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Volkswagen no levanta cabeza desde el 'dieselgate' y ahora se plantea cerrar fábricas en Alemania

Abc.es 
El que fuera uno de los hombres más poderosos de Alemania, el ex consejero delegado del Grupo Volkswagen, rechazó ayer las acusaciones ante el Tribunal Braunschweig, en su primera comparecencia en el caso ' dieselgate '. «Su cargo no justifica por sí solo que se le considere responsable, nuestro cliente no engañó ni perjudicó a nadie, no dejó deliberadamente a oscuras el mercado de capitales para que los inversores se vieran perjudicados y no dijo una falsedad a la comisión investigadora», dijo su abogado, Felix Dörr. Casi nueve años después de que fuese destapado el escándalo del diésel, la manipulación de software para ocultar masivamente el exceso de emisiones de los vehículos del fabricante alemán, los fiscales aseguran que probarán que Winterkorn estaba al tanto al menos desde mayo de 2014 y que, desde esa fecha, «falló en el cumplimiento de su deber» y no detuvo la venta de los automóviles afectados . De acuerdo con las conclusiones de la Fiscalía, era muy consciente de sus funciones como consejero delegado y, aún así, permitió que más de 65.000 coches fueran vendidos, causando unos daños estimados en unos 1.300 millones de euros . Si es declarado culpable, Winterkorn se enfrenta a una multa o a una pena de prisión. Bajo la presión de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA), Volkswagen admitió en 2015 que había manipulado los valores de emisiones de sus motores diésel, para garantizar que cumplían los límites de óxido de nitrógeno en el banco de pruebas, aunque en realidad emitían muchas veces más de estos gases de escape tóxicos en carretera. El escándalo desencadenó una serie de demandas judiciales. Los cuatro directivos de Volkswagen implicados iban a ser juzgados en 2021. Sin embargo, sus abogados consiguieron que el proceso en su contra se aplazase por motivos de salud. En junio de 2023, el antiguo jefe de Audi, filial de Volkswagen, Rupert Stadler, fue condenado a una pena de 21 meses de prisión condicional y a una multa multimillonaria por el Tribunal Regional de Múnich. El caso terminó afectando a toda la industria automovilística alemana y a su prestigio. No ha levantado cabeza desde entonces. El tropezón con la transición energética y el hecho de que los automóviles chinos gozan ya de tanta confianza como los alemanes, ha llevado a Volkswagen a una situación precaria. Esta semana ha anunciado el posible cierre de fábricas en suelo alemán , por primera vez en sus 87 años de historia. El cierre, que también afectaría a algunas de sus subsidiarias, persigue un doble objetivo: aplicar una fuerte reducción de costes y poner fin indirectamente al pacto con los sindicatos, que asegura los empleos hasta 2029. Oliver Blume, director ejecutivo de la compañía, ha vinculado el proyecto con un incremento de la competitividad. «Nuevos rivales están entrando en Europa», ha señalando en un comunicado, «Alemania, como ubicación de negocio, está perdiendo puestos«. Se refería sin citarla a la vigorosa entrada de las automovilísticas chinos , después de un semestre complicado para la compañía. Volkswagen informó en agosto que, durante los primeros seis meses del año, las ventas alcanzaron los 129.365 millones de euros , un volumen inferior a los 130.568 millones de euros del mismo periodo de 2023. Además, el beneficio neto también disminuyó hasta los 6.699 millones de euros, en comparación con los 7.737 millones del año anterior. Los problemas estructurales de Volkswagen son evidentes desde hace años: «la principal marca de turismos tiene unos costes de producción exorbitantes en comparación con los competidores y el producto que hay detrás no justifica el alto precio para muchos compradores, especialmente en el sector de la electromovilidad», explica el experto en motor del diario económico alemán Handelsblatt Lazar Backovic, que considera que se trata del « declive de la mayor empresa alemana en el sector industrial , una empresa que la gente de a pie asume que siempre estará ahí, que es demasiado grande para caer, y sin embargo se tambalea desde hace tiempo«. Martin Winterkorn estuvo vinculado a la empresa durante 35 años, hasta su dimisión en septiembre de 2015. En ese momento era el ejecutivo mejor pagado de Alemania. En 2014 había cobrado 16 millones de euros y hasta el 31 de diciembre de 2026 siguió ingresando un salario base anual de 1,6 millones. En enero de 2017 comenzó su jubilación, por la que cobra el 70% de ese sueldo base, es decir, 93.000 euros al mes.

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