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La revolución que Europa silenció: el rey medieval español que cambió para siempre la ciencia

Abc.es 
Un segundo después de tomar asiento, Seb Falk abre su mochila. El investigador en el Girton College de la Universidad de Cambridge se demora un parpadeo en hallar el secreto que guarda con celo: dos astrolabios –uno grande y otro pequeño– de latón. «No son originales», bromea. De haberlo sido, no los habría sacado de casa. Sin embargo, corrobora orgulloso que son réplicas concienzudas de un instrumento que revolucionó la ciencia en el medievo. Acto seguido, el autor de 'La luz de la Edad Media' (Ático de los libros) también admite que los españoles contamos con un avance igual de determinante: las 'Tablas alfonsíes', el primer catálogo astronómico de la Europa cristiana. «Fueron el cenit de la aportación de Alfonso X el Sabio a la ciencia», explica. El fallo es que no las tiene en su colección... No se puede tener todo. –¿Podemos llamar ciencia a las investigaciones que se hacían en la Edad Media?, ¿estaba tan relacionada con la religión como se suele pensar? Depende de lo que entendamos por ciencia. Si tomamos una definición moderna simple, la búsqueda de conocimiento sobre la naturaleza, entonces sí, se dio en la Edad Media . Y a la segunda pregunta, sí, la investigación científica estaba relacionada con la religión. Eso se debió a tres razones. Primera: durante la mayor parte de la Edad Media europea, la Iglesia proporcionaba la mayoría de las oportunidades educativas. Eso hacía que las personas alfabetizadas estuvieran conectadas de alguna manera con la Iglesia, y que esta dispusieran de un mayor acceso a libros, instrumentos y otros recursos educativos. En segundo lugar, como una institución grande y rica que era, y que a veces funcionaba como un estado-nación, la Iglesia tenía una motivación obvia para patrocinar la educación: mejorar su propio rendimiento y administración. Eso la llevó a fundar escuelas y universidades en las que se sucedió gran parte del aprendizaje científico de la era. Por último, las personas religiosas que deseaban entender a Dios tenían una motivación clara para investigar la 'Creación', como ellos la veían. Algunos pensadores medievales usaban una metáfora recurrente: para entender a Dios podías leer la 'Biblia', o consultar el 'Libro de la Naturaleza'. –¿Entendían en la época la ciencia como nosotros en la actualidad? En la Edad Media, la palabra latina 'scientia' era más amplia: se refería a cualquier sistema organizado de conocimiento. Y este, de hecho, incluía la teología. Además, las ciencias medievales eran diversas y tenían enfoques variados, a diferencia de la ciencia moderna que, aunque diversa, tiene estándares profesionales y conceptos de evidencia básicos acordados. –¿Qué opinan los historiadores sobre esta disyuntiva? Una parte argumentan que es engañoso usar la palabra ciencia para referirse a la Edad Media; prefieren centrarse en ciencias individuales como la astronomía, la geometría o la medicina. O insisten en cambiarla por el término filosofía natural, una frase usada por pensadores desde Aristóteles hasta Newton para indicar una búsqueda de significado en la naturaleza. En lo personal, no me importa llamarla ciencia, siempre y cuando entendamos que era muy diferente de la actual. –¿Cómo revolucionó Alfonso X esa ciencia medieval? España era un lugar de suma importancia para el desarrollo de las ciencias en la Edad Media debido a su multiculturalidad. Mi argumento en el libro es que la llamada 'revolución científica' del XVII, que se asocia a Inglaterra, Francia e Italia, hunde sus raíces en vuestro país. Esos avances modernos dependieron de forma directa del saber acumulado por multitud de fuentes en la Península Ibérica. Y uno de los mayores artífices de esta evolución fue Alfonso X , que unió en el mismo territorio a expertos de una infinidad de culturas y especialidades: astronomía, matemáticas... –En el libro afirma que Alfonso X entendió a la perfección la importancia de los idiomas... Sí, para él eran algo clave. Por eso reunió a sabios que conocieran latín, árabe, hebreo... El hecho de que su equipo escribiera en castellano es muy interesante y un síntoma de modernidad, pero se volvió en contra del propio Alfonso. En la Edad Media, cada traducción a otro idioma implicaba un proceso de adaptación y revisión del conocimiento. Esas modificaciones hicieron perder al monarca la fama y el crédito que merecía. A Inglaterra, por ejemplo, llegó la versión parisina de sus 'Tablas alfonsíes'; como el texto original no se ha conservado, todavía existe mucho debate sobre cuánto influyeron los astrónomos franceses y cuánto lo españoles. –En su ensayo explica que las 'Tablas alfonsíes' fueron, junto con el 'Atlas catalán', el principal motor científico de la época... Ambos son artefactos importantes de la vibrante cultura científica de Iberia y del Mediterráneo en la Baja Edad Media. Por sí mismas, las 'Tablas alfonsíes' fueron más significativas, ya que consolidaron los principales avances en astronomía durante la época del Sabio. Muchos de esos avances se basaron en el trabajo de astrónomos judíos y musulmanes, dentro de España y más allá. Además, se copiaron en toda Europa. A cambio, el 'Atlas catalán' fue un logro más singular, aunque también una evidencia de la fascinante cultura que lo generó; en este caso, la cultura cosmopolita y comercial de las Islas Baleares . La clave es que demuestra que el deseo de viajar y explorar crecía ya en las últimas décadas de la Edad Media; de hecho, dio lugar a los grandes viajes de exploradores europeos en los océanos Atlántico e Índico primero, y Pacífico después. –¿Cree que el Sabio es un apodo adecuado para Alfonso? El Sabio es un apodo interesante para él. Pero su contribución, su importancia, se basa en el apoyo que dio a los filósofos, a los investigadores y a los intelectuales de la época. Aunque soy partidario de que eso es lo que se debería esperar de un rey, es incontestable que creó las condiciones para que pudiera florecer el conocimiento. Un ejemplo es que impulsó las instituciones religiosas en las que se fomentaba el estudio de las ciencias, como los monasterios. –¿Empezó ese proceso con el monarca? No, pero llegó a un punto álgido. Antes, desde el siglo XI, ya se había dado esa interacción cultural a partir del siglo XI. Se suele usar la fecha de 1085, la conquista de Toledo, como punto central de este proceso de intercambio de ideas científicas. –¿En qué campos influyó el Sabio? El principal fue el de la astronomía, que era la ciencia más importante de la edad porque se nutría del resto de saberes. Los avances en este campo dependían de las matemáticas, la geometría... Hasta la medicina estaba muy vinculada a este campo porque se pensaba que lo que pasaba en los cielos afectaba a la salud. Y también la astrología, por cierto, a la que se le daba mucha importancia en la Edad Media y que se investigaba con celo. –¿Hasta qué punto destacaría usted la importancia de la astronomía alfonsina? La astronomía alfonsina sirvió como base para la física y las ciencias posteriores; incluso de algunas más aplicadas como la ingeniería. Fue la primera ciencia precisa y numérica, y Alfonso X influyó de forma directa en ella. –Sorprende saber esto porque se ha extendido el mito de que el cristianismo destruyó la ciencia árabe... Hasta el siglo XIII el mundo árabe estaba más avanzado científicamente que el cristiano occidental; de eso no hay duda alguna. Bizancio fue otra cosa, allí siguieron evolucionando. Pero es no implica que la religión destruyera el conocimiento. En contra de lo que se ha extendido, la Iglesia hizo mucho más en apoyo de la ciencia que en contra.

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