Sentinel-2C: despegan los nuevos 'ojos' espaciales europeos para vigilar desde desastres naturales a guerras
Todo está listo en Kourou, en las instalaciones de lanzamiento de la Agencia Espacial Europea (ESA) en la Guayana Francesa, para el despegue el próximo día 4 del satélite Sentinel-2C, que analizará desde el espacio cuestiones tan 'terrenales' como la deforestación, las emisiones de metano, la agricultura de precisión, la monitorización de la calidad del agua, la gestión de desastres naturales o la detección de emisiones de metano . La misión Sentinel-2, dentro del exitoso Programa Copernicus de la Agencia Espacial Europea, se basa en una constelación de dos satélites idénticos, Sentinel-2A (lanzado en 2015) y Sentinel-2B (lanzado en 2017), que vuelan en la misma órbita (a una altura de 786 kilómetros, casi el doble de donde se encuentra la Estación Espacial Internacional), pero separados 180°, que literalmente toman fotografías cada pocos minutos de lo que pasa en la superficie de nuestro planeta. Hasta ahora podían llegar a una resolución de 10 metros sobre una amplia franja de 290 kilómetros de ancho. Sin embargo, y aunque Sentinel-2C llega para dar continuidad a la misión, el nuevo satélite mejorará la visión del Programa Copernicus hasta los 5 metros de resolución y pasará de 13 a 25 bandas espectrales. «En sus 26 años de vida, el proyecto ha cosechado muchos casos de éxito en diferentes áreas», señaló durante la rueda de prensa previa al lanzamiento Simonetta Cheli, directora de los Programas de Observación de la Tierra de la ESA. «Por ejemplo, mapea las áreas agrícolas para ayudar en el reparto de subsidios o monitoriza la deforestación para llevar a cabo políticas para atajar el cambio climático». El trabajo del proyecto Sentinel es, además de vigilar el crecimiento de los cultivos y las zonas verdes, mapear el estado y los cambios de la superficie terrestre, y observar las selvas, por ejemplo. También alerta de la contaminación en lagos y aguas costeras. Y sirve de apoyo para monitorizar desastres naturales como inundaciones, erupciones volcánicas y deslizamientos de tierra, además de ayudar en las tareas de ayuda humanitaria. «Esta herramienta está totalmente integrada en la toma de decisiones de la Unión Europea», indicó por su parte Mauro Facchini, responsable de la Unidad de Observación de la Tierra de la Comisión Europea. De hecho, su aportación, que ahora mismo está abierta a cualquiera que la quiera consultar, es tan prolija que incluso Europa se está planteando cerrar los datos de algunas zonas que podrían ser sensibles en conflictos de guerra. «Es algo que estamos discutiendo y con lo que no podemos tener una postura ingenua», indicó Facchini. La idea es que Sentinel-2C reemplace a su predecesor, Sentinel-2A, que ya lleva funcionando nueve años, dos más de lo previsto. «Las misiones se programan para un tiempo determinado, y esta ya lo ha superado con creces. Como podría dejar de funcionar en cualquier momento, lanzamos Setinel-2C para seguir ofreciendo los mismos servicios», explicó en otra rueda de prensa Ferran Gascon, responsable de la misión Sentinel-2 en ESA. En ella, también estuvo presente Oriol Álvarez Trotta, Project Manager de Airbus España de Copernicus LSTM, un nuevo satélite que se sumará a la constelación, esta vez para observar desde el infrarroja térmico. «Todos los lanzamientos de Copernicus han tenido una importante participación española », ha explicado. A pesar del reemplazo, Sentinel-2A no terminará su función una vez llegue Sentinel-2C al espacio: tras un periodo de pruebas, a principios del año que viene, el viejo satélite seguirá apoyando la misión, pudiendo ser activado en caso de que se produzca algún fallo. Lo mismo ocurrirá con Sentinel-2B, que será sustituido en 2028 por Sentinel-2D. El lanzamiento Sentinel-2C será especial ya que protagonizará el último vuelo de Vega, el versátil cohete europeo especializado en llevar pequeñas sondas científicas y de observación a la órbita terrestre. Algo que, sin embargo, no le impide ser imponente: con 30 metros de altura, Vega pesa 137 toneladas en la plataforma de lanzamiento y alcanza la órbita con tres etapas impulsadas por combustible sólido antes de que la cuarta etapa de combustible líquido tome el relevo para colocar con precisión el Sentinel-2C en su órbita. Vega fue el primer programa de desarrollo de cohetes totalmente gestionado por la ESA. Su vuelo inaugural tuvo lugar en febrero de 2012 y desde entonces ha realizado más de 100 misiones al espacio para decenas de instituciones europeas y también para clientes de todo el mundo. Los satélites Sentinel-2A y Sentinel-2B también fueron lanzados a bordo de Vega. Como ya ocurriera con Ariane 5 en 2023, que dará paso a Ariane 6, este lanzamiento final marca el paso de Vega a Vega-C, una versión mejorada. Sin embargo, años de retrasos y la guerra de Ucrania y Rusia han puesto a Europa en la llamada crisis de lanzadores, en la que, de momento, aún se encuentra sumida (si bien el Ariane 6 está casi listo después de su primera prueba en vuelo y veremos la vuelta de los Vega-C a finales de este mismo año). Además, hay en marcha diferentes iniciativas privadas, entre ellas la de la empresa española PLD Space y su Miura 5, que se probará en las mismas instalaciones desde las que despegará Sentinel-2C el año que viene. «En el futuro tendremos garantizado el acceso al espacio por varias vías, incluida la privada, en la que sin duda habrá proyectos muy competitivos», señaló por su parte Toni Tolker-Nielsen, director del Transporte Espacial de la ESA. «Pero mientras todo eso llega, podemos confiar en que Ariane 6 y Vega-C llevarán nuestras misiones al espacio».