sea que vos pienses que tus propias capacidades y solamente tu propio talento te va a acercar al éxito. En la primera semana de gobierno de Macri se levantó el cepo; en el primer año, se eliminaron las retenciones al campo; en el segundo año llega un fallo de la Corte Suprema sobre la reparación histórica a los jubilados. Cuando llegó el problema de la restricción monetaria con el exterior, lo único que te quedaba a ajustar era sobre el gasto de la sociedad, por ejemplo en materia de subsidios a la energía, para una sociedad que no estaba preparada culturalmente ajuste porque nadie te avisa que va a haber un problema de liquidez de dólares en el exterior e inundaciones en el campo. Como dice Nassim Taleb, apareció un cisne negro que dejó a la Argentina expuesta como una economía vulnerable por la tasa de endeudamiento y de emisión monetaria que venía del gobierno de Cristina, subsidios altos y una participación del Estado demasiado alta. Un riesgo para este gobierno también es el exitismo: creer que por tu mero talento vas a llegar.

-Algunos de los responsables del timón económico del gobierno de Juntos están ahora, como el caso de Sturzenegger o Caputo, ¿qué garantiza un resultado diferente, hay una decisión política más sólida de ir a fondo?

-He conversado con algunos de ellos estos últimos años, especialmente con Sturzenegger, y tienen claro cuáles fueron las cosas en las que nos equivocamos. Uno de los problemas fue esta noción de hacer lo correcto todo de un saque... Hoy se le dice gradualismo a lo que hicimos, pero visto con el espejo retrovisor, hay una combinación de cosas muy audaces y shock, si bien también se podría haber sido mucho más agresivo en la destrucción del gasto público. Por ejemplo, con la cantidad de empresas públicas que tenía la Argentina con déficit estructural más allá de preservar algunas estratégicas como la de energía nuclear. Hoy la sociedad giró hacia otro lugar.

Amo: lo que se hizo y su explicación. https://t.co/X3MfEMLYVp

— Martín Yeza (@martinyeza) August 30, 2024

-¿Piensa que hoy es una prioridad para las personas que se eliminen empresas estatales cuando se habla de ajuste?

-El Estado no está preparado para resolver los problemas más prioritarios de una parte mayoritaria de la sociedad: seguridad, salud y educación. Te diría que hay muy pocos territorios en la Argentina, salvo la Ciudad Buenos Aires o Mendoza con una agenda de innovación sobre la educación del siglo XXI. En seguridad, con el crecimiento del narcotráfico o el miedo a una entradera, no es normal que alguien no pueda salir después de las 6 de la tarde de su casa. Y en materia de salud, es fenomenal la cantidad de plata que hay en cinco subsistemas - prepagas, obras sociales, municipales, provinciales y nacionales- y que no está distribuida de forma óptima para que los recursos estén en donde están los problemas. O el transporte público, donde para ir de Zona Norte al Oeste de AMBA, hay que pasar por Retiro. Esa noción de que la Argentina está condenada al éxito, nos hizo mucho mal porque el sesgo negativo de eso era "peor no podemos estar", y eso es falso. Siempre se puede estar peor.

El vínculo con Santiago Caputo y el futuro del PRO en 2025

-Lo señalan como uno de los interlocutores con la Casa Rosada por su vínculo personal con Santiago Caputo, ¿cuánto pesa ese nexo en el intento de mantener los puentes?

-Con Santiago nos conocemos hace 16 años, conozco su familia, y trato de contribuir a que ese vínculo mejore la conversación institucional entre partes. Una de las cosas que aprendí en política, y que te lo enseñan en la Facultad de Derecho, tiene que ver con métodos alternativos de resolución de conflictos: si va a haber una diferencia, que no sea por diferencias personales. Si vamos por carriles separados porque pensamos cosas diferentes, no pasa nada, eso es lo sano, es lo razonable en la democracia.

-Sin embargo es el propio Gobierno el que incursiona sistemáticamente en lo personal como una estrategia de disciplinamiento político...

-Es una estrategia que no puede funcionar en el tiempo. Tácticamente te puede servir; estratégicamente, no. Acá es donde está la diferencia entre la táctica y la estrategia. Vos querés pequeños goles que generen un cambio, que te permitan a vos decir que lograste un cambio, o el verdadero desafío está en que quizás haya dos o tres días en donde no vayas a meter un gol, no logres meter un cambio, pero que cuando lo hagas, ese cambio sea realmente estructural y sostenible en el tiempo.

-Esta semana se reunió con Macri, es la segunda en diez días, mientras el Presidente ya visitó Olivos más veces en agosto que en el resto de 2024, ¿esa es la estrategia frente a Milei?

-Mauricio dice que el capital político está para ser invertido. Capaz un día, dos días, tres días, cuatro días vamos a decir cosas que no a todo el mundo le agraden, pero cuando vos ves una línea de tiempo vas a ver tres cosas. Consistencia, coherencia y una estrategia, o sea, una visión nítida, clara, sostenida en el tiempo. Entonces cuando llegamos a tratar los fondos de la SIDE, con una mala praxis del gobierno al respecto, llevamos el mismo criterio que nos propuso el Presidente de la Nación, que dijo que se iba a sentar arriba del equilibrio fiscal. ¿No significa que hay que equipar a los servicios de inteligencia? Sí, pero con esa lógica también te voy a decir, los docentes universitarios ¿no tienen que ganar más? ¿los jubilados no deberían ganar más? En una Argentina donde no solo hay desconfianza institucional, sino que venimos de gente que cree que si alguien piensa diferente es un enemigo, eso genera problemas interpersonales donde al final no tenés tan claro si son diferencias reales sobre los temas o si son diferencias personales que se trasladan a esos temas.

-¿Están conversando en un esquema de renovación del PRO de cara a las elecciones de 2025?

-La misión que me encargó Macri a mí y a algunas personas más es liderar una renovación generacional del PRO, atraer nuevo talento. El PRO es el primer partido del post que se vayan todos y es el más serio de la Argentina pero ya no es el más moderno ni el más audaz. Parte de lo que venimos hablando con Mauricio es ir a buscar a esa gente. Vengo de conocer un emprendimiento nuevo que se llama Aleph Ciudad de Crecimiento, un grupo de gente que utiliza blockchain como tecnología y están desarrollando startups . Te juntás con ellos y te hablan de temas de identidad, firma digital, cómo agilizar los trámites del Estado, Open Data bancaria. Hay un montón de cosas de la vida cotidiana que no son parte de la conversación pública. El PRO supo llegar a la Presidencia en 15 años pero no queremos seguir viviendo de nuestros éxitos del pasado. 

-Kicillof diría no tocar más viejas canciones: ¿quieren tocar nuevas?

-Es distinto, no es solamente cantar una nueva canción sino forjar un nuevo estilo. El problema de Kicillof es que son nuevas canciones que quiere cantar dentro de un estilo que está agotado, que ya pasó de moda. Creo que lo que se necesita es un nuevo estilo, una nueva corriente, con una nueva lógica, parte de una nueva cultura, que es una sociedad que cambió y mezcla gente con mucho talento con gente defraudada, excluida y marginada del sistema. Entre esas dos Argentina hay una inevitable violencia, como lo indican distintas experiencias internacionales. Y ese experimento no puede salir bien sostenido en el tiempo nunca. Tenemos el desafío de reimaginar el Estado y el PRO tiene la materia prima y las personas necesarias para diseñar ese espacio político que hoy la Argentina no tiene. No es el PRO pero tampoco es el radicalismo, el peronismo o La Libertad Avanza.

-¿Y quiénes son los nuevos actores de esa Argentina pujante pero no representada?

-Cuando te sumergís en la sociedad, ves lo que están haciendo algunas empresas de biotecnología como Bioceres con el HB4, que EE.UU. tardó tres años en aprobar y la Argentina, diez. Y otros productos como los que explora Moolec Science, una startup argentina que cotiza en Nasdaq y diseñó semillas de soja con genomas de cerdo que multiplican por cuatro su calidad proteica, lo cual incrementa el valor de la tonelada de soja, una revolución absoluta en agro tech food. Nuevamente, EE.UU. ya se lo aprobó, y en Argentina no saben cuándo lo harán. Ahora, ¿qué político en la Argentina está viendo o hablando de estos temas? Vas al Congreso y estamos hablando de una diputada que va a ver a Astiz y no sabe quién es o Victoria Villarruel que quiere cerrar los juicios a Montoneros, todo muy delirante versus los problemas reales.

-¿Le incomoda tener que articular con dirigentes que promueven esas ideas en este juego de apoyar sin ser oficialismo?

-Por suerte, ellos mismos están incómodos. No es que en La Libertad Avanza los celebraron. Y la agenda de la Vicepresidenta, desconozco sus motivos, pero es bizarro. Me sentiría incómodo si tuviera que tener obediencia debido a esto y probablemente diría, hasta acá llegué. Oscar Wilde decía que un fanático es una persona que no solamente no va a cambiar de opinión, sino que además tampoco puede cambiar de tema. Una de las posibles soluciones para que podamos tener un diálogo próspero y productivo es cambiar de temas. Y creo que cuando cambias de temas, la conversación democrática en la Argentina podría mejorar bastante. Pero eso requiere tener ideas. 

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